Se cuestionó en qué estaba pensando cuando dejó que Emilia lo arrastrase rumbo a saber dónde. Era su día libre y lo único que quería era poder dormir hasta la noche siguiente. En el trayecto recorrido, se encontraron con Lukas, su otro compañero de trabajo y único mejor amigo, y los tres habían ingresado a varias tiendas mientras se ponían al día, comentando banalidades. Emilia compró algunos víveres que había pedido su madre. Él se preguntó por qué la mujer no podía encargarse de sus propias compras ya que su hija no vivía con ella. Bueno, no era su asunto. Posterior a un buen rato de entrar y salir de otras muchas tiendas, Emilia se despidió de ellos. —Ve tú solo. Regreso a mi departamento —imperó con desdén—. Necesito mi cama, Lu. No tengo ganas de seguir caminando. —Ya estamos aquí

