Melissa Me costó demasiado no caminar directo a la habitación donde Nick estaba durmiendo esa noche, sabía que había viajado hasta aquí solo para verme, que todo en su mirada me pedía lo mismo que mi cuerpo gritaba en silencio: estar con él. Pero también sabía que mi padre había sido claro, y que, aunque mamá intentara disimular con su típico comentario con doble sentido, no era el momento. Así que, por más que me doliera, subí a mi habitación, cerré la puerta, apagué la luz... y pasé la noche pensando en él. A la mañana siguiente me desperté más temprano de lo normal, ni siquiera había salido el sol del todo cuando ya estaba bajando a la cocina, mamá ya estaba allí, removiendo una olla con olor a canela y vainilla, y Olivia, con su pequeña pancita de diecisiete semanas, cortaba frut

