Capítulo 7

3344 Palabras
Nada más entrar en el club Nico nos arrastró a todos a la barra a pedir. A los hombres-lobo nos cuesta mucho emborracharnos, por lo que no había tiempo que perder. Nico pidió tres cupitos de tequila para cada uno. Me los tomé sin pensarlo dos veces. Después, me pedí un ron con coacola zero. Sonreí viendo como Nico y Juan obligaban a Miguel a beberse sus chupitos. Sin duda mis hermanos pueden ser muy persuasivos.  Me bebí mi primera copa y me pedí otra. De pronto sonó un temazo y Juan nos arrastró a todos al centro de la pista. En este club solo ponían reggaetón. Sinceramente, para bailar era el mejor tipo de música. Cuando vinimos a Estados Unidos mis hermanos habían montado un drama porque solo encontraban discotecas con música que, según ellos, no era bailable. Un día encontraron este club por casualidad y desde entonces no han faltado ni una sola semana. Solo canciones de reggaetón me prometieron el día que me trajeron, y sin duda cumplieron su promesa. Las copas empezaron a hacerme efecto y empecé a seguir la música animadamente. La mayoría de la gente aquí eran latinos, y bailaban de maravilla. Yo no bailaba tan bien, pero bueno, intentaba seguirles el ritmo. De repente alguien me dio un abrazo, provocando que se me cayera la copa. Gemí en protesta mirando mi copa caída mirando a Casandra. “Vente que te invito a otra”- Exclamó animadamente arrastrándome a otra barra Cuando nos acercamos a la barra puede ver que Kayden e Ian estaban ahí. Ian recibió a Cas con un beso apasionado como si no se hubiesen visto en meses. “Dios que os habéis separado hace un segundo literal por favor”- Dije fingiendo que me entraba una arcada. Una media sonrisa se formo en el rostro de Kayden por mi comentario. Estaba más guapo que nunca. Llevaba una camisa blanca que resaltaba su piel bronceada y sus ojos color plata. Se había peinado un poco su normalmente alborotado pelo. Me entraron unas ganas increíbles de pasar mis manos por su pelo. Mis ojos bajaron y se encontraron son su imponente torso. La camisa le quedaba apretada, marcando sus enormes músculos. Llevaba los dos primeros botones desabrochados dejando entrever sus enormes pectorales. Mi pervertida mente incitada por Electra empezó a imaginar mis manos desabrochando el resto de los botones y pasándolas por sus perfectos pectorales y abdominales. Me mordí el labio inferior. No se cuando tiempo voy a poder aguantar sin abalanzarme sobre ese dios griego la verdad.  “Deja de morderte el labio inferior de esa manera o vas a arrepentirte”. Escuche la voz de Kayden en mi cabeza. Mis ojos se agrandaron con sorpresa. O estoy muy borracha ya o puedo escuchar a Kayden en mi cabeza. “Al ser mates tenemos nuestro propio canal de telepatía, aunque no seamos de la misma manada”.    Asentí y me acerqué a la barra a pedir otra copa. No quería pensar en el lío en el que me estaba metiendo no rechazando a Kayden, y para eso necesitaba beber. -“¡¡Kevin!!”- grité enérgicamente mientras saludaba al camarero. -“Bueno, bueno, mi clienta favorita”- Dijo acercándose con una sonrisa- “¿Lo de siempre?”- Le asentí con una sonrisa coqueta.  Escuché un sonoro gruñido y me giré. Kayden se había colocado a mi derecha, y estaba apoyado en la barra. Todos sus músculos estaban tensos y sus ojos ya no eran de un gris plateado si no de un gris oscuro, casi n***o. Estaba furioso y se notaba que estaba intentando controlar a su lobo. -“¿Y para usted?”- dijo Kevin mirando a Kayden. Se había puesto serio y ya no sonreía, si no que miraba a Kayden con miedo. -“Nada”- Contestó Kayden tajantemente.  Kevin se alejó a buscar mi ron. Noté como Kayden se relajaba levemente.  -“Vaya, así que es verdad eso de que la gente te tiene miedo”- Le dije conteniendo una risa- “¿También es verdad lo de que arrancas cabezas si te miran mal? Kayden se rio. Apenas fue unos segundos, pero sin duda fueron los mejores segundos de mi vida. Jamás habría imaginado que un hombre tan grande y robusto tendría una risa bonita. Directamente, jamás me habría imaginado que Kayden supiese reírse. Pero su risa había sido como música para mis oídos. Habría pagado lo que fuese para que nunca parase de reírse.  -“¿Me tienes miedo?”- Me preguntó. Sus ojos habían vuelto a su habitual gris plateado.  -“Ya te gustaría.”. Le contesté. Cogí la copa que Kevin había preparado y me alejé a la pista de baile.  Por el camino agarré a Cas por el brazo, ganándome un gruñido por parte de Ian. Fuimos hasta el centro de la pista y bailamos dándolo todo. Nos sabíamos todas las canciones, así que cantábamos mientras bailábamos. Esta pasándomelo increíble. Había desconectado completamente. Estaba borracha y feliz. Hasta que de pronto, noté un brazo agarrarme la cintura, paseándose por mi cuerpo, y una boca al lado de mi oído me dijo: -“ Hola Guapa, ¿Quieres pasarlo bien esta noche?”- Noté como el corazón se me paraba y como se me erizaban los pelos de la nuca.  Antes de que pudiese reaccionar alguien me había quitado al hombre de encima. Me giré y vi a Nico agarrando al hombre al hombre por el cuello. Unos brazos enormes me rodearon los hombros protectoramente.  -“¿Dónde coño estabas?”- Me dijo Juan enfadado-“Te has ido sin decir nada”. Miré a la izquierda y vi a Miguel al lado de Nico, con los brazos cruzados, mirando al hombre fijamente. Noté movimiento a mi derecha y cuando me giré me encontré con Kayden e Ian. Jamás había visto a alguien tan enfadado como Kayden. Normal que la gente le tuviese miedo. Sus ojos estaban completamente negros. Un pequeño escalofrió recorrió mi cuerpo. Si no hacia algo Kayden mataría a ese hombre.  Me aparté de Juan y me puse rápidamente enfrente de Kayden. Parecía como un toro enfadado a punto de embestir a ese hombre. Iba a arrollarme, así que alcé mis manos para pararle, poniéndolas sobre su pecho. En el momento en el que mis manos tocaron su pecho corriente de placer recorrieron todo mi cuerpo. Kayden se paró en seco y me miró. Sus ojos eran absolutamente inhumanos. Hacia un rato le había dicho que no le tenía miedo, ahora me daba cuenta de que era mentira. Cada centímetro de mi cuerpo temblaba de puro terror.  Noté como su cuerpo empezaba a relajarse levemente y sus ojos empezaron a aclararse. Me miró con pena y sentí un pinchazo en el corazón. No sé como, pero supe que su pena era mi culpa. Había notado que le tenía miedo, y eso le entristecía. No pudiendo soportar más su mirada me giré para mirar a Nico y a Juan. Nico seguía teniendo al chico agarrado por el cuello. El chico estaba blanco como la cera y temblaba como una hoja. Mis hermanos y Miguel nos estaban mirando a Kayden y a mi fijamente. Habían visto la escena.  -“ Nico, suéltale”- Le ordené, mirándole seriamente. Nico no movió ni un músculo.-“Nicolás he dicho que le sueltes”. Le volvía a ordenar, endureciendo aún más el tono.  Finalmente, Nico le soltó. El hombre salió corriendo y enseguida le perdimos de vista.  -“Me voy a casa”- Le dije a Cas, quien había permanecido en un segundo plano durante la pelea-“¿Vienes?” Cas asintió y me agarró la mano.  -“Os acompaño”- Dijo Miguel dando un paso hacia nosotras.  - “No hace falta, ya las acompaño yo”- Le corto Kayden, poniéndose delante de mí.  -“En realidad, Alpha Kayden, eso no será necesario”- Intervino Nico, agarrándome del brazo-“Juan y yo acompañaremos a nuestra hermana y a su amiga a casa”. -“¡¡Basta ya!!- les grité. La música seguía sonando y me estaba dando dolor de cabeza. Además, noté como todo el mundo nos estaba mirando –“ No necesito a cuatro niñeras que cuiden de mi. Se cuidarme sola. Ahora voy a coger un taxi a casa. Casandra puede venir conmigo. Os juro que, si alguno de vosotros me sigue, os doy una paliza.  -“¿Yo puedo ir?”- Preguntó Ian, interviniendo por primera vez. Le fulminé con la mirada -“No es por ti, es por acompañar a Cas”.- aseguró Ian. Me encogí de hombros y me dirigí a la salida, acompañada por Cas e Ian. Al llegar casa subí corriendo a mi cuarto y cerré con pestillo. Me puse el pijama y me metí en la cama. Sabía que no iba a dormir nada, pero quería al menos sentir la comodidad de mi cama. La forma en la que ese hombre me había cogido y como me había hablado había reavivado mis peores recuerdos. Notaba como las lagrimas caían sin control por mis mejillas. En algún momento de la noche alguien llamo a mi puerta, pero no contesté. No quería ver a nadie.  Pasé la noche en blanco. Llorando acurrucada en mi cama. Habíamos quedado a las 9 abajo para ir al territorio de Kayden. Así que a las 7 me levanté de la cama, sin haber dormido ni un solo minuto. Me di una ducha y me puse el uniforme. Casi me muero del susto cuando me miré en el espejo. Tenía un aspecto terrible, acentuado por unas ojeras enormes y unos ojos hinchados de tanto llorar. Lo disimulé como pude con algo de maquillaje, me recogí el pelo en una coleta y bajé a desayunar. Todo el mundo estaba ya abajo desayunando, pero la cocina estaba en absoluto silencio. Cogí un bol con cereales, les puse leche y me senté al lado de Lucas. Lucas me miró interrogativamente, pero yo no levanté la vista de mis cereales, mostrándole que no quería hablar del tema. A las 9 estábamos todos listos en la entrada. Lucas bajó mis maletas y me dio un abrazo enorme . -“Por favor, cualquier cosa llámame e iré en seguida, prométemelo- Me dijo Lucas rompiendo el abrazo.  -“Te lo prometo Lu, todo va a ir bien”-Le dije forzando una sonrisa. Después abracé a Marcos y me despedí de Amy y de Cristina. Miré que opciones de coches tenía. Todos se habían ido ya menos dos, que parecían estar esperándome. Uno era el Mercedes deportivo de Kayden. Ian y Cas ya estaban dentro, y Kayden estaba apoyado en su coche, mirándome fijamente. El otro coche pertenecía a nuestra manada, era un Jeep todoterreno. Apoyados sobre el coche estaban mis dos hermanos y Miguel. Agarré mis maletas y me dirigí hacia el Jeep. Enseguida Miguel se acercó a ayudarme a llevarlas al coche. “Ven en mi coche”, escuché a Kayden decir en mi cabeza. No era una oferta, si no una orden. Lo que me faltaba es que ahora me diese ordenes. “No”, le contesté sin mirarle y me subí al Jeep. Escuché un portazo y el sonido de un coche arrancar y marcharse a toda velocidad. Suspiré. Saqué una manta de mi bolso, me acurruqué contra el cristal y me quedé dormida.  . . -Kayden P.O.V- Estaba apretando el volante con tanta fuerza que los nudillos se me estaban empezando a poner blancos. También me dolía la mandíbula de apretar los dientes. Pero me daba igual. Esos dolores eran solo pequeñas distracciones. Estaba furioso porque Catalina se había negado a ir conmigo en el coche. Después de todos los eventos de ayer, necesitaba tenerla cerca, comprobar constantemente que estaba bien. Pero ella se había negado a venir, y había preferido ir con sus hermanos y ese tal Miguel. Zeus estaba furioso, y llevaba las 5 horas de trayecto intentando tomar el control. "Si le pasa algo a mate va a ser tu culpa. Tenemos que proteger a mate, nadie más puede volver a tocar a mate" gruñía Zeus. Me había repetido como mínimo 100 veces esa misma frase.  Me masaje con dos dedos el puente de la nariz intentando relajarme. Llevaba 5 horas en un estado de pura tensión y furia. Ian y su mate no habían abierto la boca en todo el camino. Ian porque sabía que cuando estaba así no debía molestarme, y su mate estaba aterrada. Podía oler su miedo desde aquí. Pero no me importa en absoluto. Lo único que me importaba ahora mismo era llegar a casa y comprobar que Catalina estaba bien. Sabía que Zeus y yo no íbamos a calmarnos hasta que la viésemos bajarse del coche sin ningún rasguño. Era consciente de que Catalina sabía defenderse sola, pero eso no era suficiente para calmarme. Cuando la vi derrotar a Ian, sentí que mi corazón se llenaba de orgullo y admiración. Jamás habría apostado que esa chica tan pequeña pudiese dejar inconsciente a mi Beta. Pero se movía con una agilidad y una determinación que no había visto jamás en ninguna mujer-lobo. Cuando se transformó en su lobo noté como mi corazón se aceleraba. Zeus aulló ante la visión de nuestro mate.  Nunca había visto un lobo tan hermoso y con tanta elegancia. Su pelaje era rubio, un rubio un poco más claro que el pelo de Catalina, era casi blanco. Su pelaje contrastaba con sus ojos verde esmeralda, haciendo que resaltasen. No era un lobo grande, pero se movía con muchísima rapidez y agilidad. Pero, cuando ese precioso pelaje se manchó de sangre sentí mi corazón romperse el mil pedazos. Sabía que Ian no le haría nada, pero aun así tuve que usar todas mis fuerzas para no dejar a Zeus tomar el control y arrancarle la cabeza.  Sin embargo, la furia que había sentido en ese momento no era en absoluto comparable con la que sentí en la discoteca. Catalina estaba más guapa que nunca. Era la primera vez que la veía con el pelo suelto, y la visión me cautivo completamente. Tenía el pelo ondulado. Su pelo parecía una preciosa cascada de oro, descendiéndole hasta la mitad de la espalda. El vestido que llevaba resaltaba cada una de las curvas de su cuerpo. Nada más verla tuve que agarrarme con fuerza a la barra del bar para no correr a cogerla y llevármela de allí. No quería que nadie más la mirase. Era mía, solo mía.  Primero había sido ese estúpido camarero que había coqueteado con ella en mi cara. Pero Catalina se había reído sobre el asunto y se había ido a bailar con su amiga. Verla bailar había sido todo un espectáculo. La forma en la movía sus caderas, su cuerpo, como bailaba pegada a su amiga, hizo que se me pusiera dura. Imaginarla moviendo su cuerpo de esa manera contra el mío me había excitado como no había conseguido excitarme ninguna mujer. Pero había aparecido ese hombre y la había agarrado, había pasado sus manos por su perfecto cuerpo y le había susurrado algo al oído. En ese mismo momento perdí todo el control sobre mi cuerpo. Fue Zeus quién tomo el control y se lanzó directo hacia el hombre.  Si Catalina no se hubiese puesto en medio, ese hombre estaría muerto ahora mismo. No tenía ningún tipo de duda. Zeus no le habría dejado vivir después de haber tocado lo que es nuestro. Fue cuando Catalina me tocó para pararme, cuando noté las olas de miedo que irradiaban de su cuerpo. Mi mate me tenía miedo.  Normal. Yo era un monstruo y no merecía a alguien como ella. Esa noche solo había servido para reafirmarlo lo que ya sabía, no merecía tener un mate y tenía que conseguir que Catalina me rechazase. Por fin, llegamos a casa. Había 4 Jeeps negros aparcados en la entrada, pero ninguno era en el que viajaba Catalina. Eran los coches del resto de guerreros, que debían de haber llegado hacía ya un rato.  En la puerta estaba Mark esperándonos. Mark es mi Gamma. No tengo con él una relación como la que tengo con Ian, pero aun así tenemos una relación muy estrecha. Los tres nos habíamos criado juntos y siempre habíamos sido amigos. Cuando la manada empezó a creer, Ian y yo no dábamos abasto, así que decidí nombrar un Gamma para que nos ayudase. Ian es la única persona en la que confío plenamente desde lo que pasó. Pero la única otra persona que podía acabar ganándose mi confianza era Mark. Así que le di el puesto a él. Con el tiempo había demostrado que era la persona perfecta para el puesto y que me era leal. Nos saludó con una sonrisa y se acercó hacía nosotros.   -"¿Cómo ha ido todo?"- le pregunté cuando llegó a nuestra altura.  -"Todo perfecto. No ha habido ningún ataque estos días. Los guerreros han llegado hace una hora. Ya les hemos enseñado a todos sus habitaciones. Aunque, según me comentó Beta Ian, en total debería haber 18 guerreros, solo han llegado 13.-"se cayó y miró a Casandra de arriba a abajo, y al ver que estaba vestida con el uniforme rectificó.-"14 perdón". -"Mark, te presento a Casandra, mi mate"- Dijo Ian con una sonrisa de oreja a oreja. "Cas, este es Mark, el Gamma de Blood Moon". -"Puedes llamarme Cas"- Dijo ella mientras estrechaba la mano de Mark.  -"¿Sabes quién más ha encontrado su mate?"- Dijo Ian mirando a Mark con una sonrisa pícara. Los ojos de Mark se abrieron como platos. Lancé una mirada asesina a Ian, pero este decidió ignorarla. -"Efectivamente, nuestro querido Alpha Kayden ha encontrado a su Luna". -"¿Y dónde está?"- Preguntó Mark mirando alrededor buscándola. De pronto, pareció comprender y me miró. "Espera, ¿no la habrás rechazado no?"- preguntó Mark incrédulo. -"Efectivamente querido Mark, Kayden ha rechazado a nuestra Luna." Ian siempre estaba jugando con mi paciencia, y muchas veces le había salido al. Pero parecía divertirle sacarme de quicio. Intenté darle un puñetazo para que se callase, pero se lo esperaba y lo esquivó con rapidez.  "Pero eso no es lo mejor de la historia"- Continuo Ian como si nada. "Lo mejor de todo es que ella no ha aceptado el rechazo de Kayden."- Mark parecía estupefacto. El sonido de un coche acercándose interrumpió la conversación.  -"No te preocupes Mark, vas a tener el placer de conocer a nuestra Luna en unos segundos. Todas tus preguntas se van a ver contestadas cuando la conozcas." - dijo Ian mientras sonreía observando al coche que se acercaba. Al c*****o de hacia gracia la situación. Esperé a que el coche se parase. Cuando por fin la vi salir del coche, noté como toda la tensión de mi cuerpo desaparecía. La cabeza me dolía como consecuencia de haber acumulado la tensión tanto tiempo. Tocándome las sienes para calmar el dolor, entré en casa. No quería hablar con ella, no quería verla, tenía que evitar a Catalina a toda costa. Entré en casa. Nada más entrar a casa escuché a alguien correr. De pronto noté como alguien se agarraba con fuerza a mi pierna.  -“Hola Lily”- la saludé mientras me agachaba para cogerla en brazos. -“¿Qué tal todo?¿Te has portado bien?”. Lily asintió enérgicamente y se agarró a mi cuello con sus pequeños bracitos. -“¡Kayden has vuelto!”- escuché a Isabela gritar mientras se acercaba a mi. –“Nos tenías súper preocupadas, pensábamos que volvías ayer y no apareciste”.  Me sonrió y me dio un abrazo.  Justo en este momento se abrió la puerta y se escuchó un gruñido. 
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