Sigo a la auxiliar de tierra por el aeropuerto de Seul camino de la sala Secret-Vip que tengo preparada. La mujer parece tener miedo tanto que la veo temblar en las ocasiones que tiene que abrirnos paso entre la gente. Puede que mi fama me preceda y no me importa. Con el paso de los años he perdido la esperanza de encontrar a mi compañera. La he deseado mucho durante mi larga vida, pero estos últimos años ha ido a peor. No puedo decir que pasó en aquel pueblo del sur de España, cuando el gobierno americano me mandó a negociar el uso militar de sus propiedades, pero sentí que esa felicidad me estaba llegando. Desde entonces han pasado décadas y no he vuelto a sentir nada así, a pesar de haber vuelto cada vez que he podido.
Poco a poco dejé de visitar y buscar y me encerré en mí mismo. Blindé mi manada y me creé un harem de jóvenes lobas que voy cambiando a gusto. Si, mi carácter es agrio y suelo ser malhumorado, pero realmente, me da igual, así que cuando la auxiliar parece que no es capaz de hacer su trabajo estoy llegando a mi tope de permisión y a punto de gritar a la mujer cuando algo hace que pare en seco. Un agradable olor llega a mi desde los asientos que se reparten por todo el aeropuerto. La auxiliar se percata que he parado y se acerca a mí para que continuemos, pero tiro de su brazo para seguir el olor. Busco de donde procede, pero un sentimiento raro me acuchilla el corazón.
– Señor, vamos a llegar tarde. Por favor, debemos continuar. – La voz titubeante de la mujer me hace perder la concentración.
– Me da igual. – Miro la zona de los asiento y me percato que tiene anuncio de salida de un avión hacía Vietnam. ¿Será posible? Busco entre los allí sentados y veo alguna familia. Rezo para que mi compañera no esté cargada de niños de otro, pero no noto nada en esta zona.
– Señor, su vuelo. – Me vuelvo a la auxiliar sacando un gruñido bajito. La mujer salta hacía atrás y me mira con terror.
– Consígueme un billete para ese vuelo. – Lo digo señalando la pantalla que anuncia la salida del avión a Vietnam mientras continuo mi búsqueda visual. – Mira, esa pareja de recién casados, dales el triple del precio de sus billetes y consígueme sus billetes.
– Señor, no puede, el vuelo de gobierno nos es – Mi mirada parece fulminarla y la mujer sale corriendo al mostrador más cercano. Junto al mostrador hay un grupo de mujeres. Me percato que son de edades variadas, no parece haber un patrón para que estén allí juntas. Veo por los billetes que son de escala, vienen de Madrid y van a enlazar con este vuelo. De entre todas veo una mujer alta que se pone en pie. Tiene la piel clara, los ojos azules y el pelo castaño. No puedo decir que edad tiene, simplemente es bella y atemporal. Mi corazón parece que se ha parado durante un par de segundos y de repente comienza a latir más fuerte y más rápido. ¿Podría ser ella? Después de tanto tiempo, quizás no buscaba en la ciudad adecuada.
– Señor, el general Class me pide que le haga entrar en razón y que vaya a su vuelo. – La miro y veo que trae en la mano unos papeles. Sonrío mostrando parte de mi perfecta dentadura. La mujer se sonroja y me da el billete. Lo veo y confirmo que son de clase business.
– Genial. Ahora quiero a esa chica a mi lado. – Me giro y señalo a la castaña de ojos azules del grupo de mujeres chillonas.
– Pero señor….
– Oh, vamos, lo estás haciendo muy bien, no vayas a fallar ahora. – Vuelvo a mi seriedad normal y la mujer corre de nuevo al mostrador. La puerta de embarque se abre y comienzan a anunciar el embarque de mi nuevo vuelo. Desde el mostrador la mujer me hace una señar con el pulgar arriba, así que me dirijo al embarque.