Supongo que la mayor parte de mi vida, al igual que muchos, la pasé aspirando siempre a un poco más.
Siempre reservada y con miedo, pero con ganas de comerme el mundo entero.
Fue para mí graduación próxima que supe que el tiempo de miedo debía acabar. Tenía que entablar conversaciones sin miedo y afrontar el mundo real.
Era jóven y sin experiencia, había metido papeles y solicitudes de empleo en cada rincón de la ciudad. Nadie me quería, comenzar conmigo, era comenzar desde cero y muchos lo tomaban como un tiempo perdido.
Mi suerte cambiaría cuando Charlotte llegó a mi vida. Creía en mi y me veía como un proyecto que quería realizar. Sus palabras de regreso en aquel correo realmente lo cambiarían todo y sería el inicio de una gran historia.
Lo recuerdo con exactitud. —“Querida Talía, sé a la perfección lo que es comenzar por primera vez. Nadie te aprueba, ni creen en ti. Alguna vez también comencé desde cero y gracias a una buen amiga, estoy justo debo estar. Te daré la oportunidad de trabajar en la compañía Smith. Trabajarás para mí como secretaria principal. Te ayudaré y guiaré tus pasos, solo serán 3 meses de prueba. Si tomas el rumbo como debe ser, tu plazo en la compañía será mucho más largo. Espero verte por aquí el lunes a primera hora. Feliz fin de semana. Atte: Charlotte Lodge.”
Recuerdo la gran emoción que sentí. Era la oportunidad que inclusive los grandes trabajadores querían y ella la estaba dejando para mí. Alguien nuevo e inexperto.
Los días siguientes a ese momento no pude dormir, ni cerrar los ojos. La emoción mezclada con ansiedad me estaba consumiendo, solo preparaba los movimientos y palabras que diría al conocer aquella mujer.
Cuando finalmente llegó el momento, no hice más que madrugar y alistarme. Cabello estirado, pantalones negros un poco anchos y una blusa blanca de seda. Debía parecer profesional y elegante, ese equilibrio perfecto entre ambos.
Un maquillaje recatado y tacones algo bajos. La comodidad también era clave.
Luego de desayunar, conduje hasta aquella compañía. Al llegar y detener el automóvil, mi mente se bloqueó.
Jamás había entrado, ni conocía nada por dentro. Era real y estaba sucediendo. Me bloqueaba por completo.
No hice más que respirar hondo, mirarme en el espejo y sonreír. Una vez bajo el automóvil, caminé en pasos firmes hasta entrar allí.
Un frío envolvente y olor a menta llegarían a mi. Personas corrían de arriba abajo sin levantar su vista hacia mi. Era como si no existía en aquel lugar.
—Tranquila.—Dijo una jóven chica tras de mi.—No es nada contra ti, cada uno está metido en su mundo.—Rió.—Un placer, soy Clara.—Dijo ofreciendo su mano.—¿En qué puedo ayudarte?—Preguntó.
—Hola, un placer, Clara. Soy Talia. Vengo por parte de Charlotte Lodge. Vengo por la vacante de trabajo.—Respondí algo nerviosa.
—¿Segura que es con la señorita Lodge?—Preguntó asombrada.—Vaya suerte que tienes, nueva.—Y rió.—Ven, te ayudaré a llegar hasta ella.—Dijo caminando hasta el ascensor.—Pero te daré un consejo antes de que subas.—Dijo deteniéndose en seco.—Hagas lo que hagas, no coquetees con el jefe. Es su esposo.—Susurró.
Reí.—No haré eso, pero no sabía que el jefe de todo era su esposo.—Confesé.
—Sí, Smith es el dueño y esposo de Charlotte. Llevan toda una vida juntos, pero todo aquel que intenta involucrarse con él, tarde o temprano es despedido. No queremos eso, ¿cierto?—Preguntó.
No hice más que reír y despedirme.—Entendido. Igual no tengo propósitos para estar con un hombre, Clara.
—¿Eres lesbiana?—Preguntó aún más asombrada.
No hice más que reír.—No, no lo soy. Pero estoy interesada en el puesto, no en el jefe.—Susurré.
Ahora era ella quien reía.—Repítelo cuando le conozcas.—Y se marchó.
Las puertas del ascensor fueron cerradas y quedé atrapada en pensamientos.
La empresa era de Smith, esposo de Charlotte. Lo que hacía que ella más allá de ser una empleada, fuese dueña.
Había sido contratada por la misma jefa.
Las puertas del ascensor fueron abiertas una vez más y ahora llegaba a un piso de ventanas de cristal. Amplio y sombrío.
—Debes ser Talia.—Dijo una chica de quizás unos 35 años. Sonriente, elegante y muy atractiva.
—Un placer, sí. Soy Talía, y usted debe ser...?—Pregunté.
—Sí, Talia. Todo un placer, soy Charlotte. Te has comunicado conmigo. Ahora solo debo ponerte al día. Para que entiendas el trabajo, te iré poniendo al corriente.—Dijo caminando por toda la oficina.—Ésta es mi oficina, en el piso de arriba se encuentra la oficina del jefe, André. Quien es el dueño y mi esposo.—Aclaró.—No suele venir seguido porque mayor parte del tiempo está viajando fuera para cerrar nuevos contratos. Soy su mano derecha, socia y voz dentro de la empresa cuando él no está.—Continuó.—El puesto que tengo para ti es de administración y secretaría. Trabajarás para mí y solo para mí. No tendrás que involucrarte en los otros pisos a excepción de que yo te lo pida. Las reglas son muy básicas. No aceptamos ropa inapropiada como estampados, cuerpo descubierto o minifaldas. Amamos los colores neutros. No puedes llegar tarde ni quedarte sola en el edificio. La hora de salida es la misma para todos. Entrarías a las 8:30am, tendrías una hora para almorzar al medio día y saldrías a las 6:00pm. Si no tienes automóvil, se te autoriza un chófer y no permitimos visitas familiares dentro de las instalaciones. Dicho ésto, no tengo más que darte la bienvenida.—Dijo extendiendo su mano.—¿Aceptas Talia Williams?—Preguntó.
Sonreí y estreché su mano.—Acepto, señorita Lodge.