Capítulo 11; Los niveles de la seducción.

1357 Palabras
Miss labios entran en contacto con los suyos, que bien se siente. Por un momento llegué a pensar que me rechazaría, se quedó estático sin mover un musculo, mientras yo le provocaba con mis labios. Sus manos se estrecharon más en mi cintura, sonrió con mis labios pegado a los suyos y supe de inmediato que se había recuperado de la sorpresa. Sus labios se movían sensuales contra los míos, siento la temperatura subir, me abruma la intensidad del beso y todo lo que produce en mí. Su boca abandona la mía y estoy a punto de gemir de frustración al resentir el calor que de ellos emana, pero me percato de que su mano sube hasta la parte posterior de mi cabeza, se aferra a ella con fuerza y tira de mi cabello un poco hacia atrás, mi cuello queda totalmente expuesto, la situación es excitante y envía oleadas de calor a través de mi cuerpo. Comienza a dejar suaves y húmedos besos a lo largo de mi cuello, un fuerte escalofrío me recorre la espina dorsal, me siento arder y mi respiración se agita. Su boca es sencillamente deliciosa, El Maestro, sabe besar de una manera que logra que me estremezca. Su lengua roza de forma exquisita el lóbulo de mi oreja y no lo soporto más, me sorprendo al escucharme gemir. Sus besos continúan y su lengua se desliza por mi cuello. —Ma. . . Maestro. . . — susurró extasiada, no creí que fuese posible que pudiera sentir estas cosas. Siento como si me estuviese derritiendo entre sus brazos y es muy place tero todas estas sensaciones desconocidas que logró experimentar con mi maestro, todo lo que él me hace sentir. Su lengua recorre el borde de mi vestido, pasando sobre la piel de mis senos. Creo que voy a enloquecer, estas nuevas sensaciones me hacen sentir mareada, mi cabeza gira sin parar, el aire se ha vuelto denso, creo que podría desmayarme, pero no quiero hacerlo, quiero que el Maestro, siga besándome, lamiendo mi piel de forma deliciosa. —Irina. . . — susurra y me hace estremecer, tiemblo débilmente entre sus brazos, mi nombre ha sonado erótico y excitante. La mano que aún quedaba sobre mi cintura se desliza por mis muslos, llega al borde, acaricia mi rodilla y me sorprende cuando su mano comienza a ascender llevándose con ella la prenda. ¡Va a desnudarme! Por un momento dudo, siento algo de pánico no estoy segura de qué es lo que debo hacer. Pero la ansiedad que tengo es mayor, no importa a donde quiera llevarme El Maestro, no importa que partes de mi cuerpo quiera tocar, porque yo también lo deseo, lo deseo ardientemente. Con un rápido movimiento me hace girar, hasta quedar de frente, sentada a horcajadas sobre él, me mira con ojos hambrientos mientras sus dos manos acarician mis piernas, es una caricia tan sensual que la temperatura continua subiendo hasta límites insospechables. Siento como su cuerpo se presiona contra el mío, me sorprendo al sentir su gran erección entre mis piernas, me excito, no puedo evitarlo, mis partes más íntimas palpitan ansiosas y un pequeño vaivén de mis caderas me hace gemir lastimeramente. Cuando se frota contra mi creo que voy a enloquecer, sin poder evitarlo dejo caer la cabeza atrás mientras cierro los ojos y acaricio esas sensaciones que recorren mi cuerpo. —¡Ohhh!— escapa su mis labios aquel suspiro. Las manos del Maestro están en mi cintura, presionándola con fuerza. Me insta a moverme y cuando lo hago las sensaciones hacen que me retuerza de placer, mi cuerpo está en llamas, se siente tan bien que comienzo a hacerlo más rápido, no tardó mucho tiempo cuando siento que exploto en un cúmulo de sensaciones, mi cuerpo tiembla y aunque siento placer, quiero más, quiero sentir mi piel contra la suya. El Maestro gruñe y se mueve rápidamente haciéndome girar y arrojándome al mueble, se acomoda entre mis piernas, las cuales mantengo apoyadas en su caderas con mis altos tacones afincándose en su piel. —Diablos, Irina. . . —gruñe reclamando nuevamente mis labios. Quiero. . . No, no quiero, necesito con urgencia sentirlo más. Mis manos acarician su espalda, y me estremezco cuándo él acaricia firme, pero suavemente mis senos. Arqueó mi espalda en busca de intensificar el contacto. Estoy enloqueciendo, si, estoy perdiendo la razón a causa del deseo. Vuelve a besar mi cuello, sus manos van a mis caderas y me oprimen con fuerza contra él. De pronto cesa el contacto, El Maestro se queda totalmente rígido, me mira con el ceño fruncido y yo le miro con ojos enormes. —¿Qué. . .qué sucede. . . qué sucede Maestro. . .? —No creas que has logrado envolverme y cautivarme sin que lo haya notado Irina, desde el primer instante supe lo que te proponías. —Yo. . . yo. . .— estoy confundida, mi cuerpo aún tiembla ansioso y quiero que vuelva a tocarme. -No cariño, no es una exhortación. Está muy bien, pero. . . —se levanta poniéndose en pie, incomoda sigo su ejemplo y acomodo mi vestido, siento que mis piernas tiemblan, me creo incapaz de caminar. —Pero. . . ¿por qué. . . por qué se detiene Maestro?, ¿no lo he hecho bien? —Lo has hecho perfectamente bien Irina, de hecho, para tener una experiencia casi nula, solo con la poca que yo te he proporcionado, lo has hecho perfecto, cualquier hombre se sentiría abrumado. —Cualquiera, menos usted—digo queriendo llorar. —Hasta yo podría Irina, pero te conozco, soy tu Maestro y sé que no podemos hacer esto. —Pero. . . Maestro. . . —No Irina, no estás preparada para ese nivel. Debes avanzar de forma progresiva—sin poder evitarlo, hago un ridículo puchero. —Yo quería. . . —Sé perfectamente lo que querías, podemos engañar con nuestras palabras, con expresiones ensayadas, pero la reacción de un cuerpo excitado es inconfundible. —¿Entonces? —He dicho que no estás preparada. Debes entender que la seducción tiene niveles, desde el nivel básico de como arrojar miradas, el nivel de como mover tu cuerpo y enviar señales, en nivel del contacto físico, el nivel de los besos, el nivel s****l es el último y no puedes sencillamente saltar todo e ir al último nivel, debes avanzar, un nivel a la vez. —Pero Maestro, yo quiero. . . —No—dice duro— no me hagas enfadar, Irina. —Lo siento— me disculpo sintiéndome al borde de las lágrimas. —Pero no te decepciones, no estás lista aún— se acerca y me toma entre sus brazos, luego una de sus manos toma mi mentón firmemente y me hace mirarle— hay tanta pasión en ti, Irina, no debería admitirlo, pero ardo en deseo. Será todo un encanto enseñarte los placeres de la carne, mostrarte todo lo que tu cuerpo puede sentir. Seré yo quien te daré tus primeros orgasmos y sin duda alguna, me recordarás para siempre como El Maestro, él que te enseñó todo lo que sabes— me besa fugazmente, sus simples palabras me hacen estremecer. Luego se aleja nuevamente— pero no ahora, no mientras no cumplas la mayoría de edad y hayas avanzado en tus entrenamientos, mientras eso sucede no estás lista para el nivel s****l. Claro que, eso no significa que no podamos practicar o experimentar un poco. Por poco gimo de frustración, queriendo gritarle. ¡PERO ACABO DE CUMPLIR DIECISIETE! Casi lloro, tendré que esperar al menos un año para que suceda. —Pero. . . —Nada de peros pequeña— me susurra— nos veremos mañana. Descansa, que tengas dulces sueños. Y sin más se gira, se marcha hacia su habitación dejándome encendida como una antorcha y con lágrimas quemando mis ojos. Para tenerlo debo al menos haber cumplido dieciocho. —¡Maldición!— digo furiosa a la vez que la frustración se apodera de mi, y por primera vez en mi vida, deseo que mi edad fuese otra.
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