La invitación
Me llamo Daniel y soy un periodista de investigación. Siempre me ha gustado descubrir la verdad detrás de las apariencias, desenmascarar las mentiras y los engaños, denunciar las injusticias y los abusos. Por eso me dedico a esta profesión, aunque no sea fácil ni rentable.
Hace unos meses recibí una invitación que cambió mi vida. Era un sobre blanco con mi nombre y dirección escritos a mano. Dentro había una tarjeta con un mensaje:
"Estimado señor Daniel,
Le felicitamos por su excelente trabajo periodístico. Nos gustaría conocerle personalmente y ofrecerle la oportunidad de unirse a nuestra organización. Somos un grupo selecto de personas que comparten su pasión por la verdad y la justicia. Creemos que usted tiene el potencial y el talento para formar parte de nuestro equipo.
Si está interesado en saber más sobre nosotros, le rogamos que se presente el próximo viernes a las 21:00 horas en el Hotel Plaza, en la sala 101. Allí le esperará uno de nuestros representantes, que le dará más detalles sobre nuestra propuesta.
Le aseguramos que se trata de una oferta seria y beneficiosa para usted. Esperamos su respuesta.
Atentamente,
La Sociedad."
Al principio pensé que se trataba de una broma o de una trampa. ¿Quiénes eran esos de la Sociedad? ¿Qué querían de mí? ¿Qué tipo de organización era esa? ¿Qué clase de propuesta me hacían?
Busqué en internet información sobre la Sociedad, pero no encontré nada. Ni siquiera una página web o una dirección de correo electrónico. Era como si no existieran.
Estuve tentado de ignorar la invitación y tirarla a la basura. Pero algo me impulsó a aceptarla. Tal vez fue la curiosidad, tal vez fue el orgullo, tal vez fue el destino.
Así que el viernes por la noche me presenté en el Hotel Plaza, con un traje elegante y una grabadora oculta en el bolsillo. No sabía qué me iba a encontrar, pero estaba dispuesto a averiguarlo.
Entré en el hotel y pregunté por la sala 101. El recepcionista me indicó que subiera al primer piso y siguiera el pasillo hasta el final. Me sentí observado por las cámaras de seguridad y los guardias uniformados que vigilaban la entrada.
Llegué a la puerta de la sala 101 y toqué el timbre. Una voz masculina me respondió desde el interior:
-¿Quién es?
-Daniel, el periodista -dije.
-Pase, por favor -dijo la voz.
Abrí la puerta y entré en la sala. Era una habitación amplia y lujosa, con una mesa redonda en el centro, rodeada de doce sillas vacías. En una de ellas había un hombre de mediana edad, con traje n***o y corbata roja. Tenía el pelo canoso y los ojos azules. Me miró con una sonrisa amable y se levantó para saludarme.
-Buenas noches, señor Daniel -dijo-. Soy Ricardo, el representante de la Sociedad. Me alegro mucho de que haya aceptado nuestra invitación.
-Buenas noches, señor Ricardo -dije-. Gracias por recibirme.
-Le ruego que tome asiento -dijo él, señalando una silla frente a él-. Quiero explicarle quiénes somos y qué queremos de usted.
Me senté en la silla y puse mi grabadora en marcha discretamente. Estaba intrigado por lo que iba a oír.
-¿Qué es la Sociedad? -pregunté.
-La Sociedad es una organización secreta que existe desde hace siglos -dijo él-. Nuestra misión es proteger y difundir la verdad en un mundo lleno de mentiras y corrupción.
-¿Cómo lo hacen? -pregunté.
-Tenemos agentes infiltrados en todos los ámbitos de la sociedad: política, economía,