Capítulo 1. La boda
Sonido de campanas, pétalos de rosas blancas cayendo desde lo más alto de la catedral, una multitud animando a los novios en este show denominado boda, que a decir verdad el nombre más indicado para llamarlo sería farsa. ¿Cómo un par de personas pueden casarse solo a dos meses de conocerse?
Sí, así es, el que se supone sería el día más bello en la vida de una mujer en realidad es un contrato vendiendo su alma al diablo, desgraciadamente ella aún no lo sabe.
Annya Lawrence, la novia, una hermosa joven de veintidós años, de cabello castaño claro y ojos marrón, camina del brazo de su nuevo esposo hacia la limusina; Charles Hamilton es un hombre atractivo, pero tiene cuarenta y cinco años, bien podría ser su padre.
Él se mueve con elegancia y una sonrisa perlada, es el ejemplo de un perfecto caballero, amado por la gente y los medios; prendados del brazo entran en el vehículo muy íntimos y felices... una vez fuera de la vista de todos, la suelta sin delicadeza y pone esa maldita cara de pocos amigos con la que normalmente interactúa.
— «No para sorprenderme lo bueno que es actuando, igual que un lobo con piel de cordero» — piensa fastidiada.
— En la privacidad no hace falta que finja ser un esposo amoroso— proclama con voz fría, interrumpiendo los nefastos pensamientos de su cónyuge hacia su persona.
— Ya lo sé — responde Annya sin ánimos, sabía más o menos que esperar al casarse con ese hombre.
— En cuanto lleguemos a la mansión nos pondremos a trabajar en mi nuevo heredero, aunque antes debo presentarte ante tus hijastros, recuerda no ser cercana a ellos, especialmente a...
— A Keith — termina la oración ya cansada de escucharlo hablar.
Algo hastiado por el tono de su mujer, Charles la sostiene de la barbilla, altivo.
— Qué bueno que no eres tan estúpida como otras, al menos tienes un par de neuronas funcionando, así no tendré que estarlo repitiendo constantemente.
¡Agh! Esa fue una forma muy despectiva de dirigirse a ella, pero no puede decir nada porque no le conviene estar mal con ese imbécil, así que intenta contenerse a sí misma, ya se había casado con él, no podía cambiar las cosas, solo le quedaba enfocarse en su objetivo.
— «No le muestres tu enfado Annya, este hombre no te ama, no esperes nada de él, recuerda, haces esto por tu familia» — pensó, reprimiendo sus palabras.