Capítulo 31: Cuentas Viejas

1352 Palabras

Pablo seguía plantado frente a mí, como sin entender mi respuesta negativa. De repente Mar, que hasta ese momento había estado escuchando en silencio desde el marco de la puerta, decidió intervenir. —Vicky —dijo, en ese tono que usaba cuando quería que la tomara en serio—, ven conmigo un segundo. Antes de que pudiera protestar, Mar me tomó del brazo y me sacó de la cocina, arrastrándome hacia el patio. Nos detuvimos a un lado de la casa, donde la luz del sol de la mañana me golpeó de lleno, intensificando mi dolor de cabeza. —¿Qué haces? —espeté, aún molesta—. Sabes perfectamente que ese hombre es un embustero. Fingió ser el dueño del Pazo solo para salirse con la suya. No voy a darle la satisfacción. Mar suspiró, cruzando los brazos. —Lo sé, Vicky, lo sé. Pero escucha… —me miró con e

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