DOLOR

650 Palabras
Karina estaba feliz de ver a su hija realizada, incluso profesionalmente. Según lo que ella le había contado en esos minutos que habían compartido con una taza de té, Erina había estudiado medicina mientras estuvo fuera del país. —¿Planeas quedarte mucho tiempo acá? —cuestionó la mayor, esperanzada en que fuera así, y la joven de ojos verdes asintió. —Por el resto de mi vida, tal vez —declaró Erina y el corazón de Karina dio tremendo salto—. j***n es un poco extraño, además, he quedado con mi padre que seré valiente y afrontaré lo que me duele si él es valiente y lucha por recuperar lo que le pertenece. —¿Tu padre? —cuestionó la rubia, bajito, sintiendo cómo se destrozaba aún más su corazón ya hecho añicos. —Es el hombre que me adoptó —informó Erina—, amo llamarlo de esa manera, y a él no le molesta que lo haga. Llamarlo así me hace sentir que de verdad somos familia, que ambos tenemos una familia al fin. » Sabes —comenzó a contar la más joven—, él la ha pasado incluso peor que yo. Muchos años atrás alguien le arrebató lo que más amaba en la vida, le quitaron a su familia e incluso su libertad por no tener el mismo status que la madre de su hijo. Karina escuchaba atenta la historia que esa joven contaba, y podía sentirla un poco más compasiva de lo que la recordaba, así que pensó que tal vez debía agradecer a ese hombre que no conocía por haber cuidado de su bebé y haberla ayudado a madurar. » Desde entonces él se ha esforzado en obtener un nivel más que aceptable —informó la joven—, y lo ha hecho increíble. Ese hombre es tan bueno que se merece absolutamente todo. —Suena a un gran hombre —musitó la rubia llena de celos. Su hija hablaba de un padre que no era su padre de verdad mientras le brillaban los ojos y la sonrisa no se apartaba de su cara. —Lo es —admitió la chica—, Yami… —Tía —dijo un ojiazul que entraba a la oficina, donde un par de rubias hablaban, sin anunciarse—. Me falta él… Valerio no pudo continuar con lo que decía, el rostro horrorizado de una chica que recordaba bien, a pesar de tener otro color de cabello y otro color de ojos, le dejó en estado de shock por un par de segundos. —¿Sucede algo? —preguntó Karina al ver como Erina temblaba sin hacer nada por la taza de café que había dejado caer al suelo y le ensuciaba los zapatos—. ¿Erina? —¿Por qué está él aquí? —preguntó la chica temblando de pies a cabeza, mirando fijamente a un joven que hubiera querido no volver a ver jamás. Valerio caminó hasta la chica, pero el rubio detuvo sus pasos cuando un nuevo grito escapó de la garganta de esa temerosa chica. » ¡No te acerques! —suplicó la joven de ojos verdes, aterradísima. —Lo lamento —dijo el joven de ojos verdes, deteniendo su paso, pero queriendo arreglar lo que había rotó años atrás—, esa noche estaba demasiado ebrio, por eso hice lo que te hice, pero lo lamento mucho de verdad… —No —soltó la rubia más joven—, no puedes excusarte en el alcohol para dar una disculpa… me violaste… tú… tú me… —María, yo… —comenzó a hablar Valerio, pero no pudo decir nada más, pues la palma de Karina estampándose en su mejilla no se lo permitió. —Sal ahora mismo de aquí —exigió la mayor—, y si te vuelvo a ver cerca de ella voy a olvidarme de que eres mi sobrino.
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