REENCUENTRO

585 Palabras
—Bien, me haré cargo del resto —anunció Valerio, tomando el puño de carpetas que había estado revisando con Karina para poder dar inicio al nuevo proyecto en que trabajaban. —Lo dejo en tus manos —permitió la rubia, despidiendo a un rubio de ojos azules para que fuera a hacer su trabajo y le diera al fin un respiro. Valero había realizado esa propuesta, y a ella le pareció interesante, pero no esperó que se entusiasmara tanto y le exigiera demasiado. —Mamá dijo que deberíamos cenar juntos pronto —soltó el joven de ojos azules desde la puerta de la oficina de la rubia, antes de abandonar el lugar. —Como si alguna vez Valentina tuviera tiempo para algo que no sean negocios —ironizó la de ojos verdes y ambos rubios sonrieron. —Igual somos familia, deberíamos hacernos un espacio en la agenda de vez en vez —señaló Valerio y quien le escuchaba asintió. —Supongo que sí —aceptó la mujer de ojos verdes, poniéndose en pie para continuar con el siguiente papeleo en la lista. Valerio se fue, él debía continuar con la tarea que ahora tenía, una que había sido diligentemente asesorada por su tía Karina, una mujer con quien no compartía sangre, pero que era la mejor amiga de su madre. No había pasado ni media hora de que Karina Plasencia se perdió en esa nueva propuesta en que ella, junto a su sobrino, trabajaban, cuando los golpes en su puerta captaron su total atención. » Adelante —permitió la rubia sin moverse de su lugar, asumiendo que era su secretaria quien molestaba. Aunque era raro que ella tocara de la nada, pues ella solía utilizar el intercomunicador para anunciar absolutamente todo. —Ha pasado tiempo —dijo una chica rubia de hermosos ojos verdes que Karina tenía alrededor de seis años de no ver—. ¿Ha estado bien, señora Karina? —¡Erina! —exclamó la rubia casi a grito, mientras estampaba sus piernas en el escritorio por lo rápido y fuerte que se había levantado. La joven mujer sonrió nerviosamente, sin moverse de donde estaba; pues sus piernas parecían estarle haciendo una mala pasada. Karina sí se movió. Torpemente, esa rubia se dirigió hasta la entrada a su oficina para atrapar lo que esperaba no fuera una alucinación; y no lo era, realmente su hija estaba parada frente a ella. Justo en ese momento al fin la tenía en sus brazos. » ¿Dónde has estado todo este tiempo? —preguntó la mayor en medio de un llanto que a la más joven le partió el corazón. —Estuve viviendo en j***n, creo que me casé con alguien —explicó casi a modo de burla la cuestionada. Karina le miró con mucha sorpresa, pero la sonrisa de su más grande amor le tranquilizó. —¿Él te trata bien? —cuestionó la mujer de traje, sin soltarla de la mano y jalándola a la salilla en su oficina. —Él me trata increíble, aunque legalmente estamos casados, es más bien como mi madre —explicó en una actitud divertida. Estaba nerviosa—. Hace seis años que lo conocí prometió ayudarme si le daba compañía, así que el dicho matrimonio fue más bien una adopción. Pero ahora tengo una linda y hermosa familia. La joven rubia sonreía plena contando su ya no desdichada vida, mientras, detrás de la fingida sonrisa de la mujer que le escuchaba, se encontraba un corazón destrozado.
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