Belinda se entregaría a ellos. – Voy a buscar almohadas y frazadas. Ezequiel se dirigió hacia el pasillo. Benjamín tomó a Belinda en sus brazos. – En el momento en que estés cansada, dinos que paremos. – Necesito preguntar algo. – ¿Qué, ángel? – Tienen condones. No quiero quedar embarazada por ahora, Ben. – Aquí no tengo condones, pero puedo ir a una farmacia a comprarlos. – Yo compré. Compré por internet. Benjamín se rió. Su chica era inteligente. Belinda había elegido condones con diferentes sabores y texturas, iba a usar la protección para descubrir cosas nuevas y saber lo que le gustaba. Benjamín se sentó con ella en la silla. La dejó acurrucada encima de él. De esa manera ella se daría cuenta de la extensión de su excitación. Ella se frotó contra él. Ben la agarró con fir

