Belinda no se despertó con los gritos, estaba exhausta, Ben y Ezequiel sacaron las armas que estaban escondidas justo debajo de la mesa. Ezequiel fue a la puerta de la habitación y Ben salió por la puerta para revisar la ventana, pero antes cerraron la puerta de la oficina, si alguien logró entrar a la fuerza en la casa, no tendría acceso a Bel. Pero pronto se dieron cuenta de que no había nadie. Dos guardias de seguridad al percatarse del movimiento se acercaron, pero Ben los despidió, Bia estaba teniendo una pesadilla. Los gritos habían cesado, pero el llanto era doloroso. – Se asustará con nuestra presencia. – Seguro, pero Bel está exhausta, y no podemos dejarla así. Ezequiel tenía razón, Benjamín empujó con el hombro la puerta y esta cedió. Bia estaba en el borde de la ventana, d

