Al terminar de leer la obra, el rubio no podía dejar de lloriquear por la muerte de los trágicos amantes, y ahí estaba Julien, a su lado, para pasarle los pañuelos y frotarle la espalda mientras soltaba palabras de apoyo. Sabía que Theo no la había leído, pero nunca se esperó tal reacción al llegar al último acto. —Es que es tan triste... —decía para luego limpiarse sonoramente la nariz con el papel. El basurero ya se estaba rebalsando y el castaño aún no lograba que se calmara. —Pensé que ya te sabias el final. —Ellos se amaban... Y... Y no podían estar juntos... —Theo se abalanzó sobre las piernas de Julien para llorar como una adolescente que pierde a su primer novio. El castaño no sabía si todo eso le parecía gracioso o simplemente patético. —Oye no es necesario que escribamos sobr

