Lukas no había parado de hablar de la chica de la florería mientras secaba unos vasos con un paño y él acomodaba las diferentes botellas de licores sobre la barra. Al principio, le pareció hasta divertido ver a su compañero babeando por esa chiquilla, esa friki de las rosas, pero ahora se estaba volviendo cansino. Por alguna razón le molestaba. Siendo honesto, no tendría por qué importarle lo que decía o hacía Lukas. Ellos eran los mejores amigos y siempre se habían contado todo, eso incluía sus ocasionales romances o líos apasionados de una noche. Eso y que él tenía a Emilia para, bueno, quitarse el estrés. De hecho, no negaba que Emilia era buena en la cama. Hasta el momento, era la mejor compañera de sábanas que había conocido y tal la razón de repetir las cosas. No existían lazos sen

