Se lamió el labio inferior, dejándolo húmedo y con un tenue brillo; el ceño fruncido, los ojos fijos en la hoja sobre el pupitre. Movió el lápiz entre los dedos, su mente tratando de recordar la respuesta de la última pregunta. Respondió las anteriores con la certeza de haberlo hecho bien. Miró de soslayo hacia los costados, todos sus compañeros concentrados en el examen.
—¿Ya concluyó, Colombo? —Se sobresaltó e irguió la mirada. Negó con la cabeza—. Entonces deje de mirar a sus compañeros y concéntrese en su propio examen.
Bufó mentalmente, no era como si odiase al profesor, bueno, quizás un poquito.
Volvió a centrarse en la hoja, su mente debía de estar enfocada en los apuntes, en los libros que leyó para, de algún modo, concluir con el examen, pero no. Deseaba poder borrar de su me
