RECUERDO II

3384 Palabras
29 de septiembre, 2019. 17 años de edad… Keira. Muchas están alborotadas por la llegada del mejor cantante del año. ¡¿Y quién no?! Hasta yo me siento entusiasmada, ¡mi cantante favorito camina por los pasillos de la escuela! Él decidió ser un alma bondadosa al unirse a los mortales para darles un poco de su luz, ya que él resplandece como un ángel. Amo sus canciones, me encanta como transmite los sentimientos en cada párrafo; sabe como llegar al corazón de las personas. Me entristece ver cómo las personas no le dan un respiro. Él vino en busca de paz y temo que no lo está encontrando porque las personas al verlo caminar lo rodean, incomodándolo, y él tan amable, sonríe como si no le molestará. Escucho como alguien a mi costado suelta un resoplido, giro mi cabeza y ensancho más mi sonrisa al encontrar a mi futura mejor amiga a mi lado, pestañeo y le regalo una de mis mejores sonrisas. —Hola —le saludo entusiasmada. —. ¿Has escuchado que tendremos un proyecto? Sloane giró su cabeza, la expresión en su rostro me hace apretar mis labios, me mira con molestia. Hago el intento de no seguir hablando porque si lo hacía perdía mis puntos para conquistar a mi futura mejor amiga. No podía descifrar lo que pensaba, era un total misterio, no le gustaba hablar con nadie, pero andaba con Stefan y sus amigos. Odiaba ser el centro de atención, pero no dejaba que nadie la pisoteara. Me gusta su personalidad, también como en sus ojos se refleja la sinceridad, y esas ganas de desaparecer a todos con una mirada, me resulta divertido. Ella es un enigma. —¿De qué va el proyecto? —su pregunta fue inesperada. Mis ojos se agrandaron y emití un jadeo, sorprendida. Nunca imaginé que mis logros de hablarle todos los días darían resultados. —Y-yo—titubeo, nerviosa, sin dejar de estar sorprendida. —. ¿Esto es real? —¿Qué? —¡Me estás hablando! —chille queriendo saltar de la emoción. Llevo una mano a mi pecho siento como mi corazón late con fuerza. —Es normal en las personas—comentó como si nada. —Como si fueras normal—murmure. —Comunicarse, ¿no? —Claro —respondo. —, pero nada es normal en ti. —pienso en voz alta, llevó una mano contra mis labios y niego con mi cabeza, horrorizada. —Nada es normal en mí. Se encoge de hombros. —Respondiendo a tu pregunta —me aclaro la garganta. —, no sé de qué va el proyecto. Me vuelve a ignorar como siempre y eso me molesta un poco porque pensé que estábamos avanzando como grandes amigas. —No entiendo por qué me habla, si luego me va a ignorar. —susurro. Minutos después, la clase inicio, donde tuve una nueva oportunidad para conocerla mejor. Me toma desprevenida cuando está de acuerdo que trabajemos juntas, nunca había sucedido aquello. Luego, que terminó la clase, la intercepté para pedirle su número y a regañadientes aceptó mi petición. La vi perderse entre la multitud de alumnos. Estoy por darme la vuelta y caminar a mi siguiente clase, entonces, lo veo. Camina con una sonrisa que ilumina su rostro y esos pequeños gestos que hace cuando se encuentra feliz; desvió mis ojos a su costado y borro la sonrisa dibujada en mis labios. Nunca me verá como Adria. 6 de octubre, 2019. —Estoy enamorado de ella y si lo único que me permite tenerla cerca es ese tipo de relación, lo quiero. Su voz retumba en mis oídos y cabeza, mientras ese sabor agrio de derrota me ocasiona malestar. Lo odio, por expresar su amor abiertamente, ¡¿quién en su sano juicio se enamoraría de ella?! ¡Cielos! Ella le trata como quiere, a veces me da pena ver que le hace desplantes. He visto como expresa su supuesto “amor”, cada vez que lo cambia por otro tipo. No le importa lastimarlo. No me hace para nada agradable escuchar a mi crush decir que está enamorado de una víbora que no aprecia sus sentimientos y que no se cansa de arruinar la existencia de nosotros. Oír esa confesión, hace que las ilusiones que he creado todos estos años, sigan desvaneciéndose. ¿Duele? Nah. Bueno… No tanto. —Que lastima, ¿no te das cuenta que no te ama? —pregunto inconscientemente frustrada y dolida. Levanto mi mirada y me encuentro con cuatro pares de ojos, mirando en mi dirección. ¡Hable en voz alta! Mis mejillas se calientan y me hago pequeña en mi asiento. ¡Demonios! Maldita bocota, como te gusta meterte en problemas. Miro con nerviosismos a cada uno, trato de no mostrarme sorprendida cuando sostengo su mirada profunda. Sus ojos azules me observan con fastidio. ¡No enloquezcas Keira! —¿Qué? —Mi voz sale natural. Si, claro. «Por favor, dejen de mirarme». Ruego en mi interior. No puedo soportar tanta atención. Sus ojos me examinan esperando algo de mi parte, pero me pierdo en ellos, fantaseando miles de momentos. Para mi lastima, no duró mucho. —Es de mala educación interrumpir conversaciones ajenas—me riñe. Agacho mi mirada, avergonzada. —y menos cuando no eres invitada. Con tan solo abrir su boca, perdió su encanto. Maldito Stefan. Frunzo mi ceño. No dejaré que me hable con ese tono que utiliza cada vez que está molesto, no seré la del motón, que permite que le hable así. —En ningún momento me metí en su conversación—aguanto las ganas de gritar. —. Estaba mirando un anime y no me di cuenta de que hablé en voz alta, y que especialmente tú—lo señalo con el dedo acusador. —, te hayas sentido aludido. —miento y sonrio. —Espero sea la última vez—masculló Stefan. —. Si vienes a clase es para estudiar, no para mirar animes. Oh, no. —¿Disculpa? —entrecierro mis ojos, ofendida. —¿Quién te crees para decirme que hacer? Aprieto mi móvil. —Te disculpo. —me sonríe Stefan. ¡Pero mira qué sonrisa más encantadora! Sacudo mi cabeza ¡No Keira! Está siendo un idiota contigo, no es momento que te enamores de su hermosa sonrisa. Lo fulmino con la mirada. Muéstrale tus garras. —Idiota—gruño. —. Puedo decir lo que quiero, sin temer, puede que toda la escuela te tenga miedo, pero te has equivocado conmigo—digo entre dientes. Me niego a soportar su idiotez, sí, es mi amor imposible, pero eso no quiere decir que permitiré su comportamiento. —. ¿Y sabes qué? Pierdes el tiempo detrás de una chica que no te ama. ¡¿Qué acabo de decir?! Aprieto mis labios. Es un mal chiste, ¿verdad?... Acabo de delatarme y decirle a mi crush esas palabras. Maldición. Fijo mi mirada en él, temerosa por su reacción, pero me toma desprevenida al momento de estirar sus labios y curvar una ligera sonrisa. ¡El muy idiota está sonriendo! —Keira. —me llaman, volteo. Una de mis compañeras me hace señas hacia la puerta. —¿Qué? —Grito. —Te busca una tal Sloane. Sonrió ampliamente, giro mi cabeza y la busco entusiasmada. La veo parada en la puerta, con los ojos entrecerrados y una expresión irritante. —¿Eres Keira? —me preguntó uno de ellos. —¿Conoces a Sloane? —siguió Stefan. Giro para mirar a Sean. —Si, soy yo. —contesto. —Me encantan tus fotografías del periódico escolar. —me elogia Sean, con una sonrisa encantadora. Me sonrojo. No todos los días recibo elogios de uno de los chicos más calientes de la preparatoria. —Gracias. —¿Vas a responder a mi pregunta? —preguntó Stefan, irritado. Suspiré. —Si, la conozco. Me levanto de mi lugar y camino en dirección de una Sloane exasperada. Cabe resaltar que hacerme amiga de esta chica fue un poco complicado, prácticamente le obligue a que tuviera una conversación que duró pocos minutos, sin embargo, estoy satisfecha con el resultado. Me gusta tener su amistad porque sé que es sincera. Minutos después, de haber escuchado las indicaciones de nueva mejor amiga, regreso a mi lugar, donde sigo escuchando su conversación de su eterno enamoramiento; sin tan solo mirara a su alrededor y descubriera que no necesita migajas de amor, se diera cuenta de que muchas personas están dispuestas a darle lo que merece. —Que idiota. —digo cabreada. Él sigue hablando. Ignora las intervenciones que hacen sus amigos, no les toma tanta importancia, cuando debería ser todo lo contrario. —Ella es diferente. No lo soporto. —Hay muchas mujeres en el mundo —miro a mi móvil para pasar desapercibida. —. Sufres en vano, Banri. Hago mención a uno de mis personajes favoritos de un anime, pero solo lo utilizo para mandarle indirectas a ese maldito Stefan. —Como seguía diciendo, ella es… —Puf, hay muchas mujeres con más virtudes que ella, es una bruja —lo interrumpo, con intenciones de irritarlo. —. Eres un idiota, es que no te das cuenta, que quizá la chica indicada esta frente a ti. Sigue soñando. Puedo sentir su profunda mirada… Es tan intensa. Ignoro qué me está prestando atención, concentro mi mirada en mi móvil, fingiendo que miro un anime como mencione. —Oye. —escucho que me dice. Levanto mi mirada. —¿Me hablas a mí? —preguntó señalándome. Así, hazte la desentendida. —No, a tu doble. —respondió con sarcasmo. A este no se le quita lo imbécil, pero encantador. —Que imbécil. —ruedo los ojos. —¿Qué anime estás mirando? —cuestionó Stefan, curioso. —Golden Time. —respondo, regreso mi mirada a mi móvil. —¿Es buena? —volvió a preguntar. No respondo, lo ignora adrede porque no tengo ganas de soportar su comportamiento, aun siento que me mira con esa profundidad, trato de no flaquear. —Te estoy hablando. —indicó Stefan. —Te estoy ignorando. Escucho algunas risas, levanto mi cabeza y sonrió a sus amigos. —Es de mala educación dejar hablar a una persona solo. —acusó Stefan. —No cuando no estás en una conversación con esa persona —contraataco, curva una sonrisa ladeada. —. Si me disculpa señor educado, tengo que mirar un anime. Vuelven a sus posiciones originales cuando el profesor ingresa al aula, guardo mi celular confundida y anonada. ¡Acabo de tener una discusión con mi amor imposible! No enloquezcas Keira. Demasiado tarde. 9 de octubre, 2019. ¿Cómo hago para que entienda? No he dejado de enviarme mensajes todo el día. Papá no se ha puesto a pensar en las consecuencias que traerá esa cena de aniversario por la muerte de mi madre. No hace falta invitar a esa familia, es evidente que no nos quieren en sus vidas, después de leer el mensaje que enviaron dejando en claro que nunca sería parte de esa familia. Me duele el rechazo de mi propia sangre. Antes que mamá muriera, me comentó cómo su familia se opuso a la relación con mi padre, de cómo hicieron todo lo posible para que su unión no se diera, incluso tuvieron el descaro que comprometer a mi madre sin consultarle; sin embargo, mamá puso un alto, dejando en claro que se casaría con mi padre, y desde ese momento rompió todo contacto con ellos. Esa familia ni siquiera tuvo la decencia de venir cuando ella murió. ¿Por qué debo tenerlos en consideración? Por su culpa mamá murió sin tener la oportunidad de pedirles disculpas, sólo por un rencor que han guardado por décadas. No dejaré que arruinen ese día, no cuando es tan especial para mí. Alzo mi mirada, trazó una sonrisa cuando me topo con la inexpresiva mirada de Sloane, quien me observa aburrida; desvió mis ojos a su costado y frunzo mi ceño. Maldito Stefan. No entiendo porque sigue poniendo atención a la chica que le engañó públicamente, ¡¿Por qué es tan imbécil?! A veces me desespera con esa actitud, quiero sacudirlo para que reaccione. Me toma desprevenida cuando se levantó y caminó en mi dirección, su profunda mirada me examinó y curvó una sonrisa ladeada, que hizo que me estremeciera; todos los ojos presentes están concentrados en nosotros. Me pongo nerviosa, me encojo en mi lugar mientras miro en todas las direcciones. Tranquila Keira. Se detiene frente a mí, me analiza con su mirada y gira sobre sus talones poniéndose a mi costado. —Tengo una cita con Keira—me sorprende sus palabras, ahogo un jadeo cuando pasa su brazo por mis hombros. No grites, Keira. Pero esa burbuja de felicidad explota al darme cuenta que tiene puesta su mirada en Adria, quien no oculta su molestia. —No puedo, una lástima, pero de seguro cualquier chico quiere salir contigo. —La decepción me embarga, escondo mi desilusión. Adria se gira sobre sus tolanos, no sin antes darme un último vistazo, atisbo el odio en esos falsos ojos verdes. Respiro profundo, aprieto mis puños por acabar de ser utilizada. No se siente bien. —¿Qué te pasa? —cuestiono controlando mis ganas de golpearlo. —Gracias por la ayuda. —dice tan tranquilo. —¡¿Ayuda?! Pero si no acepte nada—exploto, esa rabia hace que chasque la lengua. —. Sabes los problemas que tendré con esa, me hará la vida imposible, aun así, no te importo sólo querías vengarte de ella, utilizándome—afirmo, siento una punzada. —. Pensé que eras mejor, pero me doy cuenta que eres peor que ella. —confieso con desilusión. Él me observa, no muestra arrepentimiento. Espero algo de su parte, al menos una disculpa, pero se cruza de brazos y sigue mirándome, niego con mi cabeza decepcionada y me giro con una sensación agridulce. Maldito Stefan. 16 de octubre, 2019. Me apresuro para llegar a clase. Desvió a muchos de mis compañeros e ignoró los saludos, no puedo tener tardanza de nuevo. Acelero mis pisadas sin mirar a mi alrededor, pero visualizo una sombra que se planta frente a mí. Levanto mi mirada. No oculto mi molestia al ver su rostro, esa sonrisa lobuna en sus labios me da ganas de arrancarla. —¿Qué quieres? —espeto con mala cara. —Nada, solo deseo saludarte—admite, está claro que esa no es su intención. Si de algo he conocido a Adria estos años, es que nunca pasa por alto una humillación. —. Te ves muy bien esta mañana, pelirroja. No mencionó nada. Paso por su lado, vuelve a atravesarse en mi camino. Respiro hondo y cuento hasta tres para no explotar porque me molesta su repentina aparición. Pasó una mano por mi cabello al ver como todos se reúnen siendo espectadores, escucho los murmullos. Suelto un suspiro, irritada. —Dame permiso. —suelto, cabreada. Situó sus brazos a la altura de sus pechos. —Déjame pasar. —digo molesta. —¿Y si no quiero? —preguntó divertida, su sonrisa se transformó. —No estoy para tus juegos. —advierto. —Pero no estoy jugando. —se encoge de hombros. Pasó por su lado, pero me tomó de mi muñeca, su agarre es fuerte. —Suéltame Adria. —siseo. Alguien quita su mano de manera brusca, desvió mi mirada y lo encuentro, lo fusiló con la mirada. Por culpa de este imbécil, soy el blanco de esta víbora. —¿Qué estás haciendo Adria? —inquiere Stefan, sereno. —Yo-yo… —titubea Adria. Me asombra esa actitud, parece que le tiene miedo. —Te lo voy a volver a preguntar una vez más —su enojo es evidente. —. ¿Qué estás haciendo? Parpadeo, confundida, al ver a Adria retroceder temerosa. —Suéltame. —exijo metiéndome en la conversación. Me observa. —Tranquila, fiera. Abro la boca. Maldito Stefan. —¿Fiera? —Pregunto incrédula, asintió. Sonríe de lado. —Suéltame. —exijo una vez más, me suelta. Camino manteniendo mi cabeza agachada, paso por la multitud, ignorando las miradas que me dan. Intentó calmar mis nervios recostando mi espalda en una de las paredes; escucho como ordena que todos vuelvan a sus salones, su grito hace que me esconda. En el pasillo solo se quedan su grupo de amigos, incluida Sloane y Adria. Veo como Adria le reclama, en medio de su discusión va aumentándose la intensidad; los gritos furiosos de ella resuenan por el correr, y la expresión en el rostro de él genera miedo. Él avanza, ella retrocede. Llevo una boca a mi mano cuando ella le lanza una cachetada, parpadeo, pero realmente no espere que él avance a velocidad y tome su cuello, haciendo que Sloane le grite para que se detenga. Me encuentro temerosa cuando él no tiene intenciones de soltarla, veo como ella palidece mientras sigue advirtiéndole que no se meta conmigo. Adria le susurra, aprieta un poco más su agarre. Me asusto. Salgo de mi escondite para pedir que se detenga, pero la suelta y camina en la dirección contraria, furioso. Adria se queda inclinada, su rostro está sonrojado mientras se sujeta el cuello. ¿Qué acaba de suceder? 1 de noviembre, 2019. Keira. Luego del alboroto que generó en la cafetería, cuando se atrevió a golpear a un compañero porque solo se le acercó a susurrarle unas palabras, esperaba que al menos estuviera arrepentido por sus acciones, pero no, su expresión es totalmente diferente a lo que imagine. Aún me resulta difícil de descifrar, no entiendo ese comportamiento impulsivo y agresivo. Es un misterio que me atrae con fuerza, pidiéndome a gritos que lo descifre. Cada vez que me mira, siento como quiere trazar una línea entre nosotros, pero cuando estoy cerca de él, todo es diferente. Las palabras de Sloane perforan mi cerebro “Él no tiene la culpa de ser así” ¿Qué trato de decir con eso? Mi cabeza está tratando de unir los cabos sueltos, aún cuando parece imposible o poco probable, una nueva pieza encuentro, dando a relucir otro secreto. Me sorprendió saber que era participe en peleas clandestinas, sobre todo, al saber que era uno de los mejores. Sus ojos confusos me observan desde su esquina, creo que está cuestionándose como es que llegue a este lugar. Escucho como tiene una discusión bastante acalorada con Sloane, parece que estar metido en estas cosas, afectan su estado, pero no logro entender bien. —¿Por qué ella está aquí? —cuestiono Stefan con desprecio. A veces es un completo imbécil. —Tengo mi nombre—aprieto mi mandíbula. ¡Imbécil! —. Y si no lo sabes, somo amigas. Casi mejores amigas. —¿Sloane teniendo amigas? Eso sí es sorprendente. Empezaron a discutir como unos niños, mencionaron porque no creían que Sloane tuviera amigas y la pelea no acabo, cada vez me pareció más divertido que tuve que soportar mis ganas de reírme, pero todo se acabó cuando un hermoso y cautivante hombre mencionó el nombre de Sloane, las palabras los arrastraba y, al momento, de fijar sus ojos en mí, sentí como el mundo se caí. Se presento como todo un caballero y me gusto ver la interacción que tuvo con Sloane, mi mirada se desvió un poco y me topé con el ceño fruncido de Rhys; entrecerré mis ojos en su dirección y me contuve, algo había ahí, esa mirada de molestia me decía que estaba celoso. Mis ojos se volvieron a enfocar en Stefan. Algo se despierta en mi interior, tenerlo así de cerca, pisando sus talones, era riesgoso, porque no se si seré capaz de ocultar mis sentimientos, sobre todo, sabiendo que jamás me mirara. Él era diferente a lo que imaginaba, no era la persona que monté en mi cabeza. Era alguien que como todos cometía errores y de los más grandes. Mi subconsciente me decía que estar junto a él era un peligro, un problema, y a pesar de no ser el chico perfecto que creía, más me enamoraba de él. Suena loco y contradictorio, pero su imperfección era lo que más me cautivaba.
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