RECUERDO V

2009 Palabras
5 de diciembre, 2019. Keira. Miro de un lado a otro esperando a que cualquiera haga su aparición, bajo mi mirada a mi muñeca para ver la hora y me percato de que están llegando con quince minutos de retraso, quizá me dejaron plantada. Idiotas. Se supone que habíamos coordinado, si hubieran tenido algún percance uno de ellos, lo más preferible era avisar para quedarme en casa mirando la serie que deje a medias para apresurarme, ya que me habían pedido, prácticamente suplicado, que no llegará tarde como las otras veces. Retrocedo sentándome sobre el borde de la fuente, estiro mis piernas y agacho mi cabeza. Suspiro. —No pongas esa mirada, que no te hemos dejado plantada—levante mi cabeza al instante al escuchar su voz. Sus ojos juguetones me miraron. —. Lamento haberte hecho esperar, pero tuve que atender unos asuntos y por eso me demoré en llegar. Los chicos se tardarán un poco más porque se olvidaron que tenían que entregar un trabajo mañana, por eso me avisaron que viniera para hacerte compañía hasta que ellos terminaran y viniera a ver la función. Que se tomara el tiempo de venir para solo hacerme compañía cuando había dejado claro que no podía venir con nosotros, me emociona un poco. —Podías solo enviarme un mensaje. —planteo. —Ya estoy aquí. —se encoge de hombros. —Aun no entiendo. —¿Qué? —¿Por qué de todas las personas te enviaron justo a ti? —pregunto con fastidio. —Es un hecho que quieren arruinar mi tarde. —Todo lo contrario, te hicieron un favor porque iluminare tu día con mi presencia. —¡Qué favor! —ironizo chasqueando la lengua. —¿Qué te gustaría hacer? —No sé. Enfoco su mirada detrás de la fuente. —¿Quieres ir a comer helado? —propone mirándome. —Suena bien. Caminamos en silencio hasta la heladería, está demasiado enfocado en su móvil escribiendo para prestar atención a mis palabras, es por eso que no digo nada. Entramos y nos sentamos en una de las mesas junto a las ventanas. —¿Qué sabor deseas? —preguntó con su mirada en su móvil. —Cualquiera está bien. —murmure soltando un suspiro. Esto era incómodo, si me alejaba cada vez que estaba cerca era porque no deseaba hacerme ilusiones estúpidas porque sabía que a las finales terminaría volviendo a los brazos de Adria. Era su ciclo vicioso. —¿Todo bien? —Si. —susurré sin mirarlo. —Ya hice el pedido. Asentí. Minutos después una camarera dejó sobre la mesa dos helados del mismo sabor. Comencé a saborear el helado en silencio, sin mirarlo. Podía sentir sus ojos en mí, esa manera de absorberme, removía partes en mi interior. —¿Por qué me evitas? —murmuró. —¿Qué trata…? —levante mi mirada y frene mis palabras al ver cómo su rostro estaba tan cerca del mío. Tragué saliva, nerviosa. Estuve a punto de hablar, pero pasó su dedo sobre mis labios. —Tenías un poco de helado. —dijo de manera natural mientras yo estaba gritando en mi interior porque lo que acaba de suceder. No enloquezcas, Keira. 6 de diciembre, 2019. Toda la escuela está alborotada por el reciente artículo publicado en una de las revistas más cotizadas. Nadie esperaba que entre todas las chicas, Rhys, escogiera a la menos resaltante y sociable, fue una sorpresa para muchos descubrir ese detalle, ¡pero me encanta como se ven ambos! Sloane puede negar todo, pero sabe que no se puede engañar a sí misma. Es evidente que ambos cayeron lentamente por el otro. Aunque a Rhys se le nota un poco más, Sloane no se queda atrás. ¡Qué emoción! Abro la boca cuando me tropiezo con la pierna de alguien, mi cuerpo por inercia se va para adelante. Tiro mi bandeja de mi comida y, al momento de caer, me sostengo con ambas manos que están abiertas. Escucho su risa. Maldición. Me pongo de pie y me giro para mirarla. No me sorprende que todo sea obra de ella, no se cansa de molestarme. Aun no entiendo qué tiene contra mí, está claro que yo nunca le hice nada para que me tratara como si fuera su peor enemiga. —¿Qué te pasa enferma? —preguntó con molestia. —¿Te divertiste ayer? —cuestionó apretando sus dientes. La miro confundida. No, no, no, no… ¡Nos vio! —Sé que te encuentras emocionada porque te está prestando un poquito de atención, pero no te ilusiones tanto que en cualquier momento volverá a mí—apreté mis manos, me acerque. —. Pobre Keira. —¿Apostamos? —pregunto de pronto. —Te apuesto a que no vuelve a ti. Ya se dio cuenta que no vale la pena sufrir por una víbora como tú. Me tomó desprevenida cuando me derramó el yogurt sobre mí. Pude sentir como mi rostro se calentaba, era un hecho que me encontraba roja de ira; estuve por dar un paso al frente y acabar con todo, pero Sloane se me adelantó derramando leche sobre la cabeza de Adria, quien se giró sobre sus talones furiosa. La hizo a un lado y me tomó de mi muñeca haciéndome caminar porque estaba anonadada por su intromisión. Ella odiaba ser el centro de atención. Adria se interpuso en su camino. —Quítate de mi camino —exigió Sloane, furiosa. —. ¡AHORA! —me estremecí al escuchar su tono de voz. —¿Qué te hace pensar que puede venir a tirarme leche en mi cabeza y luego irte como si no hubieras hecho nada? —cuestionó Adria molesta —Pero tú sí puedes abusar de las personas —contraatacó Sloane soltando mi muñeca y acercándose a Adria, quien retrocedía. —, nadie te dice nada porque son tan cobardes para ir en tu contra cuando saben que eres la niña de papi—ríe secamente. —. Deja de creer que tienes poder sobre ellos, que solo te haces ver patética. Si te tienen temor es porque tu padre es un desgraciado que amenaza al bienestar de la familia de cada uno de aquí, solo porque tiene el poder de lograr destruirlos. Escucho los murmullos. —Me las pagarás. —aseguró ella molesta. — ¿Y qué harás? —Sloane la empujó con una mano. — ¿Mandaras a tu papi a amenazar a mi familia? —preguntó con burla, Adria apretó sus puños. — No te confundas estúpida, mi padre puede acabar con el tuyo, si eso quiero—la vi pasar saliva, nerviosa. Su actitud arrogante había disminuido. — ¿Ahora quién tiene el poder? —Eres una... —Cuidado con tus palabras —la interrumpí de inmediato. —Tú no te metas, maldita —Si quiero puedo demandarte por mandar información a la prensa sin mi autorización —amenazó Sloane, la observó pálida. — ¿Crees que no me daría cuenta que fuiste tú quien mandó las fotos a esa revista? Pero no te preocupes, no me ensuciare las manos contigo —dijo con tanta emoción. —, estarás muy a gusto en tratar con el abogado de Rhys. Borro su sonrisa de golpe. —Veremos si puedes contra sus abogados, después de todo tu padre no tiene tanto poder para ir en contra de Rhys Temblay —aseguró Sloane victoriosa. —. Te lo advierto, deja tranquila a Keira. — ¿Y que si no quiero? —cuestionó Adria con altanería. —No tendré compasión por ti. —respondió Sloane con una sonrisa ladeada. — ¿Ahora que andas con Rhys crees que tienes poder? —se cruzó de brazos. Escuché como todos ahogaron un grito. —Querida, no te confundas, no necesito a un hombre para tener poder —afirmó Sloane, la observó con furia. —. Solo que no me gusta malgastarlo con perras como tú. Escuche la risa colectiva. Adria apretó sus labios mientras se acercaba y alzó su mano para golpearla. No sabía que sucedería si lo hacía, pero era evidente que Sloane no lo pasaría por alto. Entonces, apareció él, deteniendo el golpe de Adria. Todos se quedaron en silencio. —No te atrevas a tocarla. —advirtió Stefan, soltó su mano. —Ella fue la que empezó —replicó Adria. —, deberías defenderme a mí no a ella, me acaba de insultar. —De seguro lo tienes merecido. —dijo Stefan. Nuestras miradas se cruzaron. Sus ojos me examinaron, endureció su rostro y clavó su mirada en Adria. —¿Qué le hiciste a Keira? ¿Es que no te quedó claro mi advertencia la última vez? —preguntó, enojado. Hundí mi entrecejo por su repentina preocupación, no era común que se metiera en estos líos, ¿por qué lo estaba haciendo por mí? Todos me miraron y no para no empeorar más la situación, decidí intervenir. —Stefan, no lo vale. Él me miró buscando una respuesta a mi intromisión, pero solo negué con mi cabeza hasta que asintió. —Quedas advertida. —le dijo Sloane antes de empezar a caminar e indicarme que la siguiera. Salimos por la puerta de la cafetería, detuvo sus pasos y volteo a mirarme. —¿Estás bien? —pregunto con cautela. —Sí, no te preocupes —respondió mirándome de pies a cabeza. —. Lo bueno es que no ensucio tu ropa. —Eso es lo bueno. —suspire. —¿Por qué Adria te estaba acosando? —inquirió, aparto la mirada. —Es una larga historia. —digo frustrada. —Tenemos el tiempo suficiente, pero vamos a que te limpies. —sugirió. Caminamos en silencio porque estaba cuestionándome porque siempre me enredaba en problemas cada vez que estaba cerca de mí. Adria muchas veces me ha advertido de que me aleje, pero mientras más me lo pide, más cerca quiero estar de él. Aunque no lo pueda tener, al menos quiero mantenerme a su lado; sin embargo, no puedo seguir quedándome a su lado esperando a que regrese a ella. No me haré ese daño.  Entramos al servidor de las chicas y me miró. —Entonces... —Ayer fui al cine —la interrumpí, continuó. —, estaba con Stefan. Me observo curiosa, suspire. —Habíamos coordinado con los chicos ir al cine, pero Stefan y yo fuimos los primeros en llegar —explique. —. Los chicos nos avisaron que estarían antes de la función, así que fuimos por un helado, estuvimos charlando y Adria nos vio en la heladería. —Supongo que estaban riendo, ¿Por qué tanto se molestó? —Es que... —me quede callada, mis mejillas se encienden. —Continua. —ordenó emocionada. —No pasó nada —aseguro, negó con la cabeza. —. Solo que tenía crema en el lado inferior de mi labio y Stefan fue amable al limpiarlo. —¡¿Qué?! —No grites—pido sonrojada. —. Solo somos amigos. —Claro, claro —pronunció, entrecerré mis ojos en su dirección. —. Amiga mía, solo es cuestión de tiempo para que termines aceptando que estás enamorada de Stefan, aunque creo que eso ya lo sabes. —No me digas —digo con ironía. —. Y tú solo tienes que darte cuenta. —me burlé un poco. —¿Qué cosa? —preguntó confundida. —Muy pronto lo entenderás. Entenderás que estás enamorada de Rhys. Nos quedamos hablando un rato más en el servicio. Fue la primera en salir y dejar que me arreglará, cuando veo que estoy presentable, salgo. Retrocedo al ver que estaba recostado sobre la pared, esperándome. —¿Estás bien? Negué dándome media vuelta, me tomó de mi brazo. —Suéltame. —hasta a mí me sorprendió el tono de mi voz, me soltó. No me impidió seguir avanzando, tampoco  me detuve a observarlo, seguí mi camino como desde un principio debí hacer. Es momento de dejar de pensar en que se fijara en mí. 
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR