AMAYA
Desperté con la luz suave del sol colándose entre las cortinas, y por un instante me confundí: la videollamada seguía abierta, la pantalla del celular a un costado de mi cama todavía mostraba la última imagen congelada de Zayn dormido, con el gesto tranquilo. Se me escapó una sonrisa cansada y lo primero que hice fue pasar los dedos por el osito blanco que me abrazaba como si fuera un amuleto.
Hoy empezaba mi segundo semestre. Lo pensé con una mezcla de emoción y melancolía: la universidad seguía su curso, como si nada hubiera cambiado, pero yo sí había cambiado. Tenía en el pecho un hueco por la distancia con Zayn, y al mismo tiempo un motor encendido, porque en parte estudiaba también por él, por nosotros.
Me levanté despacio, con ese cuerpo pesado que deja una noche a medias de
