A través de la muralla de papel

Nos ubicamos en la «Vieja Lerquetion» (en sus siglas V.L), época donde miles de historias marcaron un antes y un después como esta historia que está por iniciar.  Ronia I de Mesti gobernaba las tierras de Celis en el año 1260 V.L. Había dado luz a Liquidia, la princesa de sangre Wassaya y Mesti. El nacimiento de la primera heredera del trono causó indignación, respecto a la sucesión del trono, ya que la sangre no era «pura». Sin embargo, años más tarde, Ronia I dio luz a la segunda sucesora: Karila de Mesti.  El reinado de Ronia I de Mesti no era el mejor de su linaje, porque estaba inundado de especulaciones públicas y críticas de parte de los ciudadanos. Los comportamientos de la reina diferían de la actitud habitual de una soberana. Uno de los malestares generales de la nación, era su adicción al sexo. Llegó a mantener relaciones activas con miembros de la burguesía celistiana. Además, debo añadir que el fanatismo a las creencias religiosas de la cultura celistiana, devastaron la cabeza de Ronia I. En consecuencia, proclamó disparatadas leyes que los ciudadanos debían obedecer. Entre esas leyes estaba «La muralla de papel». Firmó el presupuesto para construir una muralla que dividió la capital en el año 1280. Y la cuestión quedó, por tanto, en que la capital que quedase del lado del palacio y su ciudadela, sería considerada como «La nueva Nustredam» y el terreno del otro lado de la muralla sería considerado como «La vieja Nustredam». La ley, por consiguiente, consistió en que los ciudadanos de fortuna debían habitar La nueva Nustredam, mientras que los ciudadanos pobres debían habitar La vieja Nustredam. En pocas palabras: Ronia I dividió las clases sociales como si estas fueran especies de animales que merecía la pena clasificar.  La construcción de la muralla causó repudio, rechazo e indignación de parte de los ciudadanos que convivían por igual. Hubo un pequeño alzamiento social pero no llegó al estallido. Ellos estaban en desacuerdo, pero fueron sodomizados, de inmediato, por la guardia de elite. Cuando la construcción de la muralla fue adquiriendo cuerpo y materia, es decir: altura y grosor; los arístocratas echaban, como perros, a ciudadanos pobres hacia el otro lado . Las antepasadas de Ronia I eran reinas admirables. A pesar de tener en cuenta una maldición que caería, algún día, sobre el reino, no llegaron al borde de la locura para fraccionar su reino y causar descontento.  Hubieron familias que no deseaban formar parte de La vieja Nuestredam y fueron condenados a muerte por desobediencia. También fueron ejecutados las personas agnósticas que se negaban a rezar cada cinco días a la semana; otros murieron por no aprender el saludo del templo de Marissa. Ronia I no era creyente de los juicios, nadie era juzgado antes de morir, debías morir inmediatamente si desafíabas las leyes de Ronia I. Era una hecho lamentable y este acontecimiento se llevó miles de vidas inocentes. Días después de la construcción de la muralla, Ronia I absolvió a los habitantes de La nueva Nustredam de sus absurdas leyes. Los habitantes de La vieja Nustredam armaron revuelo, ya sabrás el destino de quiénes trataron de oponerse. Habían ballestas gigantes en las torres de la muralla que se extendían en el territorio y rodeaban La nueva Nustredam.  Quienes tenían la entrada permitida, eran los trabajadores, por no decir esclavos, de la aristocracia: barrenderos, criadas y criados, niñeras, profesores y entre otros oficios que no eran bien remunerados. Era un mundo triste para la clase baja. A veces, los jovenes adinerados tiraban comida podrida desde lo alto de una torre. Se reían al ver como los niños, flacuchos, se mataban en pro de obtener comida.