Conociendo a mi prometido

Negué con la cabeza dejando caer una lágrima de mis ojos. —No estamos en la prehistoria, cuando obligaban a las mujeres a casarse. Tampoco vivimos en un país tercermundista en donde las familias hacen tratos importantes con los hijos. —dije aún sintiendo un gran dolor en el pecho. Mi abuela se levantó del sillón y camino al gran ventanal. —Amelie eres la única heredera de la familia. Necesitas un buen esposo. Alguien que te respalde y los negocios familiares. —negué con la cabeza. —He ido a las mejores escuelas del país. Jamás he dado problemas siempre he sido alguien que se de su lugar, no salgo a fiestas, no tengo amigos no tengo vida por dar lo mejor para esta familia. Lo único que pido es que si me tengo que casar, sea por amor. Sea con alguien que al menos no le sea indiferente.— la abuela negó con la cabeza. —El amor es la mentira más grande inventada por la humanidad. No existe tal sensación Amelie. Lo inventaron por pura mercadotecnia. ¿Sabes cuánto sube la economía el día de los enamorados? ¿Sabes cuándo gana alguien que se dedica a organizar bodas? Es una mentira más del capitalismo. —suspire pesado y negué con la cabeza. —Déjame al menos conocerlo, saber cómo es. —mi abuela se cruzó de manos. —¿Y como harás ello?—dijo y se me quedó viendo fijamente a lo que yo me levanté del sillón. —Viajare a Italia conoceré como es donde vive y se me ocurrirá una idea lo prometo.— dije y la abuela asintió. —Tienes 6 meses. —dicho eso dio la vuelta y salió del salón principal. La primera fase del plan estaba lista ahora tenía que empacar para mi nueva aventura conocer a mi futuro esposo, lo malo era que no sabía nada de él o su familia. Pero estaba segura que al ser una de las familias más importantes de Italia no sería difícil llegar a ellos.