Luciérnagas Killian levantó la cabeza de los documentos en los que había estado trabajando durante el día y vio a Viktoria profundamente dormida en el sofá cercano al ventanal. La luz de la tarde entraba a raudales por la ventana iluminando a la joven, dándole un aspecto etéreo. Desde que había hablado con su padre estaba trabajando en los libros de la finca cuando no tenía clases con los tutores y Viktoria había asumido la rutina de acompañarlo en su trabajo los días que no tenía clases. Al tiempo que Killian trabajaba, la niña leía libros y tomaba notas totalmente concentrada. La condesa había autorizado a la niña a estudiar en la casa del joven duque después de que Killian le solicitara el permiso ya que la biblioteca de la mansión del Conde era muy paupérrima. Cuando la acompañó la

