Capítulo 2

2090 Palabras
    El martes levante temprano como de costumbre, me arregle como cada día y desayunamos. Me preparaba para este nuevo día cuando repentinamente a las 8:35am llamaron al teléfono, no había terminado de decir “Hola” cuando escuche a un hombre decir: —Buenos días Diana Caballero, espero que este bien. La llamo para informarle que hoy regresa a su casa — me quede helada al oír esas palabras —, recoja todas sus pertenencias y este lista, la pasaremos buscando por el apartamento a  las 11:00 am. Tendrá una entrevista y después de esto un transporte la llevara hasta su hogar, ya le hemos informado a su familia para que la espere, ¿alguna pregunta? —No, ninguna — ¿Qué podía responder? Simplemente estaba sin palabras, aquello me llego como un balde de agua fría para despertarme. Las chicas del apartamento me observaban y esperaban a que colgara para decirles que había ocurrido durante la llamada. —Perfecto, hasta luego —dijo el hombre que llamo y corto.    Nunca me había imaginado que me llamarían días antes de lo previsto, no me sentía preparada, me sentía desorientada y sin saber que hacer; pese a que me acababan de decir que empacara porque me iba. Me senté en mi cama mientras veía hacia la nada, mis compañeras me rodearon para saber qué había ocurrido.  —¿Está todo bien Diana? Estas pálida — dijo Rut. —¿Quién ha llamado? — Pregunto nerviosa Katty — aunque la que debería de estar nerviosa era yo dije para mi  misma. —Me han llamado para decirme que hoy regreso a casa y que debo recoger todo cuanto antes porque a las 11:00 vendrán a buscarme. —¡¿QUE?! —Grito Marie —, pero si aún faltaban muchos días para eso. —Lo sé; pero eso es lo que me acaban de decir. Sentía que el alma se me iba al suelo     Luego de esa noticia ya  no sabia exactamente como me sentía, tenía una mezcla de emociones y sensaciones  en mi interior: miedo, angustia, ganas de llorar, nauseas, fastidio de saber que debía empacar todo en la maleta. Esto o era como me lo había imaginado, donde en mi última semana me prepararía bien para hacer todo con orden, habría asimilado que mi tiempo había concluido y debía regresar a casa, me despediría de algunas personas y sería perfecto; pero allí estaba con la reciente noticia y a medio arreglar, con mis cosas por toda la habitación, la maleta vacía, dos plantas que me habían regalado y varias cosas que aún no sabía que hacer con ellas, ahora todo me parecía un desastre y de la nada sentí rabia —¿Por qué nadie me había dicho antes? ¿Por qué todo en un mismo día? —  Me parecía como una broma de mal gusto. Y mientras pensaba todo aquello volvió a sonar el teléfono, vi la pantalla y era mi jefe. —Hola — conteste lo serena que pude. —Señorita Caballero, hoy regresa a casa. Espero que tenga todo listo, nos vemos en mi oficina — y tranco la llamada rápidamente. Me hubiera encantado arrojarle el teléfono en ese momento.    Mario Rodríguez, quien era mi jefe, era una persona bastante optimista y le gustaba que todo se hiciera con prontitud y eficacia, pero dejaba de lado las cosas esenciales al tener una conversación, como por ejemplo la educación o el tono de voz adecuado. No me caía mal ni nada; pero en muchas ocasiones habíamos tenido roces por pensamientos distintos sobre como hacer ciertas cosas, sé que era el quien dirigía, pero también nos decía que fuéramos creativos y espontáneos, y al parecer lo mío desencajaba de aquella idea.   Me levante molesta y comencé a buscar mis cosas, distendí la ropa de los ganchos en el armario y la doble, busque mis libros, mis artículos personales, la ropa sucia también, sabanas, las plantas y toda cantidad de cosas que llevaba conmigo. Me di cuenta de que había cosas que no necesitaba como unos zapatos que se veían gastados, una almohada extra, algunos manuales de la empresa, camisas que no planeaba usar, dos pantalones y algunos accesorios. Mis compañeras me veían mientras hacia todas estas cosas, algunas pertenencias se las deje a ellas, durante ese momento ninguna dijo nada porque sabían que no estaba de buen humor, solo se clocaron a hacer sus cosas pues, para mi este tiempo ya había culminado; pero el de los demás seguía y como un ciclo interminable muchos saldríamos, otros estarían y nuevos llegarían, al punto de ignorar la existencia de unos a otros sin darnos cuenta de las pequeñas conexiones que teníamos en común.   Ya había recogido todas mis pertenencias y las metí en la maleta lo más ordenado posible. Mientras hacia todo esto me percaté de que la ropa que llevaba no era con la que pensaba volver, así que busque entre mis cosa y allí guardado en una bolsa se encontraba un hermoso vestido n***o que compre junto a un cinturón azul y unos tacones medianos, los había preparado para esta ocasión y este pequeño desvarío de cálculos no arruinarían mis planes. Me cambie rápidamente la ropa y me coloque el vestido, lucia precioso con su falda con varios vuelos y sus elegantes mangas, me quedaba por encima de las rodillas y fue allí donde me di cuenta que no estaba  rasurada; quería llorar de frustración. Busque una medias panty y se veían bastante bien, en eso camine, me tropecé y se rasgaron dejándolas completamente arruinadas, ¿Qué más podía salir mal hoy?   Como puedo me quito las medias y las arrojo a la basura, ahora solo estamos la máquina de afeitar y yo, busco n poco de espuma y me la unto en mis piernas y comienzo a quitar el vello hasta quedar completamente limpia, me retiro cualquier resto con agua y seco con una toalla, por ultimo me coloco crema para hidratar. Bueno ya no estoy tan mal, verifico mi maquillaje y doy algunos retoques, cambio algunos de mis accesorios y utilizo mi perfume favorito; ya estoy lista y luzco bastante bien, sentía como si el corazón lo tuviera en la garganta, ya solo me quedaban 30 minutos para que me fueran a buscar y la tensión crecía en mi. Rut y Marie se acercaron y me abrazaron durante un rato, luego vinieron Katty y Alejandra e hicieron lo mismo; no quería llorar pero realmente sentía que estallaba, poco a poco algún lagrimas rodaron por mis mejillas y por un momento la presión bajo, Rut me paso un pañuelo para que me limpiara y así o hice. Por ultimo nos tomamos unas fotos de recuerdo. —Diana, te extrañare mucho —dijo Marie con algunas lágrimas en sus ojos —, ¿Cuándo nos volveremos a ver? —No lo sé — negué con la cabeza —; pero estaremos en contacto. Te lo prometo. —No nos olvides Dianita y recuerda que te queremos mucho —me dijo Rut con mucha emoción —, ahora te esperan nuevas cosas por vivir. —Cuídate mucho —agrego Alejandra mientras me entregaba un tipo de cartel con dibujos y un mensaje de despedida que ella misma había hecho. Le di un abrazo y le desee mucho éxito. —Espero que tengas un feliz viaje —dijo Katty. Posiblemente ella no me extrañaría.    Verifique que no se quedara nada, y baje por el elevador con mi pesada maleta y mis plantas, luego bajaron Marie y Rut para acompañarme, salimos y esperamos unos cuantos minutos y en eso se paró un auto n***o frente a nosotras, el hombre que iba dentro bajo el vidrio y me pregunto mi nombre al cual asentí; se bajó del auto y abrió el maletero, me acerque con mi equipaje y él lo coloco dentro, por el gesto que hizo me di cuenta de lo mucho que pesaba. Cuando termino se dirigió a la puerta que estaba a mi lado y la abrió para que entrara; pero antes de entrar me volví hacia mis amigas. —Las extrañare mucho chicas. —Tranquila linda, todo estará bien, solo no olvides mantener el contacto— dijo Rut con una amplia sonrisa. Marie solo guardo silencio mientras sorbía unas lágrimas y se limpiaba el rostro con el dorso de la mano.   Subí al auto, el hombre que me llevaría se veía bastante estresado, posiblemente no estábamos tardando mas de lo necesario. Cuando comenzamos a avanzar saque mi mano agitándola  para despedirme de Rut Y Marie, y poco a poco nos fuimos alejando de aquel lugar. No vivía muy lejos de las oficinas; pero hubiera sido horrible caminar hasta allí con mi pesado equipaje, de momento me dedicaba a pensar en mi futuro, en lo que desconocía, aunque  claro esta de que esto no me llevaría a ningún lado, debía centrarme en el presente y afrontarlo con valentía. Observaba por la ventana los grandes edificios al pasar, los hermosos árboles y el paisaje de aquella ciudad tan concurrida en la cual pase tantas experiencias, me daba nostalgia saber que el tiempo había trascurrido tan rápido; cuando había iniciado me parecían eternos  los meses y me sentía completamente insegura e incapaz de lograr aquella labor, pero al esforzarme por aprender fui creciendo y ya no era la misma. De repente el hombre que conducía me saco de mis pensamientos. —Ya estamos por llegar—  dijo. Al observar bien me di cuenta que llevaba un carnet con su nombre, se llamaba Jose. Tendría unos 35 años mas o menos y se veía que tenía un tiempo considerable en este trabajo. —Está bien, gracias— me limite a decir mas.    Cruzamos una calle y nos estacionamos frente a un edificio mediano, estábamos frente a las oficinas, sentía que me temblaban las piernas. El señor Jose se bajo del auto y abrió la puerta para que yo saliera, después de eso fue en busca de mi maleta, la cual dejo a mi lado. —Hasta aquí la llevo señorita, que tenga un feliz viaje. Subió a su auto y se fue.    Allí estaba, frente al edificio a punto de tener mi última entrevista, avance con paso rápido por la entrada y subí por una rampa por la cual era mas fácil rodar la maleta. Toque un timbre y enseguida abrió la puerta, entre y llegue a un mostrador donde se encontraba una mujer de cabello rubio y lindo rostro, muy bien arreglada como lo exigía este trabajo, ya que nuestra apariencia es la primera impresión que dejamos en las personas, debemos estar pulcros y aseados.  —Buenos días, soy Diana Caballero. Vengo para una entrevista con el Señor Mario Rodríguez.  —Buenos días, señorita Diana. Deme un momento para confirmar— dijo mientras realizaba una breve llamada. —Excelente, ya le informo— la oí decir. —¿Todo bien? — pregunte. —Sí, debe dirigirse al piso 10, allí la estarán esperando— me dedico una agradable sonrisa —. No me extraña que trabaje en esta parte. —¡Oh! Antes de que se me olvide, puede dejar el equipaje aquí para mayor comodidad— señalándome un espacio detrás del mostrador.    Deje el equipaje donde me indicaron y me fui hacia el elevador, dentro había muchas personas de la empresa y una persona encargada de dirigirlo. —Buenos días, ¿a qué piso se dirige?  —Piso 10 por favor.    Mientras subía sentía como me sudaban las manos por los nervios, no sabía que esperar o decir, aproveche de verificar como lucia en el espejo del elevador, no estaba nada mal, aunque supongo que se me notaban los nervios por mi postura algo incomoda. Al llegar a mi destino, di las gracias y  camine hacia donde se encontraba la oficina, había una gran puerta de madera y al lado en un escritorio otra recepcionista, esta iba vestida muy elegante con un vestido blanco y el cabello recogido en un moño alto, era delgada y bastante joven. —Buenos días, vengo a una entrevista con el señor Mario Rodríguez. —Buenos días. Si, ya estamos al tanto— se levantó de la silla donde se encontraba y se dirigió a la puerta, dio unos toques y dijo. — señor Rodríguez, la señorita Caballero acaba de llegar.  —Que pase adelante— escuche sus palabras a lo lejos. Había llegado, en unos momentos ya no seguiría aquí, mi vida cambiaria, seria todo diferente, ¿Qué haría ahora?, ¿Qué me esperaba?
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