—Señorita Floria Hunt.—
Al escuchar mi nombre, levanté la vista justo cuando Frankly, uno de los del departamento de Oliver, se asomó a la puerta. Sin esperar a ser invitado, entró en mi oficina con una sonrisa profesional y me extendió un documento.
—Aquí tiene, dos copias. El director ya lo firmó, solo firme y deje una copia—dijo mientras me entregaba el acuerdo.
No pude evitar notar cómo Oliver había logrado que todo se realizara tan rápidamente. Era una muestra clara de su influencia y autoridad en la empresa. Agradecí en silencio por la eficiencia, pero también sentí un leve escalofrío al pensar en lo fácil que era para él manejar las cosas a su antojo, como si demostrara tener más poder que yo.
—Bien— respondí, mientras abría el acuerdo y lo revisaba rápidamente. Firmé mi nombre con precisión y devolví una de las copias a Frankly, acompañada de una sonrisa cortés. —Gracias—
Mientras Frankly se retiraba, noté que Amy, quien estaba en la oficina sin ser invitada, echó un vistazo a la portada del acuerdo. Desde donde estaba, no podía ver su expresión completa, pero algo en su postura se tensó, sus uñas se clavaron discretamente en la palma de su mano.
—¿Esto es un acuerdo de transferencia de departamento?— preguntó Amy, tratando de mantener la calma en su voz.
Frankly, al notar su presencia, se mostró sorprendido. —¿El Director Miller también está por aquí? Bueno, seguiré con mis reportes—dijo rápidamente antes de retirarse de la habitación.
No respondí directamente a la pregunta de Amy. En mi mente, el acuerdo y la situación que implicaba no merecían mayor atención, al menos no de su parte.
—¿Oliver me pondrá a trabajar contigo?—preguntó Amy, incrédula, como si intentara entender la situación.
—No creo que sea un problema en que área trabajes—respondí, intentando mantener la distancia emocional que había impuesto desde el incidente del collar.
Amy me miró con una mezcla de resignación y algo más que no pude identificar del todo. —Floria, últimamente siento que tienes algo de malicia hacia mi—
Su voz era suave, casi como si estuviera tratando de resolver un conflicto que solo ella veía. Se levantó de su asiento, su expresión mostraba una leve tristeza. —No sé si es por el asunto del collar o por este cambio de puesto, pero quiero que sepas que nunca he tenido la intención de quitarte nada. Esas cosas, realmente no me interesan—
La miré, intentando descifrar sus verdaderas intenciones. No sabía si era la sinceridad lo que emanaba de sus palabras o si era una máscara más en el juego que parecía estar jugando.
Después de unos momentos incómodos, Amy cambió de tema. Se sentó de nuevo y tomó un sorbo de la limonada que llevaba en la mano. —Floria, debo informarte que tengo que retirarme pronto. Asistiré a un evento administrativo y luego a una cena familiar. Como ahora soy tu secretaria, pensé que te gustaría saberlo—
Su tono era dulce, pero sus palabras cargaban un peso que me desconcertaba. —Es lo que Oliver hubiera querido, ¿verdad? Que te mantuviera informada.— Mi sorpresa era evidente, pero intenté ocultarla.
—Gracias por la información, Amy. Aunque no sabía nada sobre esa cena familiar. Oliver no me lo mencionó.— Amy sonrió, una sonrisa que no alcanzó sus ojos, y se levantó.
—Bueno, ya sabes cómo es Oliver. Siempre ocupado. Pero no te preocupes, me aseguraré de que todo salga bien.—
Antes de que pudiera responder, Amy salió de mi oficina con una elegancia que bordeaba la insolencia. No pude evitar sentir una mezcla de agradecimiento por estar al tanto del evento y desconcierto por la manera en que me había enterado. Oliver no había vuelto a casa la noche anterior, y no lo había visto en todo el día. ¿Por qué no me había informado sobre la cena?
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta se abrió nuevamente. Esta vez, Alessandro entró en la oficina con su acostumbrada presencia imponente. Amy, sorprendida, lo siguió con la mirada hasta que la puerta se cerró detrás de él.
—Señorita Floria—comenzó Alessandro, acercándose a mi escritorio con una sonrisa que parecía conocer todos mis secretos.
—¿Te gustaría acompañarme al evento de esta tarde?— Lo miré con incredulidad.
—Señor Alessandro, sabes usted que estoy casada. No puedo ir usted a un evento así.— Su sonrisa se amplió, casi divertida por mi reacción.
—No como pareja, Señorita Hunt. Iríamos como socios. Después de todo, estamos cerca de cerrar un acuerdo importante.— Lo miré con escepticismo y un poco de nerviosismo al escuchar mi apellido salir de sus labios.
—¿Así que iríamos como socios? ¿Eso significa que ya estás listo para firmar el contrato con la empresa?—
Alessandro se acercó aún más, su rostro apenas a unos centímetros del mío.
—Quasi, mi apparterrai—susurró en un italiano tan seductor que me erizó la piel.
Salió de la oficina sin esperar mi respuesta, dejándome intrigada y un poco inquieta por sus palabras. ¿Qué significaba realmente "Quasi"?
El día parecía volverse más complejo a medida que pasaba el tiempo, y ahora, con Alessandro y Amy jugando sus propios juegos, sentía que estaba caminando en una cuerda floja.
Terminé de arreglarme para el evento corporativo, ajustando los últimos detalles de mi vestido azul cenizo con una abertura en la espalda y un corte en la pierna derecha. Mientras me aseguraba de que todo estuviera en su lugar, mi teléfono sonó. Era Alicia.
—Floria, ¿dónde estás? ¡El hermosísimo Alessandro ya está aquí! Está esperando en la puerta y la prensa no deja de acosarlo con fotos y preguntas. Oliver llegó con Amy... —El tono de Alicia se volvió curioso. —¿Y tú? ¿Dónde estás?—
—Estoy a punto de llegar —mentí, tratando de sonar tranquila
— Me retrasé por unos documentos que tenía pendientes.—
—Bueno, apresúrate. ¡Te estamos esperando!—
Colgué el teléfono, apurándome a salir. Conduje hacia el evento en uno de los deportivos que mi suegro me había regalado, sintiendo la tensión en mis hombros al pensar en la noche que tenía por delante.