Tu rock, mi pop

Seguir soñando, siempre 1 Era un hecho. Ya nadie podía negar que sus sueños se habían vuelto realidad. Oía los aplausos y sus mejillas comenzaban a dolerle debido a que su sonrisa no podía ser más grande. Albana lo había conseguido. Era la protagonista de aquel musical que la encontraba con su cuerpo cubierto de purpurina, un enorme vestido con miriñaque y su cabello extremadamente tieso debido al fijador, cosas que no podían molestarle menos, ya que por fin había finalizado aquella primera función y a juzgar por el rugido del público, la misma había sido el éxito que tanto había anhelado. Si bien apenas tenía 25 años, ella sentía que habían pasado siglos desde que había decidido dejarlo todo por sus sueños. En medio de los vítores y los papelitos cayendo recordó sus noches de llanto, el frío de aquel pequeño monoambiente en el que había vivido en Buenos Aires, la necesidad de fingir en cada llamado a su madre, las innumerables veces en las que había estado apunto de bajar los brazos y regresar a su provincia, las latas de atún, el arroz pastoso, el agua helada, las lágrimas… Las mismas que ahora brotaban de sus ojos con un sentimiento completamente opuesto que le brindaba la sensación placentera de que a partir de ese momento, nada podría salir mal. Y sin embargo… -¡Estuviste fantástica, Albita! Mejor que nunca.- le dijo Pablo, intentando sonar serio con su maquillaje exagerado y su traje de príncipe del siglo pasado. -¡Vos también, esto es increíble!- respondió ella lanzándose a sus brazos con entusiasmo. Siempre había sido una chica cariñosa, le encantaba regalar sus gestos a quien consideraba que los merecía, nunca mendigaba un abrazo, un beso o una cairica, así era ella, sonriente a pesar de las adversidades, capaz de encontrar el lado positivo en medio del peor naufragio y agradecida de la vida, aunque hasta ese momento la hubiera enfrentado a adversidades. Pablo la hizo girar en sus brazos, mientras el telón se cerraba y los bailarines emitían gritos de algarabía y excitación. Aquel era un mundo lleno de histrionismo, los pasillos de un teatro nunca se cansaban de sorprenderse, la energía de los camarines siempre acompañaba lo que fuera que sus ocupantes desearan. Vocalizaciones, estiramientos, llantos exagerados, maquillajes estridentes, amoríos de unas horas y novelescas historias de amor interminables. Todo era surrealista de aquel lado del escenario y justamente por eso, Albana había aprendido a disfrutarlo, esa era la vida que siempre había soñado y estaba dispuesta a aferrarse a ella sin dudarlo. -¡Sale festejo after show! - gritó Rita, una de las bailarinas más antiguas de la compañía, con esa voz grave que no lograba sonar como ella hubiera deseado. -¡Vamos al lugar de siempre! ¡Es momento de pavonear nuestro éxito delante de los incrédulos habitués del under!- agregó Polly, otro de los bailarines, sin intentar siquiera quitarse el maquillaje. Albana los observaba sonriendo, estaba tan feliz que ni siquiera se había detenido a pensar en el hecho de que sus padres no hubieran logrado llegar al estreno. La provincia de Neuquén quedaba lejos y los pasajes eran costoso, era lógico que así hubiera sido. Como solía hacer se concentró en el futuro, en el momento en el que cobrara su primer sueldo y pudiera regalarles la visita con estadía en el mejor hotel de Buenos Aires. -¿Ni siquiera van a cambiarse?- les preguntó divertida mientras tomaba asiento para desatar el miriñaque y volver a respirar con alivio. -No hay tiempo que perder, aparte así es más impactante.- respondió Rita haciendo un gesto gracioso al que ella respondió con una risa sincera. -Super impactante.- agregó quitándose el vestido para quedarse apenas con una malla de baile y sus medias color marfil repletas de brillos por doquier. -Vos tampoco deberías perder tiempo en quitarte el maquillaje.- oyó en la voz dulce de Pablo e inmediatamente su rostro perdió el color rosado para volverse pálido. -¿Qué hora es?- preguntó husmeando en su bolso para encontrar su teléfono con desesperación. -Hora de que corras si no querés perderte el compromiso de tu mejor amiga.- respondió Pablo conteniendo la risa al ver sus torpes intentos de apresurarse. Y mientras todos regresaban a los gritos eufóricos y bailes improvisados, Albana hizo lo que pudo por estar decente para una fiesta de compromiso, aunque en esta ocasión sus intentos hubieran resultado escasos.