RECUERDO IV

1341 Palabras
20 de noviembre, 2019. Keira. Esto es inquietante. No he dejado de recrear una y otra vez todo ese escenario en mi cabeza de lo que acaba de suceder, presenciar ese momento intenso, me tomó por sorpresa, sobre todo, su repentina aparición y, al ver como terminó la situación, me agarró desprevenida. No espere tal reacción, mucho menos, los gritos y golpes que lo señalaron como el malo de la historia, cuando era evidente que su exagerada y dramática actuación fue sola para que quedara como una víctima más de todo este teatro que montó. No imagine que venir a su casa, solo para realizar un trabajo, traería más problemas de lo que tenía. Stefan siempre fue considerado como un chico problemático, a pesar de las buenas calificaciones en la mayoría de materias, era juzgado entre los profesores. Había momentos en donde descifrar su comportamiento era un acertijo demasiado tedioso, aunque deseaba entender porqué actuaba de manera descontrolada. En este instante en vez de tener miedo lo único que deseaba era abrazarlo y decirle que todo iría bien. Las últimas semanas fueron impactantes, porque descubrí cosas que jamás se me cruzaron por la mente. Y al conocer un poco más de él, poco a poco, iba comprendiendo sus motivos, aunque nada justificaba su comportamiento explosivo, entendí que detrás de esa actitud ocultaba un secreto. —¿Está bien? —le pregunté a Joaquín, uno de sus mejores amigos. Regresó su mirada a donde se encontraba sentado recostando su espalda sobre una de las paredes. —Déjalo solo, no le gusta que se acerque cuando no lo está pasando bien. —¿Por qué? —cuestioné volviendo mi mirada y centrándola en él. —Aún desconoces muchas cosas y no tengo el derecho de revelar información que no me corresponde. Él en su debido tiempo te dirá lo que le está sucediendo y porque es distante en estos momentos. —me sorprende con la seriedad que me habla, suele ser más entusiasta. Lo miro extraña, se da cuenta. —No trates de armar teorías, ya eres parte de nosotros, solo que le tomará un poco de tiempo abrirse contigo y contarme sobre qué le sucede. No suele hablar mucho de ese tema porque es algo fuerte y complicado, además que lo odia con toda su alma, inclúyelo todos esos problemas que está teniendo por ocasionar más conflictos dentro de la escuela, está a instantes de expulsarlo, pero Sloane está moviendo sus influencias para que eso no suceda y que la madre de Josh, retire la denuncia. —¿Por qué tanto conflicto con él? —indago intrigada. Josh Durand siempre me pareció un buen chico, conmigo era muy amable y también era muy cercano al grupo de Stefan, de un momento a otro, todo cambió. El enfrentamiento entre ambos en la cafetería de la escuela y detectar cómo Adria estaba en medio, me hizo intuir que ella era la responsable de todo este lío junto con Josh. Suspiro. Escuchar cada palabra hiriente de Adria hace unos momentos contra Stefan, me planteé en salir y darle su merecido, pero me contuve porque no era mi problema; aun así, verlo de esa manera no me agradaba. Veo a Joaquín ir a abrir la puerta, de seguro son el resto de personas. Me acerco con cautela y esperanzada en que pueda abrirse un poco conmigo. A veces necesitamos desahogar todo lo que tenemos dentro para seguir tirando esa cuerda que nos mantiene a flote. Stefan. Estaba claro que todo se había arruinado. Nada estaba saliendo conforme a mis planes, pero realmente deseaba terminar con toda esta situación que se salía de mis manos, era doloroso saber que en parte era mi culpa, mi hermana me advirtió que esto sucedería si seguí huyendo de las terapias que me ayudarían a mejorar y, que en cualquier momento lastimaría a las personas de mi alrededor; eso era lo que más temía. No era culpable de mis impulsos, era difícil poder controlar esa rabia que se incrementan cada día en mi pecho. No era dueño de mis emociones la mayor parte del tiempo, ni siquiera de mi vida porque todo se basaba en mi comportamiento, en esa situación que me arrastraría por el resto de mis días. Anhelaba despertar y saber que eso ya no existía en mi vida. Sentí un movimiento a mi lado, giré mi rostro consternado. Maldije por lo bajo al ver cómo se coloca en mi misma posición. Y ahí estaba ella, con esa maldita sonrisa que me hacía experimentar una nueva sensación. Odiaba su presencia, sentirla tan cerca y embriagarme con su aroma. No comprendo porque sigue reuniéndose con nosotros, esa facilidad de confraternizar me asombro, era una chica que iluminó nuestras vidas, que le dio ese toque de frescura y alegría. Odiaba a Sloane por traerla a nuestras vidas. La detestaba porque la convirtió en su mejor amiga sin consultarme. Y me disgustaba ver como se soltaba con facilidad con ella, fue difícil derrumbar cada uno de sus muros y adentrarme a su vida, pero esta chica logró hacer lo que nadie ha podido: Hacer que Sloane acepte a alguien en su vida sin cuestionarse tanto. —Hola. —me saludó. La ignore. Fue la primera en llegar a casa y tuvo que presenciar la discusión con Adria, tanto como con mi madre. Escucho todos esos gritos y mi silencio; al momento de regresar a donde estaba, deseaba que me mirara y que no agachara su cabeza, no quería que pensará que era cierto todo lo que Adria había insinuado, pero no podía obligarla a verme con otros ojos. —Vete—espeté. —. No quiero sentir tu presencia. —Tranquilo, no significa que porque no has tenido un buen día, puedes tratarnos como deseas. No eres el único que tiene problemas. La mire. —¿Qué quieres Keira? —pregunto. —No somos tan cercanos para tener una conversación, ya que siempre estás huyendo como si desearas que no descubriera lo que estás ocultando. —arrugue mis cejas. La había visto escocerse por los pasillos cada vez que me acercaba o la pillaba mirándome. Era extraña a su manera, necesitaba comprender porque cada vez que me acercaba huía de mi presencia. —Yo no oculto nada. Me quedé en silencio. —Sabes que tienes a personas dispuestas a escucharte, ¿verdad? —Eso odiaba, que trataran de hacerme hablar cuando lo único que deseaba era estar en silencio y perderme en mis pensamientos. —Vete Keira. —masculle.   —No entiendo porque alejas a todos de tu vida en estos momentos, muchos quisieran tener la oportunidad de estar rodeados de personas que están dispuestos a ayudarlos, pero tú, que tienes esa facilidad, te encierras y guardas todo lo que sientes. Apreté mis manos. —Eres una persona extraordinaria Stefan, con todos tus errores, porque nadie es perfecto y no puedes señalarte al mínimo error que cometas porque estamos para equivocarnos en esta vida. Todos se dan cuenta de la persona que tienen a su lado, pero parece que tú eres el quien no se percata de tu valor—expone. —. No necesitas rogar por las migajas de amor que te ofrece una chica que no le importas, cuando te aseguro que muchas chicas están dispuestas a entregarte todo el amor que mereces. No puedo apartar mis ojos de ella. —Nosotras pensamos que somos las únicas que sufrimos de amor, que los hombres son los que nos hacen daño, pero debemos saber que los hombres también sufren. Solo que nos victimizamos y no observamos nuestro alrededor—reflexiona, sonríe. —. Tú también sufres y me parece un poco terco de tu parte no querer dejar entrar en estos momentos vulnerables a las personas que les importa tu bienestar. También necesitamos recostar nuestro dolor sobre alguien, no es malo mostrarse vulnerable. —me mira con ternura. —No lo hagas. —le pido con desesperación. —¿Qué cosa? —pregunta confundida. Hacer que ponga mi mirada en ti.
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