Capítulo 2

1413 Palabras
Luego de haber quedado como un loco ante la policía intentando explicar que había una joven encerrada en un altillo de un castillo que solo él podía ver desistió a la idea de ayudarla, o eso al menos pensó, en seguir su vida como si nada hubiera sucedido. —¿Dónde estabas anoche?—preguntó su madre preocupada—.Sé que estuviste hasta tarde. —¿Si te cuento me creerías?—dijo viendo directamente a su madre, ella solo limpiaba los platos. —Inténtalo—sugirió ella. —Encontré un castillo en la explanada enorme junto al bosque junto a mi trayecto de ciclismo. Había una chica encerrada allí y eso detuvo mi recorrido. —¿Dices que una chica con la que te topaste en un castillo interrumpió tu entrenamiento?—preguntó su padre haciendo aparición por la entrada del jardín. Él negó rápidamente con la cabeza algo confuso. —¡No! Ella estaba atrapada les digo. Como sea, llamé a la policía, aunque aparentemente el castillo solo lo he podido ver yo. Su madre se acerca con gesto compungido y le da unas palmaditas en la espalda. —Quizás has estado estresado, o entrenando de más. —¡Que va!—interrumpe su padre—¡Ni que haya robado un banco! Tiene que seguir entrenando así o no estará preparado para la universidad. —¿Sabes que no he salido de la banca en toda la temporada, verdad?—espetó Daniel mirando a su padre. Él lo miró penetrante. —Quizás te lo merezcas. En la universidad cambiarán las cosas. Su madre intentó ser menos severa; —Lo que dice tu padre es porque pone toda su fe en ti porque has trabajado mucho para obtener una beca, pero no significa que no entendamos. —Planeo tener más oportunidades antes de que acabe el año, papá—dijo—.De todos modos, el castillo es cierto y necesito ayuda. —¿Y si voy contigo y me lo muestras dejarás todo este tema atrás y harás caso a tu padre? Él asintió con la cabeza. Pero al llegar a la explanada, solo había césped. —Quizás debas cambiar la ruta de entrenamiento—dijo su madre quitando el barro de sus zapatos. —Mamá, tienes que creerme... —No es que no te crea...—dijo devolviéndose al auto. —¡Créeme! Había un castillo—insistió él adentrándose al automóvil. —Pues de inflable habrá sido porque allí no hay monturas de nada—.Quizás debamos ir al médico a que te recete algo, debes estar confundiendo recuerdos. Digo, es normal, a mí me sucedía... —Mamá, no estoy loco...—dijo con gesto tranquilo mientras ella arrancaba. —Quizás tu padre te ha estado pidiendo demasiado, hablaré con él, es cierto, deberías tener varias oportunidades y poder elegir. Tu entrenador debe cambiar su selección, no puede dejarte en la banca tanto tiempo... Él miró a sus manos en silencio. —Solo veinticinco chicos tienen la oportunidad... —Confiamos en ti, Daniel. —Lo sé, es que solo estoy cansado, no tengo vida social y ni siquiera sé si todo ésto valdrá la pena. —Está bien, hablaré con tu padre, debes tener la mente clara para los finales, pero por favor, deja de ver castillos—dijo riéndose parando el auto en la casa. Daniel entonces descubrió que el castillo ya no estaba, quizás si había estado demasiado estresado o las cosas que le daban sus amigos cuando se drogaban habían causado en efecto secundario en él, pero como no podía dejar de pensar en la joven, ni en la cena, ni tampoco en todo el entrenamiento, se limitó a hacer la búsqueda él mismo; volviendo al castillo. Y allí estaba de nuevo, imponente. —¿Tú de nuevo?—dijo una voz. —¿Ceshire? —¿Porque traes gente? Nadie puede ver la tragedia de Sablyer. Pero antes de venir, él había googleado Sablyer, pero internet como todo, solo tenía la historia a medias. El castillo pertenecía a la dinastía Versalles, el gato Ceshire aparece como una criatura mitológica en muchos cuentos, Alice también representaba muchas cosas. La mayoría de lo que había leído eran cuentos, y lo demás, solo era nombrado en repertorios de historia sobre la época victoriana. Y había entrenado con su padre, solo por ello pudo escabullirse otra vez de su casa, así que ésta vez estaba dispuesto a conseguir toda la información que internet no le estaba dando. —¿Porque nadie puede ver Sablyer?—le preguntó al gato. —Porque Alice lo esconde—dijo limpiándose su pelaje. —¿Y porque no lo escondió ahora? —Creo que le agradas—dijo adentrándose en el castillo. Daniel fue directo a la chica. —¿Porque volviste?—preguntó ella adelantándose a la conversación mientras se servía té. —No puedo dejarte sola... —No estoy sola—dijo en seco—.Me acompañan mis peluches—rió. Él frunció el ceño. Parecía otra chica. —Me refería a compañía real... —Ellos lo son, por eso los escucho—dijo volviendo a regresar la mirada en Daniel, ésta vez sus ojos no estaban como siempre, sino que más dilatados, más amarillos que verdes, y antes que él dijera algo, ella siguió hablando. —¿Quieres saber lo que dicen? —¿Los peluches?—inquirió él extrañado. Ella asintió. —Dicen que quieres lo mismo que Jack. —¿Que era lo que él quería? —Hacerme suya. Él se sonroja y se llama al silencio. —Pero al final, nunca pudo hacerlo, por eso mi hermano me encerró aquí—admitió ella entre risas irónicas. —¿Solo para que no puedan estar juntos? Ella asintió mordiéndose un labio. —Para que no sea pecaminosa, una vil y estúpida criatura que dejara su honor a cualquiera... —Pues bienvenida a este siglo, a nadie le importa con quien te acuestes—dijo él buscando en su alrededor algo con lo que sacarla de allí. Ella sonrió. —¿Entonces te acostarías conmigo? —Oye, yo nunca dije eso—dijo volviéndose a centrar en ella. —¿Porque, sino, te aventurarías a sacarme de aquí? —Porque es lo correcto. La gente normal no encierra entre paredes a sus hermanos. —Mi hermano solo quería protegerme de ese imbécil—dijo rodando los ojos hacia otro lado dejando de juguetear. —¿De Jack? Ella asintió con la cabeza. —¿No lo amabas? Ella volvió a negar con la cabeza. —Estaba confundida—dijo tomándose de la cabeza. —Es la otra Alice—dijo Ceshire de vuelta. —¿Otra Alice? —¿Creías que solo era la tierna y tonta que conociste? Ésta es la que gestó la batalla con la que mandó a la oscuridad a su hermano. —¡Sabías que moriría!—gritó enojada. —¿Que tiene de malo ella? —Pues, digamos que es la caja de pandora. Y podías quedarte charlando con ella, pero eventualmente te mentiría y quizás te llevaría a la oscuridad como lo hizo con su propio hermano—aconsejó Ceshire antes de desaparecer nuevamente. —Volveré más tarde—dijo Daniel acobardado. —Lo sacaré de allí, sé que no está bien, ¿vale?—dijo ella. —¿A tu hermano? —Sí, solo que debo asegurarme que esto es seguro. —¿Cual es el peligro?—dijo él levantando la voz. —¡Jack! —¿No murió? Ella negó con la cabeza. —¿Que crees que sucedió? —Que haya escapado de Sablyer, o se haya escondido aquí. Lo primero significaría que está muerto y vivió su vida, lo segundo implica que aparezca en este tiempo. —¿Y eso es malo? ¿No te amaba? —Jack solo se ama a si mismo. —Te sacaré de aquí entonces, supongo que Jack no es bueno por como hablas. —Asesinó a cien personas...—espetó Alice. —¡¿Que?! —Pero era un buen caballero... —Está bien, déjame que cuando vuelva te ayudaré y me contarás más de ese Jack—dijo casi corriendo. Una cosa era ayudar a una joven de un castillo, otra era desatar un mal al mundo como una psicópata. Pero antes de llegar a su casa, una voz masculina se oye detrás. —¿Tu ves el castillo, verdad?
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR