Capítulo 1
Isabella Reynolds caminaba con gracia por las abarrotadas calles de Nueva York, aunque sus ojos observaban el mundo a través de un oscuro secreto. Su aparente discapacidad visual la convertía en un enigma para quienes la rodeaban. Después de perder a sus padres en un trágico accidente automovilístico, Isabella decidió ocultar su aguda visión tras unas gafas de sol oscuras y un bastón blanco.
La joven, de cabello ébano y porte elegante, encontraba consuelo en el anonimato que su supuesta ceguera le proporcionaba. Sin embargo, su vida estaba destinada a cambiar cuando Emily, una amiga de la infancia, ideó un plan que alteraría su tranquila existencia.
En otra parte de la ciudad, Alexander Harrington, un hombre de negocios exitoso pero desatendido en el ámbito del amor, llevaba una vida solitaria. Su apariencia desaliñada y gruesos lentes le valieron el título de "el millonario feo" en los círculos sociales. Aunque disfrutaba de su fortuna, la soledad se apoderaba de él.
La casualidad, o quizás el destino, los llevó a cruzar sus caminos en un lujoso restaurante con vistas panorámicas. Emily, la artífice de esta extraña unión, reunió a Isabella y Alexander en una mesa elegantemente decorada. La luz de las velas destellaba en sus ojos mientras Emily presentaba su propuesta: un matrimonio por contrato.
Isabella, con su habilidad para percibir más allá de sus gafas oscuras, observó a Alexander con atención. Un hombre de aspecto peculiar pero con una riqueza que podría ofrecerle la estabilidad que anhelaba. Por otro lado, Alexander, intrigado por la misteriosa belleza de Isabella, vio en este acuerdo una oportunidad para romper con la monotonía de su vida.
La propuesta resonó en la atmósfera del restaurante, dejando a ambos protagonistas sorprendidos y con una decisión que tomar. A pesar de sus dudas, la lógica les indicaba que este acuerdo sería beneficioso para ambos. Así nació el pacto inusual.
Los días que siguieron fueron testigos de los preparativos para la boda. Entre probadores de vestidos y elecciones de flores, Isabella y Alexander comenzaron a conocerse mejor. Aunque la relación se basaba en el pragmatismo y la conveniencia, las conversaciones revelaban aspectos más íntimos de sus vidas.
El día de la boda llegó con una ciudad iluminada en celebración. Isabella caminó hacia el altar, su rostro inmutable tras las gafas oscuras. Los votos resonaron en la sala, marcando el comienzo de un matrimonio poco convencional.
Al instalarse en la mansión de Alexander, la pareja comenzó a explorar los intrincados pasillos de su nuevo hogar. Isabella, con su fachada de ceguera, tocaba cada objeto como si buscara encontrar seguridad en la oscuridad. Mientras compartían la vida cotidiana, la extrañeza de la situación se volvía evidente, pero también lo hacía una extraña conexión entre ellos.
Así inició esta historia de matrimonio por contrato, una narrativa en la que dos almas perdidas en la penumbra del engaño podrían, tal vez, encontrar la luz del amor entre sombras inesperadas.