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Durmiendo con el Enemigo

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escapar mientras embarazada
los opuestos se atraen
arrogante
mafioso
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pelea
sassy
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Descripción

Él fue mi sueño. Ahora es mi pesadilla.

Prometidos desde niños, nuestras vidas se quebraron la noche en que murieron nuestros padres —un accidente que no fue accidente. Dominic Vitale, Don de la mafia, me dice que soy suya. Yo digo que haré lo que sea para salvar a mi familia. Hay una niña con sus ojos; la protegeré con fuego si es necesario. La venganza ha empezado, y nadie saldrá indemne.

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Capítulo 1
CATALINA —No es una sentencia de muerte, Catalina. Es una boda. Aprieto los dientes. Mi hermano Marco, seis años mayor que yo y mi autoproclamado destructor de vida, está sentado detrás de su enorme escritorio con las manos entrelazadas, como si fuera algún tipo de supervillano. Siendo justos... Un poco lo es. Al menos, para mí en este momento. —Marco —digo lentamente, dejando que el aire silbe entre mis dientes—. No es solo una boda. Sabes perfectamente que la familia Vitale asesinó a nuestros padres. ¿De verdad crees que la historia no se repetirá, especialmente dadas las circunstancias? Las circunstancias, por supuesto, son demasiado parecidas para ignorarlas. Han pasado seis años desde que nuestros padres murieron en un trágico accidente, de regreso de una fiesta de compromiso. Mi fiesta de compromiso. Con el mismo hombre con el que Marco ahora me pide que me case otra vez. Él suelta un suspiro y junta las yemas de los dedos, y yo reprimo el impulso de poner los ojos en blanco. —Catalina, esta es la única manera. No puedo mantener el negocio a flote sin los contratos que los Vitale nos aportan. Si no podemos mantenerlo, no podremos... —Descubrir qué les pasó a mamá y papá —lo interrumpo—. Lo sé, Marco. Nos miramos a través del escritorio. Marco es el mayor de los cuatro. Por desgracia, no es mi único hermano. Hay dos más, Dino y Sal, nacidos con tan poca diferencia que cualquiera con nociones básicas de matemáticas se sentiría un poco suspicaz. Y luego estoy yo. La bebé. Un título que, al menos Marco, se ha tomado muy en serio. Sal, que es el más cercano a mí en edad, al menos me trata como a un ser humano. No lo he visto en meses; Marco lo tiene trabajando en algún tipo de conexión internacional para nosotros, ya que habla el mejor italiano. Marco también es fluido, por supuesto, y Dino se defiende. Yo puedo pedir helado y preguntar cómo llegar a la playa, y eso es todo. La mayor parte del tiempo solo emito sonidos con vocales y me veo enojada si la gente habla italiano a mi alrededor, y parece funcionar bastante bien. Aunque, claro, nunca he estado en Italia, así que podría estar equivocada. Pero hasta ahora, no me ha fallado. —Catalina —dice Marco, parpadeando. —Marco —respondo. No es justo que no tenga un nombre más largo con el que pueda fastidiarlo. Sabe que odio que me llamen Catalina, pero insiste en que Cat suena demasiado americano. Como si no hubiéramos sido estadounidenses durante al menos cuatro generaciones. Cruzo los brazos. —¿De verdad crees que él va a respetar este estúpido contrato? —Tiene que hacerlo. —El rostro de Marco se ensombrece cuando el espectro de quien hablamos entra en la conversación. Él. Dominic Vitale. El antiguo amigo de la infancia de Marco. Mi antiguo prometido. Y nuestro actual enemigo número uno. —Los contratos matrimoniales simplemente ya no pueden ser legalmente vinculantes —discuto—. Eso debe haber desaparecido junto con los dinosaurios en los años sesenta. —Papá no lo habría negociado si ese fuera el caso —responde con el ceño fruncido. Marco frunce mucho el ceño estos días. Por un segundo fugaz, me duele el corazón por mi hermano mayor. Solo tenía veintiocho años cuando de repente se convirtió en el jefe de todo. El negocio legal. El negocio ilegal. Papá era un hombre sano, nadie esperaba que muriera. Aunque claro, yo solo tenía veintidós cuando me convertí en madre, así que... Supongo que nadie consiguió lo que esperaba. La vida tiende a hacer eso. No del modo brillante y color de rosa de “todo sale bien al final”. No. Para gente como nosotros, es más bien el modo “mueres o vas a prisión por mucho tiempo”. O, en mi caso, tener un bebé cuando aún eres un bebé, y pasar tu vida escondiéndola de su padre, porque si él se entera... Tiritó. Esa es la otra razón por la que estoy aquí, rogándole a mi hermano que lo cancele. Dominic no puede saber de su hija. Porque si lo descubre, probablemente nos matará a las dos. Marco, sin embargo, cree que los escasos recursos de nuestra familia bastarán para mantener a Dominic y a sus matones a raya hasta que yo logre encontrar las pruebas necesarias para demostrar que él y el resto de los Vitale asesinaron a nuestros padres. Creo que es un plan terrible. Tiene demasiada fe en mí, en nuestra seguridad, en la tía Rosa, y en nuestra supuesta capacidad para incriminar a Dominic y sus hermanos. Yo ya no tengo fe en nada. Mi única esperanza es mantener a mi hija a salvo. Y no se puede hacer eso con fe. —Marco. Este es un plan de mierda. —Lenguaje, Catalina. Ahora sí pongo los ojos en blanco. —Soy una mujer adulta. Tengo una hija literal. Puedo decir groserías si quiero. —No si vas a interpretar el papel de una buena esposa italiana, no podrás. Estoy bastante segura de que las ideas de Marco sobre lo que es una “buena esposa italiana” provienen de películas de mafiosos y de las historias del abuelo sobre los años sesenta, pero no se lo señalo. Hasta donde sé —basado en internet y ninguna otra experiencia—, las mujeres italianas ya se han incorporado al mundo moderno como todas las demás. Aunque, claro, las familias como la nuestra y los Vitale vienen de muy atrás, así que... Tal vez los viejos hábitos mueren duro. —Luna estará perfectamente bien —dice con una sonrisa genuina. No se la devuelvo. Él lo nota, y su sonrisa se desvanece. —Catalina, en serio. ¿Crees que permitiría que mi sobrina favorita corriera algún peligro? Si Dominic la encuentra, será un hombre muerto —dice Marco con un tono de voz tan bajo que me estremezco. A veces olvido que mis hermanos, aunque sean mis hermanos, también son mafiosos. Y pueden ser terriblemente intimidantes cuando quieren. —No lo dudo. Sé cuánto amas a Luna. Pero Marco... —Cierro los ojos con fuerza para contener las lágrimas que me arden en los bordes. —Sorellina, lo sé. Sé lo que te estoy pidiendo. Te prometo que si pensara que tú o Luna estarían en peligro, no lo haría. Es nuestra única opción, sí. Pero más que eso, es un plan que funcionará —remarca suavemente la última palabra. Cierro los ojos con más fuerza mientras las lágrimas me inundan. —Por favor, no me hagas hacer esto —susurro. De verdad estoy rogando ahora. Y lo odio. No ruego. No a Marco, no a mis otros dos hermanos. A nadie. Pero no quiero volver a ver a Dominic nunca más. Y mucho menos casarme con él. —Catalina, te lo juro. Es un plan infalible. Solo necesitamos... —¡Zietto Marco! —chilla una vocecita. De inmediato me recompongo. Luna no puede verme llorar. No dejaré que sepa lo difícil que es esto.

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