Capítulo 4

1215 Palabras
Me sentí como si hubiera sido golpeada en el estómago. Entendí todo. Oliver había estado engañándome con Amy y eso ya no le importa ocultarlo de mi. De repente, el celular de Oliver sonó. Miró la pantalla y se puso nervioso. Me quede parada, tratando de mantener la compostura mientras Oliver salía de la habitación sin mirar atrás. Sentía mi respiración acelerarse, y un nudo formarse en mi garganta. El miedo y la rabia me golpeaban como una ola, pero me esforcé por no dejarme llevar por esas emociones. Sin embargo, apenas escuché el sonido de la puerta cerrándose, sentí como si el suelo bajo mis pies hubiera desaparecido. Corrí al baño, cerré la puerta tras de mí y apenas logré llegar al lavabo antes de que el vómito subiera desde lo más profundo de mi estómago. Me quedé allí, inclinada sobre el lavabo, con las manos temblorosas y el corazón latiendo con fuerza. Las lágrimas comenzaron a caer, y por unos momentos no pude hacer otra cosa que Ilorar en silencio. El engaño de Oliver me había destrozado por dentro. Me sentía traicionada, humillada y despojada de mi dignidad. El hombre con quien había decidido pasar el resto de mi vida había mostrado su verdadero rostro, y no podía soportarlo. Pero también sabía que no podía derrumbarme, no podía permitirme mostrar debilidad. Había mucho en juego, tanto personal como profesionalmente. Después de unos minutos, me enderecé y me enjuagué la boca, mirándome en el espejo con ojos enrojecidos. Mi reflejo me devolvía la mirada de una mujer herida, pero también de alguien que no se rendiría fácilmente. No había llegado tan lejos en mi carrera para dejar que todo se desmoronara ahora. Tenía que encontrar la manera de manejar esta situación, tanto en mi vida personal como en el trabajo. Debía pensar con claridad, actuar con precisión, y lo más importante, no dejar que Oliver o Amy ganaran la partida. Salí del baño, mi mente corriendo a mil por hora. Había varias cosas que debía resolver. Primero, Amy. No podía permitir que esa mujer se saliera con la suya. Y luego estaba Oliver, quien se estaba volviendo más descarado con cada día que pasaba. Había algo oscuro en la forma en que el había reaccionado ante mi rechazo, algo que me asustaba, pero también me enfurecía. Tenía que enfrentar a ambos, pero necesitaba un plan. La idea de Amy como mi secretaria me horrorizaba. No podía imaginar pasar cada día en la oficina viendo a esa mujer, sabiendo lo que había hecho. Pero Oliver había sido claro; estaba decidido a colocar a Amy cerca de mí. Lo más insultante era que el lo presentaba como un favor, como si estuviera haciendo algo por mi bien. —Voy a poner a Amy como tu secretaria para que te ayude, si eso te hace feliz—me había dicho, como si fuera la solución a todos mis problemas. Casi me reí en su cara cuando él lo mencionó, pero conseguí mantener una expresión neutral. —La persona que yo recomendé es muy competente— respondí con toda la calma que pude reunir. Oliver, sin embargo, no estaba interesado en escuchar razones. —Lo sé, cariño, pero Amy también es muy buena en su trabajo. Y además, solo intento ayudar a mi hermanastra. Después de lo que pasó con su compromiso, necesita algo que la mantenga ocupada. Estoy seguro de que te será util en la oficina— La idea de que Amy pudiera ser útil de cualquier manera solo me enfurecía más. Sabía que Oliver estaba manipulándome, usando su poder para imponer su voluntad. —Oliver—le dije. —no quiero que ella esté en mi oficina. No confío en ella. Esto no es profesional— Pero Oliver no quería escuchar razones. —Floria—dijo mientras se acercaba a mí con una sonrisa suave pero llena de malicia. —yo solo quiero lo mejor para ti. Amy estará trabajando para ti, te lo prometo. Además, no olvides que yo trabajo para ti también querida— Luego, sin previo aviso, me besó con fuerza, presionando su cuerpo contra el mío. Sentí su mano deslizarse bajo mi camisa, desabrochando mi sujetador con un movimiento hábil y rápido. Mi mente luchaba por asimilar lo que estaba pasando. Sentía asco, rechazo y desesperación al mismo tiempo. —Oliver, no quiero... No me siento bien para esto- murmuro, tratando de apartarlo suavemente. Oliver ignoró mis palabras, besándome con más insistencia. —No puedes mentirme, Floria. No es tu periodo. Te conozco, y sé que solo estás buscando una excusa para evitarlo—. Su tono era acusador, casi cruel, como si mi negativa fuera una ofensa personal. —Es ridículo, ya ha pasado una semana entera desde la última vez. ¿Qué pasa contigo?— Finalmente, no pude más. La rabia, el dolor y la frustración se desbordaron. —¡No quiero hacerlo porque sé que lo hiciste con otra! ¡No puedo soportar la idea de que me toques después de haber estado con ella!— Mi voz tembló al final, pero no me eché atrás. Oliver se detuvo, mirándome con una expresión que mezclaba sorpresa e incredulidad. Pero esa sorpresa se convirtió rápidamente en furia. —¿Qué estás diciendo? ¡Estás loca, Floria! ¡No he hecho nada! — Grito, levantándose y alejándose de mí con un gesto violento. —Lo sé, Oliver—lo miré fijamente, sintiendo que mis ojos se llenaban de lágrimas nuevamente, pero las contuve. —Sé lo que has hecho, y ya no quiero seguir fingiendo. No puedo hacerlo. No más— Oliver no respondió de inmediato. Se quedó en silencio por un momento, respirando con dificultad mientras me miraba con una mezcla de desprecio y confusión. Finalmente, sin decir una palabra más, se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta con fuerza detrás de él. Me quedé en la cama, sintiendo que mi mundo se desmoronaba una vez más. Sabía que esto no había terminado. Oliver no era alguien que dejara las cosas así, especialmente después de haber sido acusado de algo que él siempre negaría. La situación solo se complicaría, pero también sabía que no podía seguir viviendo así. Necesitaba encontrar una salida, un camino hacia la libertad, hacia una vida donde no tuviera que lidiar con las mentiras y las traiciones de mi esposo. Tomé una respiración profunda y me levanté lentamente de la cama. Necesitaba despejar mi mente, encontrar fuerzas dentro de mí misma para lo que estaba por venir. Decidí que lo mejor sería concentrarme en el trabajo, en el contrato con Di Bernardi. Esa sería mi prioridad, mi forma de recuperar algo de control sobre mi vida. Me dirigí hacia mi oficina en casa, donde tenía una pila de documentos esperando por mí. El trabajo siempre había sido mi refugio, mi forma de escapar de los problemas personales. Sabía que si lograba cerrar ese contrato, al menos tendría un sentido de logro, algo positivo en medio de todo el caos. A medida que avanzaba la noche, me perdí en el trabajo, revisando y organizando cada detalle del proyecto Di Bernardi. Pero en el fondo de mi mente, la imagen de Amy y Oliver seguía apareciendo, una sombra que no podía ignorar.
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