-¡Señorita Summers! – salto de mi asiento por el susto ante tal grito y porque a él no le gusta que lo hagan esperar -. -Se-señor… -¿Ya están esas memorias? -S-sí, se las mandé a su correo justo cuando me llamó – me miro las manos, que me sudan por los nervios -. -Ah, sí… aquí están – dice revisando el ordenador, se pone de pie y toma su chaqueta -. Vamos al departamento de diseño. Camina hacia la puerta y yo lo sigo de cerca, él se voltea, mirándome con molestia. -Trate de mantenerse a la distancia que corresponde, no me gusta que la gente se me pegue. -Di-disculpe – le digo en un susurro y con el rostro encendido -. Subimos al ascensor, él ingresa primero y yo me quedo en una esquina, mirando siempre hacia abajo. Cuando las puertas se abren, él sale y yo le sigo a una distancia p

