Capítulo 6

1758 Palabras
Luciana pasó todo el día con su madre, nunca imaginó que alguna vez la iba a ver así, postrada en una cama, con el rostro desencajado, sin poder moverse o hablar correctamente. Los médicos le dijeron que iba a necesitar terapias y asistencia personalizada, por lo que Luciana les pidió que la trasladaran a una clínica especializada, puesto que ya no se iba a poder valer por ella misma. Estaba terminando de hablar con el doctor, cuando llegó doña Juana, había ido a cerciorarse de que la hija de doña Catalina, hubiera llegado a hacerse cargo de la situación. Cuando doña Juana la vio, no lo podía creer, aquella mujer apagada, insegura e insignificante, peinada con trenzas y vestida con largas faldas de colores opacos y telas de mala calidad, se había convertido en toda una dama de sociedad, casi no la reconoció vestida con ropa que a leguas de distancia, se veía que era de diseñador, zapatos de tacón de marca reconocida y con un bolso de más de ochenta mil pesos. —¿Luciana? Casi no te reconozco mujer, qué cambiada estás. —Buenos días doña Juana, le agradezco mucho que se haya tomado la molestia de acompañar a mi madre y de que la haya traído a este hospital, si me permite, le pagaré todo lo que haya gastado. —No tienes nada que agradecer, simplemente me tocó hacer por ella, lo que su familia no hizo. Luciana respiró profundamente, sabía el doble sentido que llevaban las palabras de Doña Juana, pero ella no iba a darle explicaciones. —Y siempre se lo voy a agradecer, lamentablemente mi madre, ya no va a poder volver a sus labores de la iglesia, su condición ya no le permitirá valerse por sí misma, así que la llevarán a una clínica especializada. —¡Pero como! ¿La van a recluir en un asilo? Ese el colmo de la ingratitud, no cabe duda de que “cría cuervos y te sacarán los ojos” tu obligación como hija y como buena cristiana, es cuidar de tu madre, ahora que más te necesita, así como ella cuidó de ti y de tu hija. —Mire doña Juana, con todo el respeto que usted se merece, lo que yo, decida, hacer con mi madre, es asunto mío y de nadie más, con su permiso. Doña Juana se quedó pasmada, nunca se imaginó el desplante por parte de Luciana. Luciana en cambio, estaba indignada, por la intromisión de esa mujer, ¿Qué sabía ella de “lo bien” que Catalina cuido de su nieta? Solo ellas sabían todo lo que Catalina las hizo sufrir, y no, no era venganza, ni tampoco le daba gusto ver a su madre en ese estado, pero ya se había a cabos la época de sumisión y obediencia. Le indicaron que ya iban a trasladar a Catalina en una ambulancia, así que pasó a la recepción para liquidar la cuenta del hospital. —¿Cómo que ya está pagada? ¿Me puede decir quien fue la persona que pagó? —Claro que sí, permítame… Diego Ferrer, la tarjeta de crédito, está a nombre de Diego Ferrer. A Luciana le sorprendió mucho saber que, hubiera sido el padre de sus nietos, la persona que pagó por la hospitalización de su madre, pero supuso, que lo había hecho, por petición de doña Juana y por el amor que alguna vez le había tenido a Sofía. Por un momento pensó en buscarlo para agradecerle y para pagarle, pero después pensó que era mejor no hacerlo, él era un hombre casado, y a ella le dolió mucho, ver sufrir a su hija por su causa, aunque él, no la hubiera lastimado directamente. Subió en la ambulancia junto a su madre y la acompañó hasta la clínica especializada en cuidados geriátricos. Pagó un año por adelantado y se comprometió a visitarla cada que pudiera, ella, al igual que su hija, ya tenía una vida en Nueva York, y no quería estar lejos de su hija y de sus nietos por mucho tiempo, así que, apenas la dejó perfectamente instalada, se despidió de ella y volvió a Manhattan, no sin antes ir a visitar al padre Julián para saludarlo, confesarse, porque hacía mucho tiempo que no lo hacía, también fue a su casa, se encargó de hacer la limpieza, vaciar la nevera y de llevar a la iglesia toda la despensa y las cosas que pudieran servir para ayudar a quien lo necesitara. Solo dos días estuvo fuera, pero extrañaba mucho a su familia. Cuando estuvo de regreso en el penthouse, prefirió no decirle a Sofía que Diego había pagado la cuenta, era preferible no recordarle su pasado. ──────────❁────────── Diego y Mauricio llegaron a Nueva York, y se hospedaron en un lujoso hotel, el mismo en el que Mauricio, había contratado un gran salón para su desfile, el primer impulso de diego, fue ir directamente a la casa de modas Just Style, la firma de Austin, y preguntar directamente por Sofía, pero debía ser muy cauteloso, no quería, por ningún motivo alterar su vida, si es que ya lo había olvidado. Mauricio se sumergió en un mar de preparativos para su gran evento, su firma, era de las pocas de América Latina, que tenía el privilegio de ser invitada especial en un evento tan importante, en el mundo de la moda. Diego, aprovechó para visitar algunas otras casas de modas y promocionar sus telas, lo importante era, encontrar un motivo para estar ahí y encontrar a Sofía “por casualidad” Se hizo de un calendario de presentaciones e iba preparado para aprovechar cada desfile, para promocionar su catálogo de telas, su nombre, era conocido entre la mayoría de los diseñadores europeos, porque ya conocían la calidad de sus telas. Mauricio, tenía preparado todo para su desfile, contaba con una tienda en la quinta avenida y su firma tenía buena presencia entre los mejores del mundo. Asistieron juntos al desfile de Inauguración, a cargo de la diseñadora Carolina Herrera, por supuesto, la alfombra roja era todo un suceso, no podían faltar las grandes editoriales, como la revista Vogue, entre otras, para cubrir el evento, ante la llegada de tantas celebridades. Diego y Mauricio causaron sensación, Mauricio, ya tenía un nombre en el mundo de la moda, pero no era común ver llegar a dos hombres juntos, solos, a un desfile de modas, así que las entrevistas no se hicieron esperar. —Mi mujer no pudo acompañarme —Dijo Mauricio ante las cámaras—, así que, me traje a un amigo, “hermano, sálvame de tan bellas mujeres” No puedes permitir que sea infiel —Bromeó. Caminaron hacia donde les indicaron, para tomar sus lugares, y fue entonces cuando Diego la vio. Estaba mucho más hermosa que nunca, vestida con un hermoso vestido, que no dejaba de ser una creación de John Austin, y que era obvio, estaba siendo modelado de una manera espectacular e indirecta. Cuando la vio, ella estaba sola, posando para las cámaras, dio unos pasos para verla de cerca, pero sintió un profundo dolor de estómago cuando vio que no estaba sola, John se había quedado atrás, dando una entrevista y en cuestión de segundos, ya estaba allí rodeándola por la cintura y saludando hacia las cámaras, presumiendo a la hermosa mujer que lo acompañaba, como si fuera un trofeo, más preciado. Diego retrocedió, no era el momento de hablarle, era el primer desfile de la temporada y tenía tiempo para encontrar un mejor momento. Sofía se veía espectacular, el vestido que llevaba, era una colaboración que había hecho con John, ella no sólo era una modelo de cara bonita y cuerpo perfecto, también se había convertido en la mano de recha de John, y había descubierto que tenía talento para el diseño. Todos los invitados tomaron sus lugares, el desfile comenzó y la pasarela, fue todo un éxito, pero las cámaras y los invitados dirigieron su mirada hacia un invitado muy entusiasta, que comenzó a aplaudir y se puso de pie. Sofía estiró el cuello lo más que pudo, pero desde donde estaba, no podía verlo por porque una columna le estorbaba, pero la voz de una mujer sentada junto a ella, hizo que le diera curiosidad. —Por dios, ¡Qué hombre tan guapo! —Dijo en voz alta a su compañera —Sí, seguramente es pareja de una de las modelos, o de la propia Carolina, porque no es normal que un hombre, se muestre tan entusiasmado. Después del evento por supuesto un brindis para festejar el éxito, Diego buscaba con la mirada a John y a su acompañante, pero no los encontraba. Caminó hasta la barra y pidió una copa, dos mujeres hablaban y él no pudo contener la curiosidad cuando escuchó que hablaban de Austin. —¿Quién es la mujer que acompaña a Austin a todos lados? —Unos dicen que es una modelo exclusiva de la marca, pero se rumora, que Austin y ella se casaron a escondidas, hace algunos años. A Diego se le movió al piso al escuchar lo que esas mujeres decían, Sofía, su Sofía, ya estaba casada con otro hombre. Esa noche, por más que la buscó, ya no volvió a verla, él y Mauricio salieron a cenar y a bailar con unas modelos, la chica que iba destinada y más que dispuesta a estar con él, intentó seducirlo de mil maneras, pero cuando Mauricio se fue al hotel con la otra chica, él solo escapó de los brazos de una hermosa chica. Él tenía el número de teléfono personal de Austin, pero debía saber más acerca de la relación que lo unía a Sofía, no podía simplemente llamar y decir, he venido por ella, porque no sabía, si todavía era correspondido, habían pasado demasiados años, y a pesar de que John Austin era mayor, seguía siendo atractivo, y capaz de hacer que cualquier mujer, se enamorara de él. Esa noche sacó de su maleta el diario de su amada, lo había llevado con él, lo necesitaba para sentirla cerca, cerraba sus ojos y veía su nueva imagen, siempre fue preciosa, su belleza al natural era inigualable, pero ahora, los años le habían dado una madurez exquisita, se veía radiante, como toda una diosa. Le dolía imaginarla en los brazos de John, despertó sudando al soñarla haciendo el amor con un hombre que no era él, era una tortura, pero saberla tan cerca, le daba una ligera esperanza de reconquistar su amor.
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