1.
— ¡Arriba Carla! debes sacar ese culo tuyo de está cama — la castrosa voz de mi hermana Carol me está jodiendo una rica mañana de sueño, descanso y flojera — no es sano que estés dormida tanto tiempo ¡anda, actívate mujer! — tengo unas enormes ganas de quitarme los calcetines que llevo puestos y rellenar su boca con ellos.
Estoy despierta, o por lo menos eso creo, pero mis ojos siguen cerrados, mi boca se siente pastosa y amarga, un ligero jalo en mi mejilla izquierda me da indicios de que he babeado por la noche — ¡Déjame dormir! — intento gritar, pero vamos, es temprano entonces sale más como un ronquido de queja que otra cosa.
— ¡Por favor Gordie! — utiliza el apodo que me dio de niñas y con el cual suele conseguir casi todo de mi persona. Así es que a como puedo me siento sobre el colchón, me tomo unos segundos para tallarme los ojos mientras bostezo, mientras ella me mira expectante — Flaca es domingo, ¿ubicas? — ella asiente.
La observo, lleva puesto uno de esos conjuntos Nike para hacer deportes en color n***o con partes rosa neón ¡diak! eso ni siquiera debería ser un color, como todo ese atuendo a ella le calza perfecto junto a sus tenis para correr de la misma marca — en diez minutos llegan los chicos por mi, únete a nosotros solo hoy, si no te gusta ya no te insisto — sonríe mostrándome toda su blanca dentadura.
Sin fuerzas y sin ganas pongo un pie en suelo y luego el otro, tambaleó un poco y estoy por dejarme caer de nuevo sobre mi deliciosa cama. Pero si, esa sonrisa y ese tonto apodo lo han conseguido de nuevo, de mala gana tomo de mi clóset las únicas dos prendas deportivas que tengo en el, una enorme camiseta gris de algodón y licra y un pantalón tipo joggin que pedí por error en una página de ropa.
— Carol, solo está vez — le anuncio mientras ingreso al baño para poder asearme un poco, cepillo mi cabello y hago un nudo en el, lavo mis dientes y mi cara. Al salir mi hermana me alcanza mis tenis "para deportes" regalo de ella cabe señalar y un par de tines con dibujos pequeños de super héroes, una de mis compras que me llenan de más orgullo.
Su celular suena con una canción de Ariana Grande que no logro reconocer, no a esta hora de la madrugada — bajamos en un segundo — anuncia y después cuelga — Jordan y los demás han llegado — suspiro pesado y me pongo de pie, estoy totalmente segura de que esto no va a terminar bien para mí.
Antes de salir, tomo mi celular, mis auriculares y es todo lo que necesito, bajo a pasos pesados hasta dar con la SUV de Jordan, me siento en el único lugar que queda libre, a un lado de Aiden el mejor amigo casi novio de Carol — ¡días! — es lo único que digo a manera de saludo y en coro, que parece casi ensayado todos responden.
Mi vista revisa y son los mismos de siempre Carol, Jordan, Sean, Dana y Aiden, son la bola de energía más insoportablemente adorable que conozco, los estimo mucho.
— ¿Mala mañana? — me pregunta Aiden de manera casi inaudible y remata con una enorme sonrisa de esas que merecen su propio comercial de dentífrico.
— ¿Tú qué crees? — le digo burlona — vengo en calidad de secuestrada — me pongo mis auriculares, a manera de darle a entender que por el momento no me apetece hablar más, no soy de muchas palabras tan temprano menos cuando es domingo, ante mi acción Aiden solo gira su vista a la ventana mientras la baja.
Me pierdo un par de segundos observándolo, siempre me ha parecido el más mono del grupo, de chico era delgado como un fideo, hasta que se enamoró del ejercicio y las dietas de esas matonas e insulsas sin pan ni azúcar, ni las cosas buenas de la vida, sigo averiguando como es cómo sigue vivo.
Ahora ya con un cuerpo formado y esa mirada profunda de "alma perturbada" aunque, nada que ver, es un diez de diez, como el tipo de chico que pondrían en la portada de la Men and Health. Pero lo que más me puede gustar de él, son sus incontables tatuajes, brazos, espalda, piernas, cuello, lleva más tinta en su cuerpo, que una caja de bolígrafos de alguna papelería, guapo hasta decir ¡basta! ¿visualizas a esos chicos badboy de las fics? Aiden bien podría ser por su aspecto el protagonista de unas cuantas.
No sé cuánto llevo viéndole hasta que su mirada gira hacía mi, finjo buscar algo en la pantalla de mi celular, no es que sienta algo por él, lo veo más como un hermanito, pero me agrada verlo, es gusto a la vista, supongo.
— ¡Hemos llegado! — grita Jordan sacándome de mi ensoñación y al leer la palabra GYM marcado en la pared ya siento ganas de volver el estómago. Bajo de la SUV a paso lento, muy lento, entre más tiempo pierda, menos tiempo tendré que estar ahí dentro.
— Gordie como es tu primera vez lo correcto es que tú rutina sea menos pesada, Aiden — grita y el chico llega hasta donde estamos — ¿Podrías ponerle una rutina ligera a Carla? Ya sabes es su primera vez, tú eres el experto — en silencio asiente, mi hermana se aleja dejándome a solas con él.
— No te preocupes, no seré tan rudo — guiña un ojo y sonríe, mientras mi estómago se contrae, debo sentir hambre, es lo más seguro. Se saca la sudadera que lleva puesta y queda solo en una camiseta básica sin mangas negra, ¡madre mía! ¿le inflan los músculos con una bomba para globos o qué? un suave gemido escapa de mis labios.
— Po... podemos empezar ya, al mal paso darle prisa — mi voz tiembla y espero por todos los ponis de éste mundo que él no se de cuenta ¡que vergüenza!
Me pone unos ejercicios para calentar y estirar, yo siento que mi cuerpo arde y no del modo que quisiera, esto jodidamente duele — bien ahora vamos a la caminadora van a ser quince minutos — espera ¿qué? — Pensé que habíamos terminado — le digo sin aire y con ganas de morir en ese mismo momento sobre el lugar donde estoy.
— ¿Terminado? — carcajea — Carla, nena — con que apodo nuevo ¿nena? — apenas comenzamos, toma un poco de agua y seca tu sudor — giro mi cabeza hacia todos lados — ¿dónde está tu mochila? — me pregunta mientras toma la suya ¿debía traer una? — Yo no sabía que era necesario, pero si me dices donde hay un grifo estaré bien — niega y me da la espalda.
Me acerca un termo que saca de su mochila, me está compartiendo de la suya, en cuanto dejo de beber y se lo regreso lo lleva directo a sus labios, mismos que saborean el pivote del que he bebido segundos antes, mi vista está fija en sus carnosos y rosas labios, son sexys.
Se recompone y ahora me alcanza una pequeña toalla azul marino que sale de su mochila, él toma otra, al sentir la suave prenda en mi cara logro llenarme del aroma a jabón de lavanda y tal vez suavizante, pero sobre todo al perfume de Aiden, todo en él grita chico malo, jodido chico sexy y malo, suspiro.
— Anda flojita me debes quince minutos de caminadora — me golpea suave con su toalla, llegamos a la dichosa máquina de muerte, él oprime los botones y la banda comienza a girar lento, bien puedo hacerlo me digo a misma. Aiden enciende otra y comienza a trotar, una chica rubia super guapa toma el equipo enseguida de él y ambos se saludan, comienzan a platicar ¿cómo jodidos pueden correr y hablar al mismo tiempo? yo que voy lento siento mi páncreas en mi garganta y eso que no estoy hablando.
Están tan enfrascados en su conversación, que sé que se ha olvidado de mi, aprovecho y oprimo el único botón que conozco, el que en rojo dice OFF. Al intentar bajar tropiezo ya que no dejo que la banda se detenga y si lo pienso bien, eso suena lógico esperar a que pare. Cuando escuchan el golpe Aiden se gira de inmediato y brinca de su aparato para ayudarme a pararme — ¿estás bien? ¿te has lastimado? — su voz suena preocupada, yo niego mientras noto que mi celular está en el suelo.
Me agachó a recogerlo y al buscar de nuevo a mi amigo veo como la rubia está cerca de él haciéndole reír por algo e intentando meterse por dónde sea. Carol llega corriendo — ¿estás bien? ¡por Dios Gordie! Me asuste cuando te vi en el suelo — exagerando como siempre.
— Quieta Flaca, estoy bien solo que renunció al ejercicio, seré la tía gorda, feliz y millonaria — ambas reímos y sin yo quererlo mi vista de nuevo está en Aiden. Él me la sostiene ya que viene hacía nosotras — entrenador déjeme decirle que renunció, el ejercicio y yo no somos buena mezcla — digo en tono burlón.
— Creí que eras de las que no renuncian — se cruza de brazos y sus bíceps se marcan ¡Bendito Dios! de favor controla mis hormonas, debe ser mi periodo que está cercano. — Me voy a casa — anuncio — antes de que otra cosa suceda — una ligera mueca se hace en su cara.
Abro la app de Uber para pedir un carro, al dirigirme a la puerta tomo la toalla que Stephen me ha prestado ya que el plan es entregarla limpia, como se debe, y siento como la misma rubia coqueta me mira de pues a cabeza y con cara de pocos amigos, decido ignorarla y poner mis auriculares, el auto ha llegado giro mi vista de nuevo al local y tras el cristal está él con la vista fija hasta donde estoy y su gesto no es el más amigable del mundo.