Lars
Llevaba dos semanas enteras en la casa de mi hermana y, sinceramente, ya estaba más que listo para volver a mi propio espacio. A mi cama, a mi estudio, a mis silencios.
A mi vida.
No es que no las quisiera. Amo a Lila con todo lo que tengo. Y a Lulú… bueno, mi princesa tiene una habilidad única para desarmarme con una sola sonrisa. Pero a este punto podía admitir, al menos conmigo mismo, que me tenían saturado. Demasiadas emociones flotando en el aire. Demasiadas palabras dulces, demasiados abrazos, demasiadas preguntas.
Todo era demasiado.
A veces miraba a Caden y me preguntaba cómo carajo hacía para convivir con estas dos mujeres sin perder la cordura en el intento. Quizás ya la había perdido y todavía no nos dimos cuenta.
Mamá también venía seguido. Traía comida casera, his
