Stella
Tener a Lars frente a mí después de tantos días es… abrumador.
No hay otra forma de decirlo. Es como si alguien hubiera quitado de golpe un vendaje mal puesto y me dejara expuesta ante una herida que nunca terminó de cerrar.
No fui realmente consciente de cuánto lo había extrañado hasta este preciso momento. De cuánto lo había buscado en los detalles más absurdos de mis días: en una canción, en un aroma, en el espacio vacío al lado mío en la cama en la que muchas veces estuvo.
Y ahora está ahí.
Delgado, sí. Pero no es solo eso. Hay algo distinto en él. En sus ojos, en cómo me mira, como si estuviera viendo un recuerdo en carne y hueso.
A su lado, una niña con total confianza, sujetando montón de bolsas. Tendrá unos diez u once años, y su expresión es un equilibrio perfecto ent
