Voz de Aaron La cueva de Calavera, que hacía horas olía a guerra y sangre, se había transformado en un campamento de batalla. El aire estaba saturado de magia disuelta y resentimiento. La furia de Kael se había enfriado, reemplazada por una alarma ancestral y un terror político que nunca creí que sentiría. Becca era la Hija del Rey. La llave del trono licántropo. Silas nos entregó a Becca con una formalidad fría que quemaba más que cualquier amenaza. Estaba envuelta en una manta de lana, con la marca de ceniza en la frente y el aroma a fresas débil. Pero ahora, ese aroma dulce tenía un trasfondo de pólvora real y poder latente que hacía vibrar mis sentidos de Alfa. —La Dama Bruja la ha estabilizado —dijo Silas, observando mi Marca en el cuello de Becca como si fuera un garabato blasfem

