Mis ojos se abren sorprendidos, las estocadas de mi corazón son lo único que escucho en este momento. El ruido de las detonaciones se esfuma mientras los ojos de Sertan están clavados en mí, él no hace ademán ni un mínimo movimiento de alejarse de mí, de dejar de cubrirme con su cuerpo. ¿Acaso está protegiéndome? ¿Por qué alguien como él haría eso?
Acerca su mano libre a mi cabello, apartándolo y corta más la distancia de su rostro con el mío. Su aliento palpa la curvatura de mi cuello.
―No te muevas, no te levantes de aquí hasta que vuelva por ti ―ordena con su voz en jadeos roncos―. Dime si me escuchaste y si harás caso una vez en tu jodida vida.
Asiento con mi cabeza.
―Sí. ―Digo luego de pasar saliva con dificultad.
El perfume costoso y amaderado de Sertan se queda sobre mí, i
