ALLISON
Al irme no tuve una despedida o una fiesta, nada, absolutamente nada.
Siempre he sido la niña mimada que si quiere algo lo tiene. La niña caprichosa que con tal de tener su fiesta de ensueño comenzó a hacer berrinche en la oficina de su padre. Aquella jovencita que por una simple cartera de moda gastaba miles de dólares con tal de tenerla en su poder, para luego dejarla en un rincón como todo lo demás.
Ahora esa niña mimada, caprichosa, berrinchuda y desobediente se ha ido. Ha sido reemplazada por la bien portada y la que se caya para que no la castiguen.
«Quien soy y que le hicieron a mi antiguo yo»
Me quedo en la cama atada de manos y pies, tengo una correa de perro en el cuello y una mordaza en la boca con una especie de bola.
—Te vez tan sexy Allison —me dice el loco de Hans
—Pufhuhsrg —es lo único que puedo pronunciar
—¿Qué quieres que te azote por desobediente? —me dice y se acerca peligrosamente a mí.
Intento moverme, pero las ataduras de mis brazos y piernas lo impiden a un 90%.
Siento como mi nalga arde ante contacto de su mano en piel.
Mis ojos se llenan de lágrimas y mi culo arde con tan solo el aire que llega a la habitación.
Hans me desata y me quita aquella mordaza de la boca logrando que me duela toda la mandíbula y mis maxilares.
—No seas caprichosa bebe, no quiero tener que seguir marcando tu piel —me dice y siento como algo frio pasa alrededor de mis muslos y nalgas.
Me permito cerrar los ojos y dormir hasta que mis parpados me lo permitan.
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Al despertar veo a un Hans perfectamente cambiado y desayunando.
«¿Cómo se puede ver tan sexy y poderoso en ese maldito traje?»
Me quedo mirándolo más de la cuenta hasta que siento sus ojos posarme en los míos y mirarme con una sonrisa de superioridad.
—Tan temprano y ya babeas —le doy una sonrisa de labios cerrados y alejo mi mirada de él.
Me intento colocar la ropa interior, pero al mero roce que hace en mis pompis duele y arde demasiado.
—Mi lo intentes bebe, solo ponte un vestido porque tu culo necesita respirar para sanar —me dice Hans sin ningún pudor en sus palabras.
Agarro mi vestido rojo y entro al baño para poder darme un baño de agua fría y así deje de arderme el puto culo.
—¡Apúrate!
—Ya salgo, viejo gruñón
Al salir puedo ver como Hans me devora con la mirada y no sé qué es lo que ve exactamente.
—¿Te gusto o porque mierda me miras?
—Si intentas matarme Allison lo estas consiguiendo, no sabes las cosas perversas que acaban de pasar por mi mente en este preciso momento —me dice y solo paso saliva de manera torpe
—Quiero que me las digas daddy
En el preciso momento que la palabra daddy salió de mis labios, Hans me tomo de la cintura y me atrajo hacia él. Sus labios se movían violentos sobre los míos, he besado a tantos hombres, pero ninguno como él.
Mis manos toman el camino hacia su cabello así despeinándolo y luego bajan por su espalda, brazos, pecho hasta llegar a su culo que aprieto como si no hubiera otra cosa mejor que hacer.
Hans me apega más a él y siento su erección en mi vientre bajo. Dura, grande y completamente palpable.
—No sigas Allison, no quieres despertar al demonio que escondo —me dice y eso solo logra que mi excitación y curiosidad aumenten en microsegundos.
Lo miro y solo muerdo mis labios, mientras toco cada parte de su rostro.
—Camina —me ordena y sale de la habitación
Lo sigo y no digo nada más.
Al salir del cuarto de hotel muchas parejas jóvenes recién casados nos miran como si pensaran que él y yo también lo estamos, no intento aclarar nada y por lo que parece Hans ni cuenta se ha dado.
—¿Dónde iremos? —pregunto
—A conseguirte un departamento Allison, necesitas un lugar para vivir —me dice todo seco, como si no hubiera pasado nada hace 5 minutos
Me obligo a seguir adelante y fingir que aquella erección solo fue matutina.
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—Me gusta este —le digo por decimoquinta vez
—A mí no —contesta el y sigue caminando sin importarle lo que yo piense al respecto.
Coloco mis audífonos y comienzo a escuchar música.
Hans sigue caminando como un puto iceberg, parece un puto cubo de hielo, su mirada tan fría, tan seca, tan, tan, tan no sé.
No sé cuantas cuadras más he caminado, pero los pies están matándome.
—Aquí vivirás a partir de hoy —me dice y lo que puedo ver es un departamento de tres pisos con vista a la cuidad y unos hermosos ventanales.
—Es perfecto
—Es mas que obvio, lo escogí yo —me dice y pasa de mi como si no existiera
Al poco rato comienzan a llegar unos muebles que obviamente no escogí yo.
—Espero que no te atrevas a decorar mi habitación —lo miro a los ojos y lo reto con la mirada
—No se preocupe su alteza, sus aposentos no serán tocados —me dice con la voz burlona.
No espero que Hans se porte conmigo de la manera mas cordial del mundo, pero por lo menos debería tratarme mejor.
Veo como los ingleses entran y salen del departamento y dejan varias cosas, muebles, camas, escritorios, cuadros, etc.
«Para que tantas cosas si viviré sola»
Dejo que terminen de acomodar todo y por fin puedo sentarme a descansar mis pobres piernas.
—No soy una puta máquina para que me hagas caminar —Hans me mira con el ceño fruncido y me encojo como un gato asustado
—Allison no me hagas perder la paciencia.
Se aleja de mí y entra a una de las habitaciones. Yo hago lo propio y entro a la que será mi habitación a partir de hoy.
Todo es tan blanco que molesta. Comienzo a sacar mis cosas y lo primero que hago es pintar mi pared con los marcadores para así darle una vista más colorida. Comienzo haciendo trazos pequeños de la gran mándala que estoy haciendo y la música invade mis oídos.
Dibujar y pintar siempre fueron una de las mayores pasiones en mi vida, en cuanto dije que quería ser artista, mi padre me dio ese rotundo NO re retumba en tus oídos cada vez que lo recuerdas. Por eso comencé a estudiar administración de empresas y por más que mi padre diga que es una carrera sencilla, para mí no lo es.
Cuando No es No es, nadie puede obligarte, pero ya quisiera que eso se lo digan a Gregory Thompson, más conocido como mi señor padre.
Al terminar la mándala mi cuarto tiene un poco más de vida, pero sé que aún le falta demasiado. Comienzo a decorar todo a mi gusto, hay una pared arcoíris, otra minimalista, otra dark y la última pared es simplemente estilo Allison. Están mis fotos con mis padres cuando yo era más pequeña y aun podía salir a jugar con ellos, solo en ese momento recuerdo que de verdad tuve una familia.
Termino de acomodar todas mis cosas, mi ropa perfectamente ordenada, mis ropas interiores en sus respectivos cajones, mis zapatos en sus cajas y otros muy ordenados en forma lineal, mi maquillaje ocupa gran parte de la cómoda y mis productos de higiene los tengo en el baño.
—Tengo que salir, regreso dentro de unas horas —me informa Hans y asiento sabiendo que no lo vera.
Intento enviarle un mensaje a Chris, pero mi celular sigue muerto y aun no consigo un numero de aquí para poder hacer llamadas. Me pongo a explorar la casa y me doy con la sorpresa que hay mas habitaciones de las que esperaba.
Una vez una amiga me dio ciertas frases que me marcaron la vida. Frases de libros que en mi vida he leído. Luisa era Argentina, era una de las chicas más felices del mundo, siempre risueña, tan amable y muy enamoradiza, en especial de esos personajes literarios.
Gracias a ella comencé a leer y me di cuenta de cuánta razón tenía al decir que los libros son magia pura.
Saco mi libro de frases y releo todas aquellas que de verdad sentí que me importaron.
1.- Cuando estas feliz disfrutas la música, cuando estas triste entiendes la letra
2.- Ama cuando estés listo, no cuando estés solo.
3.- Lo comprendo, pero comprender no es lo mismo que no sentir dolor —H de Harry.
4.- Si el hecho de querer que ella sea feliz con alguien más, aun cuando no sea conmigo, me hace un grandísimo imbécil, entonces sí, lo soy — Dolorosa atracción
5.- Huir es de cobardes, pero quedarse es de masoquistas —Lascivia
6.- Quien ama no lastima y tú la destruiste.
7.-Era tan fría que quemaba y estaba tan rota que cortaba —Corazón de hielo
8.- El no cambiará por ti, pero si cambiará de pendeja cuando te deje — Si/No al Karma
9.- Hasta el corazón más oscuro puede llegar a iluminarse, pero solo cuando llega la indicada — Sin escape
Termino de leer y recopilar esas noches en las que me quedaba con Luisa conversando hasta la madrugada sobre nuestros libros favoritos. Luisa era todo lo contrario a mí, mientras que yo amaba los libros tóxicos, a ella le gustaban los libros del amor bonito y sano.
En cuando ella se fue por primera vez entendí la primera frase que escribí.
1.- Cuando estas feliz disfrutas la música, cuando estas triste entiendes la letra
Fue tan cierto que dolió aceptarlo.
Cierro mi libreta de golpe en cuanto siento como la puerta principal es abierta con brusquedad. Me acerco sigilosamente y veo a Hans con un par de bolsas y el teléfono en el oído. Lo ayudo con las bolsas y el estómago me hace un pequeño rugido.
Saco todo de las bolsas y lo voy organizando para que así podamos encontrarlo de manera más fácil.
—Las reuniones no son lo mío —murmura Hans y miro como se jala la corbata para desajustarla.
Me quedo quieta como una niña viendo a su papá hablar del trabajo.
—Mañana irás a la universidad y luego te pasarás por la empresa, necesito enseñarte algunas cosas ya que por las puras no hemos venido —me dice y yo asiento como niña pequeña
Hans saca una de las cajas de jugo de naranja y bebe de ella. Su mandíbula se resalta tanto que los dedos me cosquillean por tocarla. Su barba apenas visible es excitante.
Agarro una de las bolsas de cereal de chocolate y me la llevo a mi habitación.
—No se come en el cuarto Allison
—No eres mi papá —ruedo lo ojos y hago caso omiso
Hans toma mi brazo con brusquedad y quedamos cara a cara. —Exactamente Allison, no soy tu padre, soy más que eso, soy tu daddy o eso no fue lo que dijiste —lamo mis labios al tenerlo tan cerca, su boca llama a la mía y sin siquiera pensarlo me lanzo a besarlo.
El beso es torpe, pero Hans lo vuelve salvaje y ardiente, su boca sabe a naranja y sus manos recorren cada curva de mi cuerpo. Un sonoro gemido sale de mis labios en cuanto Hans muerde mi labio inferior y luego lo chupa.
Hans sabe cómo volver loca a una mujer con tan solo un beso.
—Te quiero de rodillas chupándome el pene —me dice y solo me atrevo a pasar saliva
Romeo se queda pendejo a su lado.
—No —digo con la voz apenas audible
Hans me vuelve a besar y hace que me olvide de todo por unos minutos.
El beso termina y él se va a su despacho dejándome inmóvil por aquel beso sin explicaciones. Esto no puede volver a pasar, mi padre se entera y me mata.
¿Cómo se supone que voy a mantener mi distancia con semejante hombre viviendo bajo mi mismo techo? Ni yo misma lo sé, pero si no quiero ganarme un problema lo mejor será que intente mantenerme al margen.