Prólogo
Prólogo.
El ritmo de la música vibra a través de mi cuerpo, cada nota se siente como una invitación a dejarme llevar. Mis caderas se mueven con fluidez, como si estuvieran conectadas directamente al latido de la pista. Siento mi cabello rozar suavemente mi espalda desnuda, deslizarse por mis hombros mientras doy vueltas al compás de la melodía. Estoy consciente de las miradas que se clavan en mí, pero no me incomodan; al contrario, me alimentan. Mi vestido n***o, ceñido y escotado, abraza cada curva, revelando más de lo que oculta. Puedo sentir el peso de los ojos recorriendo mi piel expuesta, pero no me detengo.
El ritmo no se detiene cuando siento unas manos fuertes rodear mi cintura. Un hombre moreno, de traje impecable, se ha acercado con seguridad, y sin decir una palabra, deja que sus manos guíen mis movimientos. Sigo bailando, mi cuerpo se adapta al suyo, pero mis pensamientos permanecen claros.
Sin embargo, no es el único que se siente atraído por la energía de la pista. De repente, otro hombre, igual de decidido, se acerca y también me toma con firmeza, su mano posándose en mi brazo, reclamando su espacio. Los dos me rodean, pero yo no me detengo. Al contrario, intensifico mis movimientos, provocadora, disfrutando del control que aún tengo sobre la situación.
Mis labios se curvan en una sonrisa apenas perceptible. Miro al primero, me acerco sin dudarlo y lo beso, un beso lento, lleno de promesas. Apenas se separan nuestros labios cuando giro hacia el otro, y le ofrezco lo mismo, un beso igual de eléctrico.
—Sabía que volverías, hermosa.—me susurró el hombre moreno, su aliento caliente contra mi oído mientras sus manos se aferraban a mi cintura.
—¿Tan seguro estás? —respondí con una sonrisa, desafiándolo, mientras mis caderas seguían moviéndose al ritmo de la música. Lo miré directo a los ojos antes de agregar—. No siempre es tan fácil.
El segundo hombre, que había llegado para unirse a la danza, deslizó su mano por mi brazo, tirando suavemente de mí hacia él.
—No tienes por qué elegir —dijo con seguridad — Podríamos divertirnos los tres.
El aire nocturno del jardín trasero era más fresco, pero el calor de sus cuerpos a mi alrededor mantenía la intensidad en cada segundo. Ambos me tenían firmemente sujetada por la cintura. Sentía sus manos recorrer mi cuerpo, mientras uno de ellos atrapaba mis labios con un beso apasionado y el otro mordía suavemente mi cuello, enviando escalofríos por toda mi piel. Sabía perfectamente lo que les atraía de mí; el deseo en sus miradas lo decía todo.
Pero en un momento me aparté de ellos, tomando el control de la situación. Los miré a ambos, con una sonrisa juguetona en los labios.
—Vamos a un hotel... así nos divertimos de verdad —les dije con voz seductora.
Ambos asintieron, ansiosos, y comenzamos a caminar hacia la salida, buscando uno de sus autos. Sin embargo, antes de llegar, una motocicleta irrumpió en la escena, acercándose a nosotros a toda velocidad. Sentí una punzada de miedo que recorrió mi pecho. Todo pasó en un instante.
Dos hombres sobre la motocicleta sacaron armas sin decir una palabra. El sonido de los disparos rompió la calma de la noche, ensordecedor y brutal. Mis acompañantes cayeron al suelo, sus cuerpos inmóviles en un charco de sangre. El horror me golpeó con fuerza, pero la rabia y la desesperación se apoderaron de mí de inmediato.
—¡Llévenme, maldita sea, llévenme con él! —les grité entre sollozos, pero ellos se alejaron.
Me derrumbé en el suelo, sintiéndome vacía, rota. Al menos sabía que él estaba vivo. Ese infeliz sigue con vida. Es una maldita pesadilla de la que no puedo despertar.
Mi familia... todos están en peligro. Mi abuelo, mis papás, mi hermana. Cada hombre que se me acerca, no importa quién sea, acaba muerto. Un mesero que me sonríe, un compañero del colegio que me invita a salir. Todos ellos mueren de forma horrible, como si fueran castigados solo por cruzarse en mi camino.
No soy dueña de mi vida ni de mi cuerpo. No soy nada más que un trofeo en su maldita colección. Pero lo que me quema el alma, lo que no me deja respirar, es que su obsesión me arrebató lo que más amaba en este mundo él me quitó mi otra mitad del alma y yo lo quiero de regreso. No me importaría morir, si al menos pudiera verlo una última vez.
Sé que estoy destinada a que él regrese por mí. Lo hará, tarde o temprano, matará a cualquiera que se interponga entre nosotros. Pero cuando llegue ese momento... yo lo mataré, yo mataré a Brandon Hierro, lo acabaré.
Notas del Autor:
Buenos días, sean bienvenidos a este nuevo libro. Debo explicar algunos puntos: para empezar, este prólogo está narrado dos años después de los acontecimientos del primer libro. En el siguiente capítulo comenzaremos con el capítulo 1 para que se entienda perfectamente.
Este libro es bastante extenso y contiene escenas de abuso s****l, violencia y secuestro. No es un libro que romantiza la violencia, pero puede ser un poco fuerte, ya que tiene una temática de mafia.
Si desean acompañarme en esta lectura, les agradecería que dejen muchos comentarios y guarden el libro. Serán tres libros; sin embargo, iremos avanzando poco a poco con las actualizaciones, las cuales hago con mucha frecuencia. ¡Muchas gracias!
Diego