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Liam Parker

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chica buena
sensitivo
independiente
bxg
protagonista masculino
knight
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Descripción

Mi vida parecía ser perfecta delante del mundo, pero en el fondo no era feliz, no sabía lo que eso significaba, pero cuando la conocí a ella, todo fue muy diferente. Samantha cambió todo.

Ella logró despertar un deseo irrefrenable de ser alguien distinto y ser capaz de sentir algo real.

Sin embargo, mi padre y su familia guardan un secreto que nos alejan; al igual que la vida que siempre tuve y que cada día amenaza con volver a ser parte de mí.

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Liam Parker: ¿Quién soy?
Mi nombre es Liam Parker y soy el dueño del imperio de zapatos “Fast” y de “Glamour”, y aunque quizás tengo muchas manías como la luz para dormir y el color n***o en la mayoría de mi vestimenta, hay mucho que ni yo mismo conozco de mí.  Me puse de pie y me acerqué a la ventana para cerrar las cortinas, pero la luna alumbrando las calles de Nueva York me dejaron sin aliento. Sin duda, la vista desde mi apartamento era envidiable. Volví a la cama, y mi prometida, Alicia, estaba ocupando parte de mi espacio. A veces ella dormía profundamente, pero si bebía, los efectos los sentía con sus movimientos nocturnos. La noche anterior celebramos un gran acontecimiento: Oficialmente habíamos elegido la fecha de nuestra boda; el 10 de diciembre. Aún faltan cuatro meses, pero debo admitir que no es una celebración para mí. Desde hace dos años vivimos juntos, y en realidad la boda no hará un gran cambio entre nosotros; solo será un papel firmado. Aunque para mi padre y el de ella significa la alianza más importante de todas. Fusionar nuestro imperio de calzado con el de las joyas de su familia, es la boda perfecta para las portadas de revistas del mundo. Intenté acostarme y Alicia se despertó:  ―¿Todo bien, cariño? ―dijo, Alicia acercándose a mi espalda. Estaba sentado en la orilla de la cama. ―Sí, todo bien. Vuelve a dormir ―Besé su frente como acostumbraba a hacer. Era más un movimiento involuntario de mi cabeza junto a mis labios, no un sentir. Desde hace un tiempo no estaba feliz a su lado; o quizás debo admitir que nunca he sido feliz y en realidad no sé qué se siente serlo.  ―¿Qué hora es? ―preguntó en medio de un gran bostezo y observó el reloj de su móvil―.¡Liam, son casi las tres de la mañana! ¿Por qué no me levantaste? ¡Mi vuelo es en tres horas! ¡Debemos irnos! ―dijo saliendo apresurada de la cama. Alicia tiene un vuelo para Francia con sus padres para comprar el vestido de bodas de un reconocido diseñador de Paris. Sin duda, otra muestra de su afán de hacer las cosas como si se casara esta misma tarde.  A ella la conocí hace casi cuatro años y debo admitir que me flechó justo en el momento que la vi llegar a una de mis empresas. Tenía una falda roja perfectamente ceñida a su cuerpo que cubría un poco más arriba de sus rodillas; su blusa era de mangas cortas de color blanco, y su largo cabello n***o como la noche caía completo sobre su hombro derecho. Pero ahora siento que nada es como en un principio. Esas noches de pasión desaparecieron desde hace no sé cuánto tiempo. Alicia es hija de un diseñador de joyas muy reconocido y acudieron mi empresa para un lanzamiento en conjunto de una colección de nuestros calzados de alta categoría para caballeros exitosos y empresarios de lujo, junto a un diseño delicado de joyas de oro y plata para caballeros. La unión tuvo tanto éxito que, hasta la fecha, comparto sociedad con Alicia en “Elegance” una empresa exclusiva para caballeros de alta categoría. Sus relojes son el accesorios estrella. Además, próximamente vamos a incluir calzado y joyas para damas. El crecimiento sigue imparable para todos.  ―¿Qué tanto piensas que no te has vestido? ―exclamó, Alicia, malhumorada por mi falta de interés en levantarme de la cama. ―Voy… ―dije entre dientes y me puse de pie. ―Cariño, ¡estoy tan emocionada! El vestido te va a encantar; claro, solo lo vas a ver el día de la boda, no quiero tener mala suerte ―dijo efusiva al mismo tiempo que se maquillaba en la peinadora enorme que colocó en nuestra habitación con más de cien pinturas de labios, sombras de ojos y todo lo que una mujer, según ella, debe tener. Yo creo que a veces exagera, y que las mujeres al natural son hermosas. No estoy diciendo que ella no lo sea, pero su extrema elegancia y perfeccionismo a veces me desespera. Solo me queda aparentar y vivir la vida de lujo que me ha tocado vivir.  ―Estoy seguro de que te quedará muy bien ―Le respondí y me metí a la ducha. Me bañé en dos minutos para evitar que volviera a reclamarme por el tiempo, y me coloqué un pantalón n***o de lino, mi blusa gris claro con ligeros toques dorados y mi saco n***o con mi corbata negra. Me coloqué mis lentes oscuros, aunque el sol aún no se asomaba; y enseguida llegó nuestro chofer a buscarnos para ir a aeropuerto. ―Te voy a extrañar ―dijo, Alicia colocando su cabeza en mi hombro mientras el auto iba en movimiento. ―Solo serán tres días. ―No, cariño, tengo que quedarme un poco más ―La observé con curiosidad―, debo medirme varios vestidos, que me tomen las medidas y asegurarme de que sea perfecto. Además, voy a aprovechar de comprarme los zapatos que vimos la última vez que fuimos. ―¿No tienes un par? ―Sí, tengo dos, pero necesito unos dorados o plateados, no sé. ―Está bien ―asentí como una marioneta, y en el fondo sentí un poco de alivio. Necesitaba estar lejos de ella unos días. ―¿Y qué vas a hacer en mi ausencia? ―Se acercó más a mí y besó mis labios. ―Voy a la granja. ―No lleves tus trajes de lujo a ese lugar y menos tus zapatos ―dijo frunciendo el ceño y levantó sus manos. ―¿Qué tienes en contra de la granja? ―dije muy serio. ―Nada cariño, es que sabes que… ―Lo sé… ahórrate las explicaciones. La granja es una enorme casa que tienen mis padres a las afueras de Nueva York, a solo treinta minutos de la ciudad. Es un lugar que visito poco, pero que guarda todos los recuerdos de mi niñez. A Alicia no le gusta, porque se llena de barro los zapatos y los perros le ensucian sus elegantes vestidos; pero cada vez que voy me siento vivo, aunque por fuera las apariencias nunca debo perderlas. Cuando mis padres están, debo ser siempre el empresario, el hombre de negocios, el prepotente o el ambicioso, pero cuando voy solo, puedo visitar la cocina y ver a Martina; la cocinera que ha estado en la granja desde que tengo memoria. Me encanta disfrutar de su delicioso y único chocolate caliente que me prepara cada vez que voy; y su cariño. Es como la abuela que nunca tuve. Llegamos al aeropuerto, me bajé a despedir a Alicia y le pedí al chofer que me llevara a la “Elegance” para una reunión de comercial que próximamente haremos para el nuevo lanzamiento, entre otras cosas importantes. Había mucho que hacer.  

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