Minutos más tarde…
Absalón y Saleema aún ocultaban cuidadosamente el embarazo, manteniendo ese secreto hasta que Saleema tomara la decisión definitiva sobre si continuarlo o interrumpirlo, seguido del plan que Absalón tenía desarrollándose en su mente estratégica. La información era demasiado volátil como para compartirla prematuramente con sus hijos, especialmente cuando había tantas otras variables en juego.
En el estudio principal de la mansión, Absalón se encontraba pintando un retrato de Saleema, una de sus pasiones que solo los más allegados a él conocían. Sus manos enormes, normalmente usadas para destrucción y violencia, se movían con una delicadeza sorprendente sobre el lienzo, capturando cada detalle del rostro que había amado durante veinticinco años. Era su forma de relajarse
