LA TORMENTA
Cuando tienes una vida llena de lujos y privilegios es bueno sí, pero también tienes que tener los pies en la tierra y saber que tienes que afrontar todo lo malo que eso contrae y eso es exactamente lo que me paso a mí.
“Tiempo actual”
Estaba tan emocionado, me faltaba solo un mes para terminar al fin mi carrera por fin podría graduarme y ser medico como siempre había soñado y todo se lo debo a Alexander Villalobos, el narcotraficante más poderoso del país que me crio cuando me encontró tiempo después de haber perdido a mis padres, además de darme estudio cuando cumplí los 18 años me volví su mano derecha, se podría decir que tenia una vida perfecta faltaba mas de una hora para irme a la universidad así que para distraerme un poco de mis pensamientos me metí a la alberca.
-Veo que hoy te levantaste mas temprano que de costumbre Marco. -Me acerco a la orilla de la alberca para saludar a Alexander, era un hombre muy alto, vestía un traje gris impecable creo que acababa de rasurar su barba porque estaba mas fina que ayer, tenia ojos color miel y aunque no lo aceptaban la mayoría de las empleadas de la casa estaban enamoradas de el, algunas veces las escuche hablar sobre el.
-Hola, si la verdad no pude dormir muy bien y por eso me levanté tan temprano.
-Ya veo, ¿nervios por la graduación?
-Creo que si un poco.
-No tienes porque, eres el mejor de tu clase y lo peor ya lo pasaste.
-Quizás tengas razón.
-Desde luego ¿almorzaste ya algo?
-Aun no.
-Pues anda sal de ahí y almorcemos porque ya te iras a la universidad. -Obedezco, me seco el cabello con una toalla y me siento frente a él, tomo un poco de fruta y jugo.
- ¿Puedo preguntar algo? -Me mira con sorpresa.
-Claro.
- ¿Por qué nunca te casaste? Nunca te vi con alguien. -Se queda pensando por unos segundos.
-No lo se. Creo que nunca llego la indicada, además en este mundo en que nosotros vivimos es mejor estar solo.
- ¿Nunca te enamoraste entonces?
-Lo hice, hace ya mucho tiempo, incluso antes de conocerte.
- ¿Y que paso?
-Ella era una mujer extraordinaria se llamaba Catalina, tenía el corazón más noble que te puedas imaginar de echo fuimos novios poco mas de un año, pero su familia era muy conservadora era humilde y yo estaba iniciando en el negocio, así que cuando sus padres se enteraron nos separaron y no supe mas de ella.
- ¿Por qué no la buscaste?
-Porque no quería que se involucrara en estas cosas, mi amor por ella era muy grande y la preferí lejos, pero con vida.
-Jamás lo imagine.
-Bueno tenía mucho que no hablaba de ella y pues no pensé que terminaría hablando de eso contigo, pero bueno ¿ahora por que la curiosidad?
-No lo sé, creo que porque he visto la cantidad de mujeres que se sienten atraídas. -Se ríe
-Bueno ya basta de esta conversación mejor ve a alistarte que se te hace tarde.
Al llegar a la universidad nos enfocamos en la graduación y en el último proyecto que teníamos que entregar que era en grupos de cuatro personas en mi equipo nos repartimos el trabajo ya que yo por obvias razones no podía ir a ninguna reunión y lo que me gustaba de mis compañeros era que nunca me cuestionaban respecto a eso y así pasaron tres semanas que se me habían ido en un parpadeo había entregado con éxito mi proyecto final así que como recompensa nos dejaron descansar la ultima semana antes de la graduación, esa noche al fin pude dormir mejor que otros días, a la mañana siguiente me levante con mas animo me duche y baje a desayunar pero Alexander no estaba como siempre en nuestra mesa de desayuno en el jardín así que me dirigí a la cocina ahí encontré a Clarita la señora que esta a cargo de todo el hogar ella ha estado con nosotros por muchísimos años, incluso desde antes que yo llegara.
-Hola Clarita, buenos días.
-Buen día Marco.
- ¿Has visto a Alexander?
-Esta en su habitación.
-Bueno, gracias.
Entro a su habitación y lo encuentro haciendo una maleta estaba tan concentrado que ni siquiera noto mi presencia.
- ¿Qué haces?
-Marco, me asustaste, lo que pasa es que surgió un problema con una mercancía que estaba esperando y voy a tener que ir a ver si puedo arreglar eso.
- ¿Pero cuantos días estarás fuera?
-Un par de días nada más.
-Pero falta solo una semana para la graduación.
-Estaré de regreso a tiempo no te preocupes, mientras necesito que te hagas cargo aquí de todo, cualquier cosa infórmame por favor, ¿puedo confiar en que lo harás?
-Sabes que lo hare, solo espero que enserio estes a tiempo aquí para el fin de semana próximo.
-Te lo prometo hijo.
Despedí a Alexander en la puerta, trate de estar tranquilo para no preocuparlo a él también el me conocía perfecto y sabia que estaba emocionado por la graduación pero quería que estuviera presente el, a pesar de que nunca acudió a algún evento en la escuela, creo que ese era de mis mayores miedos los próximos tres días me llamo todo el tiempo por teléfono para asegurarme que todo iba marchando bien, así que deje de sugestionarme, a la mañana siguiente Alexander me llamo muy temprano para avisarme que venia en camino, me sentí muy aliviado y prepare todo para su llegada. Una hora después me avisaron que habían llegado a buscar a Alexander, me preocupe un poco ya que el no recibía vistas inesperadas, como la persona que venía tenía urgencia realmente decidí pasarla, cuando baje me encontré con dos mujeres una algo mayor que se veía un poco enferma y otra mas joven ella me pareció hermosa era alta y muy delgada su cabello color castaño le llegaba hasta la espalda baja.
-Buen día, ¿en qué puedo ayudarlas? -Ambas me miraron por unos segundos hasta que la mujer mayor se acercó.
-Estamos buscando a Alexander Villalobos, pero nos dijeron que no esta.
-Así es pero díganme si en algo las puedo ayudar mientras el llega.
¿Eres hijo suyo? -Pregunta sorprendida la mujer, pero muy amable.
-Bueno, algo así.
-Pareces muy amable, mira ella es mi hija Aimé.
-Es un gusto conocer a ambas, mi nombre es Marco, si gustan podemos pasar al despacho Alexander me aviso que estaba en camino hace un rato me imagino que ya no debe tardar.
-Te lo agradezco.
-Pueden tomar asiento, ¿puedo ofrecerles algo de beber?
-Mama no quiero estar aquí. -Escuche a la chica decirle a la mujer en voz baja, ella le tomo la mano y la miro sonriente.
-No te preocupes hijo estamos bien.
-Muy bien, entonces ¿díganme que las trae por aquí? Lo pregunto porque no recibimos visitas muy a menudo.
-Bueno la verdad es que….
- ¡MARCO! -Escucho la voz de Alexander y ambas mujeres se sobresaltan.
-No se preocupen déjenme ver Alexander llego y esta buscándome, en un momento vuelvo.
No me dio tiempo de salir del despacho cuando Alexander entro con una gran sonrisa a buscarme, pero al ver a las dos mujeres a mi espalda se quedo inmóvil, sin decir nada dio un par de pasos al frente, la mujer mayor le sonreía con lagrimas en los ojos.
- ¿Catalina?
-Alexander.
Ambos comenzaron a llorar de felicidad y se abrazaron, no podía creerlo por fin estaban frente a frente.
-Tanto tiempo sin verte, ¿pero como estas, que ha pasado con tu vida? Tengo tantas cosas que preguntarte.
-Siento mucho venir hasta ahora a buscarte Alexander y se que tienes preguntas hablaremos de todo eso, pero hay algo importante que debes saber.
- ¿Qué pasa? Catalina apenas podía pronunciar palabras, tenia un nudo en la garganta parecía que le dolía mucho ver a Alexander.
-Me estoy muriendo Alexander, tengo cáncer y por desgracia ya es muy tarde para algún tratamiento.
- ¿Qué dices? No no puede ser esto posible como enferma acabo de recuperarte no me puedes decir que te vas.
-Yo se y créeme que me arrepiento tanto de no haber defendido nuestro amor de mis padres, pero ahora ya es tarde.
-No no digas eso mi amor mira voy a mandar traer a los mejores médicos para que te atiendan y te salven ¿si? Ahora que volviste no puedes irte otra vez no.
-Alexander escúchame. -Le decía mientras tomaba el rostro de Alexander entre sus manos, luego lo tomo de la mano y le extendió la otra a su hija, estaba tan concentrado en la expresión de mi padre adoptivo que no me había dado cuenta que Aimé estaba en un mar de lágrimas, pero es que todo esto me tenia en un estado de shock.
-Alexander hay algo que te oculte hace tanto tiempo y créeme que nunca me voy a perdonar, pero tienes que saberlo y ahora con mas razón, ella es Aimé mi hija, nuestra hija.
- ¿Qué dices?, ¿tuvimos una hija?
-Si, no te lo dije porque me entere de mi embarazo poco después de que me llevaron al pueblo y ya no pude decírtelo mi padre me lo había prohibido y después lo deje pasar porque creí que dudarías de que fuera tu hija.
Alexander le sonríe a la chica y toma a Catalina de ambas manos, no podía creerlo esto era una noticia que claramente no me esperaba ahora tenía una hermana.
- ¿Cómo puedes pensar que dudaría de ti? Dios una hija es lo mejor que pudiste darme.
-No sabes lo feliz que me hace escucharte decir eso, porque ahora que yo no este debes cuidar de ella.
-No hables así mira ahora mismo mandare pedir a los médicos.
-Marco ven acá.
-Si dime.
- ¿Has escuchado? Tengo otro hijo, tendrás una hermana hijo.
-Si, me alegro mucho por ti enserio.
-Gracias, pero bueno ya habrá tiempo para que ustedes se conozcan, ahora necesito que me mandes traer a los médicos, los mejores no importa cuanto nos cueste los quiero aquí hoy mismo.
-Claro.
-No.
-Por favor Catalina déjame intentar ayudarte.
- ¿No lo has comprendido? Ya no se puede hacer nada me han estado tratando y no se ha solucionado nada ya es tarde vi buenos médicos y me dijeron que ya no se podía hacer nada se expandió demasiado.
-Es que tienes que dejarme intentarlo.
-Agradezco mucho tu intención, pero no, ayer fue mi ultima cita en el hospital me dijeron que me queda poco tiempo si acaso me queda un mes de vida.
¿Cómo un mes? Pero es que eso es muy poco, por favor déjame inten….
-Ya no quiero más médicos, lo único que quiero es pasar mis últimos días con las dos personas que mas amo.
-Mama por favor no me puedes dejar yo no quiero quedarme aquí.
-Hija no puedo dejarte sola.
-Tu te tienes que poner bien, algo se puede hacer.
-Por favor hija.
Y así pasaron un par de días y finalmente se llego el día de la graduación, estaba muy emocionado, la ceremonia estuvo increíble y todo salió de maravilla mejor de lo que había pensado, Alexander no solo se beneficiaba el, si no que también ayudaba a algunas familias de bajos recursos así que cuando lo reconocieron lo saludaban amablemente y eso me dio un gran alivio claro que algunos compañeros se sorprendieron porque nunca hablaba de mi padre, Catalina y Aimé también fueron a la ceremonia con nosotros y aunque mi padre estaba mas que orgulloso de caminar con su amada del brazo no podía evitar notar y angustiarse por su hija que parecía no estarla pasando nada bien me di cuenta que se fue a sentar a una banca algo alejada de la multitud así que decidí ir, me senté a su lado sonriéndole.
- ¿Por qué estas tan afligida? Si necesitas algo puedo ayudarte.
-Te lo agradezco, pero no necesito tu lastima.
-No es así, en verdad puedes contar conmigo, mira yo se que estas triste por lo de tu mama, pero mira lo feliz que ella esta, deberías alegrarte por ella.
-Tu no sabes nada, ni me entiendes tienes todo en la vida, un buen padre, dinero, acabas de graduarte de la universidad.
-Es tu padre también, bueno mío es solo adoptivo, pero si le das la oportunidad te darás cuenta que es una gran persona.
-No lo necesito, si todos estos años estuve bien sin el ¿Qué te hace pensar que lo necesito ahora?
-Creo que deberías solo pensarlo.
-No quiero y tampoco quiero estar aquí ni conocerlo a el ni conocerte a ti tampoco, solo quiero irme.
-Entiendo, en todo caso le diré a Alexander que volvamos a casa.
Todo el camino fue realmente incomodo y eterno y en los próximos días Alexander ya no salía a ningún lugar, se la pasaba en la recamara con Catalina ya que desgraciadamente cada día empeoraba en la tercera semana ya estaba muy pálida y dormía la mayor parte del día en un abrir y cerrar de ojos había perdido totalmente el cabello, Aimé no comía nada al día siguiente intente que Alexander comiera algo pero nada funcionaba no se despegaba de ella y el también ya parecía estarse enfermando, al caer la noche cayo una gran tormenta tan fuerte como no se había visto en vario tiempo, entre a la habitación de Catalina y ahí estaba en medio de las dos personas mas importantes para ella, se había llegado el trágico día lo sabíamos.
-Me alegra tanto verlos a los tres una última vez.
-Marco, sé que quizás no fue mucho el tiempo que compartimos, pero me di cuenta que eres un gran hombre, así que a ti podre encargarte a mi hija, cuídala mucho por favor… y cuida también de Alexander a pesar de que quiere verse como un hombre fuerte en realidad es débil.
-Claro que si señora Catalina, se lo prometo, pero por favor, luche.
-Es tarde ya, Aimé hija por favor prométeme que te vas a cuidar y que te quedaras con tu padre.
-Mama por favor no me dejes.
-Prométemelo.
-Te lo prometo mama.
-Alexander por favor cuida a nuestra hija, quiérela mucho.
-Si, te lo prometo.
La lluvia cada vez era más intensa al igual que el viento, sentí un nudo en la garganta cuando Catalina me vio y me dirigió una sonrisa parecía que con ella se estaba despidiendo.
-Estoy muy cansada, me quiero dormir, los amo con todo el corazón.
Y así sin mas cerro los ojos y se soltó de Aimé y Alexander, ambos partieron en llanto a mas no poder. El entierro fue al día siguiente nadie fue informado, así que solo asistimos nosotros tres, al regresar a casa Alexander se encerró en su despacho y Aimé en su habitación, ninguno de los dos quería comer ni beber nada, me sentía tan frustrado por no poder hacer nada, los próximos días estuvieron lluviosos así que fui a la habitación de Aimé a llevarle un poco de café y algo de pastel para que se sintiera mejor, llame un par de veces a su puerta pero no obtuve respuesta así que decidí entrar, la busque por todos lados pero no la encontré, entre en desesperación, recorrí toda la casa pero no había ni rastro de ella, salí a la terraza y entonces la vi, sentada en el jardín viendo al cielo bajo la lluvia, corrí hacia ella.