CAPÍTULO 8; DOMINIK VON FISCHER.

1297 Palabras
Dominik. . . Llegué a mi habitación, luego de haber cerrado la puerta, me recargué sobre ella, dejando escapar el aire que hasta el momento contenía. Fue entonces cuando realmente pude respirar con normalidad, no entiendo cómo fui capaz de mantener la calma hasta ese momento. Ya en lo secreto de mi habitación me permito perder el control, a solas y sin testigos. Mi pecho baja y sube con velocidad, y mi respiración se oye descoordinada. Irina, sin duda alguna es una hermosa jovencita, aunque ella no sea consciente de eso, es sumamente hermosa, su cuerpo aunque un poco delgado posee las curvas necesarias, tiene gracia al caminar, es plenamente sensual sin intensión de serlo y es una excelente alumna. Esa sensualidad innata y desconocida e solo que la hace terriblemente irresistible, es deliciosa, como una fruta que comienza a madurar. Sus besos han encendido el deseo en mi piel, he tenido que contenerme para no tomarla allí mismo y es que aún no está preparada para eso. La unión física es algo imposible en éste momento, pero la verdad es que aunque me cueste admitirlo estoy jugando un juego bastante peligroso, enseñar a seducir a alguien que ya es sensual en sí misma a temprana edad, puede traer resultados perturbables para mí. No quiero terminar siendo presa de mi propia trampa. "Nunca, nunca debes enamorarte. Quién se enamora otorga un desmedido poder para ser lastimado, debes comprenderlo y aprender a dejar los sentimientos de lado. Quién seduce no ama, si quieres ser respetado debes aprender a controlar tus sentimientos, el día que te permitas amar, puedes dar por terminada tu decisión de ser fuerte. El día que te enamores habrás perdido todo, Dominik” Aquellas mismas palabras que había dicho a Irina, vinieron a mi cabeza. Esas mismas palabras que alguna vez me enseñara mi Maestra. —¡Nunca se debe amar, Dominik!— me recuerdo, luego acercándome a la cama, y dejándome caer sobre ella, el suave colchón me recibe y se amolda perfectamente a mi cuerpo. Mi espalda sobre las tersas sábanas, me quedo mirando el techo, no hago más que pensar, pensar, y pensar en todo lo que ha sido mi vida. Y pensar en que por más hermosa que me parezca Irina, no puedo permitirme sentirme atraído hacia ella. Es tan extraño que después de tanto tiempo haya decidido tomar una discípula, en todos estos años, siempre me he negado el privilegio de trasmitir las enseñanzas que alguna vez recibí. Ver a Irina, en aquel café suplicando un pedazo de pan, trajo a mi vida terribles recuerdo de un pasado sufrido, un pasado en el que yo mismo padecí hambre, sueño, frío, pero sobretodo desprotección. Un pasado en el que casi muero en las calles. Aún puedo cerrar los ojos y recordar todo lo vivido, aquellas frías noches oculto junto a los conteiner de basura de aquel oscuro y frío callejón, aquella vez en la que tuve que pelear con un chico por un trozo de pan viejo y mohoso, aquella vez en la que casi me matan por pisar territorio que pertenecía a un chico abandonado. Si me concentro juro que hasta puedo sentir la mugre sobre mi piel, sentir el mal sabor de la comida a punto de descomponerse. No me agrada la sensación, me hace recordar al jovencito miedoso y vulnerable que fui. Mi ceño se frunce y hago una mueca de asco. . . ¡Recordar aquello es horrible! Debe ser por ello, que ver a Irina en la misma posición que yo tuve tantos años atrás ha logrado conmoverme. Ella, una chica tan hermosa, con aquella cara tan dulce, esos oscuros y profundos ojos, una mirada cargada de inocencia, inocencia que por su propio bien debe estar dispuesta a perder. Vivimos en un mundo en el que los inocentes terminan muertos, un mundo que es solamente de los más fuertes, y eso es precisamente en lo que convertiré a Irina Roberts, una seductora capaz de robar el aliento y el corazón a cualquier hombre, capaz de conseguir el éxito como yo lo he hecho. Cuándo acabe con ella, no habrá hombre sobre la tierra, que sea capaz de resistirse a su seducción. Puedo recordar a mi Maestra, una hermosa mujer de ojos verdes y mirada firme, un delicioso cuerpo que me mostró mucho de lo que ahora sé. Ella, al igual que yo hice con Irina, me recogió de la calle, y me enseñó todo lo necesario para ser un exitoso Dominik. Ella me ayudó a tener nuevo nombre y nueva vida, una vida alejada de mi madre drogadicta y mi padre alcohólico. Recordar me hace mal. Lo sé, pero ahora que he comenzado mi mente no puede detenerse. Me estremezco al recordar los golpes que recibía de mis padres, golpes a diario y sin motivo aparente, no era más que un estorbo para ellos. Nunca se interesaron en mí y en mi bienestar. Con ellos, nunca fui a la escuela, nunca aprendí a leer o a escribir y con quince años, era el único de mi comunidad que no había asistido al instituto. Mi madre hacia cualquier cosa por drogas, mi padre se ahogaba en el alcohol a diario, mi vida era desgraciada y miserable, por eso decidí abandonar la casa donde vivía. A veces pensaba que lanzarme a la calle no fue una decisión inteligente, pero luego recuerdo que de no haberlo hecho, jamás hubiese conocido a mi Maestra y jamás sería el hombre que ahora soy. Si me hubiese quedado en aquella casa junto a aquellos fatídicos padres, seguramente ahora no sería más que un maldito drogadicto, igual que mi madre, o un despreciable alcohólico, igual que mi padre. Me quedó mirando el techo por lo que parecen ser horas. Irina, está presente en mi cabeza mientras trato de imaginar lo horrible que pudo haber sido su vida en aquel orfanato. Ella es mi primera alumna y juro que será mi obra de arte, será un tributo a mi Maestra, una muestra de lo bien que aprendí, de lo buen Maestro que puedo ser. Según mi reloj, son las dos y veinte de la madrugada, sin poder evitarlo por más tiempo, mis pasos me llevan hasta la habitación de Irina. La veo dormir, aunque no plácidamente. Se mueve inquieta y pequeños gemidos escapan de sus labios, es como si tuviese una pesadilla. Quizás esté recordando algún episodio que vivió en la calle. Quisiera ayudarla, pero en ésto, no puedo. Cada quién debe luchar contra sus propios demonios. Su largo y hermoso cabello n***o contrasta contra la blancura de las almohadas, se encuentra descuidadamente esparcido y eso la hace ver hermosa, su linda boca está entreabierta mientras aquellos sonidos salen de ella. No pude soportarlo más, así que me di media vuelta y salí de aquella habitación apresuradamente. Mañana será un día de prueba para la nueva Irina, solo espero que la mala noche no altere su desempeño, ya que no será nada fácil verse rodeada de personas que no conoce, e intentando cumplir a cabalidad con sus lecciones. No sé por qué, pero no dudo de sus capacidades, estoy seguro de que lo hará excelente. Confío en ello, es muy buena estudiante. Sus besos vuelven a mi mente, la manera en que correspondía a mis labios, la forma en que su pecho se agitaba, en que la pasión se iba apoderando de ella. Era sencillamente hermosa, una fruta tierna, un diamante sin ser pulido, sus labios son carnosos, firmes sin dejar de ser suaves, e increíblemente receptores. —¡Con un demonio Dominik, vete a la cama! Me exhorté a gran voz, enojado conmigo mismo por los pensamientos que acudían a mí. Me dirigí a la habitación con un solo pensamiento rondando mi cabeza.
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