capitulo 4

1998 Palabras
Tengo la sensación de que no sabe nada. Mientras miro a este diablo ante mí, pienso en ese día en el cementerio cuando juré venganza. Esto es solo el comienzo. Pa carraspea y se pone de pie. Yo también. —Es un placer hacer negocios contigo, Riccardo—dice él—. Me pondré en contacto con la Hermandad y les haré saber lo que está sucediendo en cuanto a tus derechos. Ricardo le devuelve la mirada sabiendo que no tiene apoyo para un reclamo. Salimos, dejándolo con sus pensamientos. Justo donde lo queremos. Él sabe que solo va cuesta abajo desde aquí. Los hombres nos siguen. Papá y yo nos detenemos en los escalones cuando salimos. Miro los terrenos de la mansión. Es hermosa y vale millones con el diseño y la tierra que la rodea. —Deberíamos habernos quedado con la propiedad también—le digo. —No, tenemos que dejarlo con una base para que podamos ver sus próximos movimientos—me responde Pa—. El hogar es donde está el corazón, incluso para aquellos con almas oscuras. Estará planeando sus próximos movimientos aquí mismo. —Sí, me lo imagino—coincido. Solo quería dejarlo realmente en la mierda, ponerlo en el borde de la carretera con una bolsa de papel, si podía. Y todavía no sería suficiente. —Intentará algunas cosas. Lo hemos lisiado a lo grande, pero no lo subestimes. —No lo haré. Apoya una mano en mi hombro. El orgullo crece en sus ojos. Para mí ver eso en un hombre como él es un gran logro. Mi padre es el tipo de hombre que pasó por el infierno y regresó. Gobierna con puño de hierro que muestra el alcance de su poder. Lo he visto en su punto más bajo, cortado al ras como hierba y en su punto más alto. Y ahí es donde está ahora, y es un honor para mí ocupar sus zapatos. El hecho de que me eligiera por encima de Andreas es un honor que me llevaré a la tumba, aunque me sienta mal por haber sido elegido para liderar la familia sobre mi hermano mayor. —Estás listo para ser el jefe. Actuaste como uno hoy. Agacho la cabeza con reverencia ante sus palabras. —Mi agradecimiento a ti, padre. —Terminaré la transferencia de los activos más tarde hoy, en preparación para la ceremonia. Luego están las reuniones del Sindicato. Te iniciaré y pasaré los próximos meses entrenándote. Entonces eso será todo. Eso será todo. Y formaré un nuevo liderazgo con mis hermanos. —Gracias. Pa apoya su mano en mi hombro y asiente. —Dejemos este lugar, Ivanov . No hagas esperar a tu mujer. —No, no lo haré. Su rostro se endurece y sé que no tiene compasión cuando se trata de Anastasia. —Asegúrate de que sepa quién manda ahora. Asegúrate de que sepa a quién pertenece. Implacable. Eso es lo que quiere que sea. No tengo ningún problema con eso. No tengo ningún problema en mostrarle a quién pertenece ella. Mi jodida polla ha estado dura por ella desde la primera vez que la vi en el estúpido baile. No tendré problemas para romper a mi nuevo juguete. ************ Anastasia  El miedo me golpeó en el momento en que salí del coche. Entonces vi la casa. Una mansión sobre la playa. Oscura y premonitoria como Ivanov . La propiedad parecía enorme, como si se extendiera eternamente, y a la luz de la luna todo lo que podía ver era tierra y la suave brisa del mar entrando y saliendo de la costa. Riqueza. Eso es lo que decía todo. Dinero y poder. Dinero y poder suficiente para comprar a una persona. Cada vez que tenía miedo, solía correr hacia Jacob, o al menos llamarlo. Esta noche no puedo hacer ninguna de las dos cosas. No puedo salir de este lugar, y mi teléfono fue lo primero que me quitaron una vez que entramos a la casa. Una anciana había llegado a la puerta. La curiosidad llenaba sus rasgos. Aunque no me dijo nada mientras los hombres entraban, capté un destello de curiosidad en sus ojos y reconocí que era miedo. Los hombres me llevaron por una amplia escalera hasta el primer piso, donde continuamos hasta la habitación en la que estoy ahora. Encendieron las luces y me dejaron. Eso fue hace aproximadamente media hora, pero parece una eternidad. No estoy segura de qué es peor: quedarme sola con mis pensamientos o estar cerca de estas personas, asustada y esperando lo que se supone que sucederá a continuación. La habitación en la que estoy es enorme, el suelo es de madera, tiene una cama con dosel, grandes muebles de caoba y una pared entera hecha de vidrio que tiene una vista impresionante del mar y las formaciones rocosas contra la playa. Con el resplandor de la luz plateada de la luna, parece un destello de un cuento de hadas. Pero este no es un cuento de hadas. Siento como que estoy atrapada en una película de Tim Burton, atrapada en una pesadilla de la que no puedo escapar. Me hundí en el suelo con la espalda contra la pared y me permití llorar. Tengo miedo y me siento mal. Siento que voy a vomitar. La última vez que me sentí tan conmovida fue cuando mamá estaba enferma y sabíamos que no había nada que pudiéramos hacer por ella. Sabíamos que iba a morir. Fue Jacob quien estuvo ahí para mí porque mi padre lidió con su dolor evitando a todos. Incluyéndome a mí. Pienso en Jacob y sé que estará preocupado. Me llamará y no obtendrá respuesta, se preocupará más. Apuesto también a que irá a la casa por la mañana para comprobarme, solo para asegurarse de que estoy bien. ¿Le dirá papá lo que me pasó? Lo dudo. Jacob se pondrá loco y no sería bueno para él si lo hiciera. Hay un lado de mi padre que ya había vislumbrado, pero que no había visto conmigo hasta esta noche. Mientras apretaba mi mano como si fuera a romperla si yo desobedecía, sentí la desesperación. Yo nunca quería que nadie saliese lastimado. Nunca querría que Jacob saliera lastimado solo por conocerme y tratar de ser mi amigo, por protegerme. Hace ni siquiera unas pocas horas, mis pensamientos estaban todos consumidos por irme a Florencia mañana. Ahora, mi sueño es solo eso… un sueño. Una cosa que mi corazón desea. Tengo que dejar todo eso a un lado para pensar en lo que me está pasando aquí y ahora. La realidad es ésta: se supone que debo casarme y vivir con Ivanov D'Agostino por el resto de mi vida, ¿y se supone que debo aceptar eso? ¿Cómo? No puedo creer que mi padre me hiciera esto. Y de manera realista, ¿ahora qué? Estoy en este dormitorio. ¿Es de él? Debe serlo. ¿Por qué me llevarían a otra habitación si le pertenezco? Esta habitación debe ser suya. Nadie me habló en absoluto. Nadie dijo nada, ni a mí, ni a nadie más. Simplemente me depositaron aquí como lo que soy y se fueron. ¿Qué pasará cuando regrese? ¿Tomará mi virginidad? ¿Le importará que sea virgen? A los hombres como él no les importa. Ellos toman. Estaré aquí por sexo. No seré tan estúpida como para pensar que él también será mío. Como papá, él tendrá a sus mujeres. Ya sé que será así. Solo por como él se ve. Nunca quise que mi vida fuera así. Cuando me casara, siempre esperé que fuera por amor. Que yo estuviese enamorada. Esto es una completa mierda. El picaporte de la puerta del dormitorio gira y casi salgo de mi piel. La puerta cruje al abrirse y lo veo. Él está aquí. Ivanov se para en el marco de la puerta mirándome. Parece más alto, y cuanto más me mira, más intensos parecen esos penetrantes ojos azules contra su piel aceitunada. La respiración se me atasca en la garganta y mi corazón se acelera. Aterrorizada, me pongo de pie cuando entra y cierra la puerta detrás de él. Me encuentro con ganas de apartar la mirada, pero al mismo tiempo su llamativa apariencia atrae mi atención y clavo la mirada en él, lo que me dificulta concentrarme. Creo que me resultaría más fácil si no fuera tan ridículamente hermoso. Es el tipo de hombre al que naturalmente mirarías fijamente. Estoy paralizada bajo el peso de su mirada, y la anticipación por lo que va a hacer me dan ganas de correr. Correr lejos y nunca mirar atrás. Él se me acerca pero se detiene a unos pasos de distancia, todavía elevándose sobre mí. El aroma de su loción para después de afeitar me llena la nariz. Aprieto los dientes. —Hay una cama para que te acuestes. No tienes que dormir en el suelo—dice rompiendo el silencio. Insegura de qué decir, decido no responder. —A menos que te guste el suelo—añade. Su voz se vuelve más profunda a medida que desciende, y mis nervios se dispersan cuando me mira de pies a cabeza, evaluándome. Mide alrededor de un metro noventa y cinco, mientras que yo mido un metro cincuenta y ocho. Se siente como un gigante a mi lado. —Esto no está bien—digo con voz ronca. Mi voz suena débil y cansada, extraña a mis oídos. No sueno como la mujer fuerte para la que mi madre me crio. No me escucho como la mujer que era esta mañana cuando me desperté y me dije que iba a conquistar el mundo y ser la mejor versión de mí misma que pudiese. —¿Qué? —Las comisuras de sus labios se convierten en una suave sonrisa, revelando unos perfectos dientes blancos. Por supuesto, su sonrisa también es hermosa y cautivadora. Quizás eso es lo que usa para intimidar a las personas. —Tú no puedes hacer esto. No puedes tenerme—le contesto, tratando de estabilizar mi corazón para que no salte de mi pecho. —La hoja de papel que firmamos antes dice algo diferente, Principessa. Principessa... Si quiere decir esa palabra en relación a que soy una mocosa malcriada, está equivocado. No lo soy. Nunca lo he sido. Sí, puede que nunca haya deseado nada en mi vida, pero eso no significa que me dieron todo, solo porque yo lo quería. —No me conoces—le respondo. —No es necesario. —Tienes razón, no necesitas hacerlo para saber que esto está mal. Debe haber alguna otra forma en que mi padre pueda devolverte el dinero. Déjame ir. — Estoy orgullosa de mí misma por el pequeño discurso, pero el orgullo se desvanece cuando una risa profunda retumba dentro de las paredes de su duro pecho. —Soy a quien se le debe. Elijo cómo quiero que me paguen. Yo elijo lo que quiero llevarme. —Entonces, ¿me elegiste a mí? —Le doy una mirada de incredulidad—. ¿Por qué diablos me elegirías? Tan pronto como las palabras salen de mis labios, me siento completamente estúpida. Soy la heredera de mi padre y obtengo la herencia de la familia Balesteri cuando cumpla los veintiún años. Solo mi herencia vale varios millones. Ese contrato estipulaba que Ivanov se quedaría con todo. —Mi querida Principessa, realmente estás viviendo en la oscuridad. —Él sonríe, revelando un hoyuelo en su mejilla izquierda. —Debe haber alguna otra forma. —Estoy seguro de que sí, excepto que he hecho exactamente lo que quería hacer—responde él. Mi corazón se aprieta. Se siente como si me hubieran quitado una alfombra de debajo de los pies. Este es el hombre con el que se supone que debo casarme. Si bien parece un príncipe de cuento de hadas, no lo es. Mis labios se abren, pero me quedo sin palabras.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR