Inuyasha
Mis ojos no se apartan de ella ni por un milésimo de segundo. Mis labios han perdido todo tipo de habla y siento mis piernas débiles. Su dulce me disloca totalmente sonrisa, no puede ser que después de todo este tiempo pérdida, muerta, aparecen como si nada frente a mí. No puede ser real esto. Pero la miro y parece más viva que nunca. Su cabello está más largo de lo que recordaba. Su piel siempre pálida, pero hay algo en su mirada que cambio mucho. Algo imposible para mí de descifrar.
—Inuyasha, ¿no me invitas a pasar? —Me pregunta, su tono de voz parece tan cercano ya la vez tan ... Distante.
—Kikyo — susurro por fin su nombre ya que mis labios se negaban a pronunciar alguna palabra.
—Como no me invitas me invito por mi cuenta — dice y me hace a un lado entrando por completo
