POV RIO
El silencio que queda después del beso es un animal vivo.
Un animal que respira entre nosotros, que se expande en mi pecho, que me golpea con más fuerza que la resaca. Mi propia respiración se vuelve áspera, acelerada, como si algo en mi interior hubiera sido arrancado de golpe. Y ella… Lena… se queda quieta unos segundos, con los labios húmedos, los ojos muy abiertos, la respiración aún más rápida que la mía.
Y entonces pasa.
Algo cambia en su mirada.
Algo pequeño al inicio, casi imperceptible, pero lo siento como un choque eléctrico que me recorre la columna. Ese brillo duro, afilado, se suaviza apenas; no es ternura, no es deseo… es otra cosa. Una mezcla de decisión, estrategia, fuego. Su cuerpo se acerca un centímetro, solo uno, pero ese centímetro me deja sin aire. El ver
