Comenzaba una nueva etapa, volví al gimnasio, renové mi guardarropa, era otra persona, alguien diferente a lo que me convertí estando con Daniel. El miedo desapareció por arte de magia, ese simple papel causó un gran revuelo en mi interior. Desbordaba felicidad a simple vista.
Paty y Johanna me ayudaron durante las siguientes semanas a empacar para la mudanza, dejar todo listo para que los chicos hiciesen el trabajo pesado fue el trato. Afortunadamente tampoco es que tuviera mucho que llevar, Gabi es la que más cosas tenía, entre ropa y juguetes las cajas parecían no ser suficientes. Es increíble ver como acumulamos tanto a lo largo del tiempo, me deshice de mucho que no nos hacía falta, pero que seguramente ayudaría a otras personas.
Gabi regaló cantidad de juguetes, el saber que haría feliz a otros niños la llenaba de satisfacción. Me angustié en los días previos al gran cambio, quisiera o no era diferente y me asustaba un poco. Era una sensación extraña, el temor se apoderaba de mí por momentos.
¿A que le temía? no lo sabía, pero ahí estaba haciendo una fuerte presencia. Paty, decía que eran los nervios y que era normal que los tuviera. Decidí no pensar, porque seguro me arrepentiría y Marcos no lo soportaría. La relación y mi amor por él es más fuerte que el miedo a avanzar, me lo repetía una y otra vez, hasta grabarlo en mi mente. Lo mejor de todo es que dio un resultado fantástico, aún algo permanecía en lo profundo de mí ser, pero lo controlaba no permitiría que Marcos lo notara.
Dejar el lugar que me sirvió de refugio durante la época dolorosa me generó cierta nostalgia, Gabi parecía no sentir nada, brincaba de un lado a otro decidiendo que llevarse y qué hacer en su nueva casa. El ser humano se adapta fácilmente a los cambios, pero cuando somos niños esa capacidad es mucho mayor. Gabi es una prueba palpable de ello.
El día antes de mudarnos recibí la llamada alarmante de la escuela de Gabi. La Directora me dijo que fuera inmediatamente a recoger a mi hija. Daniel intentó llevársela en la hora del descanso, se presentó borracho dando voces. Fue agresivo con ella porqué al verlo se alejó de él y comenzó a gritar.
Los profesores intervinieron y llamaron a la policía, pero cuando llegaron se había marchado como un vil cobarde. Me puse histérica, salí corriendo como loca de la oficina, Silvia me detuvo preguntando qué pasaba.
-Tengo que irme, Daniel intentó llevarse a Gabi de la escuela le dije desesperada
-Cálmate, estas muy pálida. –Temblaba como una gelatina
-No puedes conducir en ese estado -Te llevaré. Voy a avisarle a Leandro
-Lo siento no puedo esperar –cogí el bolso y saqué las llaves del coche, de los nervios las deje caer, no podía controlarme -Te llamaré luego
-¡Espera Caro! -Gritaba detrás de mí
Me fui tan rápido como pude, cada semáforo en rojo me parecía una eternidad. Los hubiese saltado de no ser por los demás vehículos de adelante. Deseaba tener el poder de tele transportarme para estar al lado de mi bebé.
La angustia de días anteriores era la premonición de lo que ocurriría después. Daniel es el único que puede generarme ese miedo. Él y solo él es el culpable de mi desdicha. Salir de nuestras vidas no es su deseo, destruirme es su prioridad, no le encuentro otra explicación a su reaparición. Sabe que moriría si me la quita. Llegué directo a donde ella se encontraba, al verme me abrazó fuerte, su llanto era inconsolable. La arropé con mi cuerpo intentando calmar el temblor del suyo. Entre sollozos me pidió que no dejara que él se la llevara.
-Mami, ese señor es un loco, quiere hacerme daño. Repetía.
-Nadie te lastimará, ya estoy aquí bebé. –Se quedó aferrada a la banca -Vámonos a casa le dije
-No quiso moverse, su cuerpecito no dejaba de temblar -Llama a Marcos, dile que venga a buscarnos
-Él está trabajando nena. –me hice la fuerte para proporcionarle confianza, esa misma que ni yo tenía -Vendrá después, cuando lleguemos lo llamaré
-¡No mami, llámalo! –Gritaba muerta de miedo -Ese hombre está allí afuera
La profesora me contó que Daniel se presentó en la zona de juego llamando a Gabi. Gritó muy fuerte y ella salió corriendo para alejarse de él, pero la siguió halándola del brazo. Sus compañeros al ver lo que pasaba, se tiraron encima de él, diciéndole que la soltara, algunos se quitaron los zapatos y se los lanzaron. La profesora forcejeo con él, al verse acorralado por un grupo de niños y por ella tiro a Gabi contra el piso. La maestra recibió un golpe en la cara y tiene un ojo amoreteado. Me recordó lo que viví al lado de ese monstruo, el maquillaje no cubría las marcas de su salvajismo.
La policía llegó respondiendo al llamado, la profesora denunció la agresión y me pidieron que hiciera lo mismo. Eso representa una violación de la orden de alejamiento, no puede acercarse a nosotras a menos de 1000 metros. ¿Qué hacer era mi gran duda? ¿Dejar a Gabi en la escuela o llevarla conmigo a la comisaria? Pasar por esto de nuevo, no tiene perdón.
Marcos y Paty llegaron, me asombré al verlos. Silvia llamó a Marcos y este a su vez a Paty, me sentí protegida con su compañía. Ella se quedó con Gabi, mientras Marcos y yo nos fuimos a poner la denuncia. Vi luz en esa oscuridad, tenerlo a mi lado me ayudaba a llevar mejor mi angustia.
Era cuestión de tiempo que lo detuvieran y lo encarcelaran. Por primera vez pasó por mi mente que fuese así y nunca saliera. Para que estar afuera haciendo daño a su propia sangre, yo fui su esposa y no comparto nada con él, pero Gabi es su hija y su bienestar no le importa.
La orden de captura fue emitida, los policías me aseguraron que no volvería a molestarnos. Esas palabras quedaron clavadas en mi mente y en mi corazón. Por fin, suspire, saliendo escuche el canto de los pájaros, era música para mis oídos, alcé la vista y una pareja de canarios posados en un árbol me maravillaron, ambos de color amarillos como el sol brillante, la hembra tenía una mancha negra en la cabeza, su tono amarillo era más suave que el del macho, los picos de ambos se juntaban y producían unos sonidos hermosos, parecían hablar y luego juntaban sus pequeños cuerpecitos, mire con dulzura a Marcos y vi que él era mi canario, mi pareja perfecta.
Los pensamientos se interrumpieron al ver una ambulancia estacionada en nuestro edificio, los vecinos gritaban, tantas emociones juntas me atormentaban. Pensé en Gabi inmediatamente, al acercarnos al portal, la vecina de al lado de mi apartamento se acercó llorando -¡Lo siento!, intenté impedirlo
-¿Impedir que? –el corazón se me puso a mil, un aire frio recorrió mi cerebro antes que respondiera supuse lo que pasó -Ese hombre se llevó a su hija y lastimó a su amiga
-Caí sobre mis rodillas, Marcos no tuvo la agilidad de agarrarme a tiempo. Un grito seco me salió del alma, las lágrimas de dolor eran incontenibles.
-La policía lo está persiguiendo siguió contando al tiempo que se acomoda a mi lado de rodillas, pasó su brazo sobre mis hombros y suspiró -Los llame cuando escuche los gritos de auxilio
-Paty, la mujer que estaba con la niña como está preguntó Marcos angustiado -Él la golpeo muy fuerte y esta inconsciente. Los paramédicos la están atendiendo
-Quedé sorda a las palabras de los demás, eran muñecos a los que se les movían los labios, el dolor se apodero de mí, una pena muy grande me abatió hasta dejarme sin fuerzas para levantarme.
Marcos me dejó con aquella mujer, pidiéndole al resto de los vecinos que no permitieran que me fuera a ningún lado, lo vi alejarse a las carreras para ver a Paty, me postré en el suelo suplicando por mi bebé, la mente no me dio para reaccionar, el cuerpo no me pertenecía.
Una eternidad es el tiempo que viví en ese momento. Marcos bajó acompañando la camilla en la que venía Paty. Su ropa ensangrentada me alarmó, me acerqué a ella a rastras con el rostro bañado en lágrimas, alguien me sostenía de los brazos no dejándome caer de nuevo.
-¡Perdóname Caro!, -acaricié su cara quitando la sangre que no me dejaba verla –fue más fuerte que yo
-No tengo nada que perdonarte. –sus lágrimas enjugaron la sangre de sus mejillas dejando una línea de dolor dibujada.
-Sabes que la amo con todo mi corazón, decía sosteniendo débilmente mi puño, nos relató el incidente con dolor - Cuando llegamos al apartamento, abrí la puerta. La mochila de Gabi se cayó mientras entrabamos. No lo vi venir, recuerdo un fuerte golpe que me lanzo hacia adentro. Reaccioné y lo vi, le grite a Gabi que corriera a su habitación y se encerrara. Mientras forcejeaba con él pedí auxilio, peleé con él como una fiera, al final pudo más que yo.
Lo último que recuerdo es verme tirada en el piso con una señora al lado diciéndome que todo estaría bien.
-Debemos llevarla al hospital, tiene una fuerte contusión en la cabeza. Dijo un paramédico quitándola de mi lado
-¡La encontraremos Paty! apuntó Marcos, no podemos acompañarte pero Richard te esperará en el hospital
-Marcos, solo encuéntrenla dijo en un hilo de voz.
La policía me volvió a tomar declaración, fueron las horas más largas. Me prohibieron intervenir de cualquier manera en el trabajo de los oficiales, ya que solo pondría en peligro la vida de Gabi. Las horas pasaban lentamente, miraba el reloj cada minuto, nada de lo que tomaba para calmar los nervios surtía efecto, los tenía destrozados. Marcos, sus padres y Johanna permanecieron a mi lado viviendo mi tormento. Su madre oraba por su regreso, me uní a ella, pidiéndole a Dios que escuchara mis plegarias. ¡Devuélveme a mi hija!, le rogaba
Si estás ahí, apiádate de mí, examina mi corazón. ¡No me castigues Señor! Gritaba.
Arrastrada fui llevada al cuarto
-Ven a la cama, es muy tarde Caro -Era de madrugaba, por las palabras de Marcos asumí que su familia se había marchado y ni cuenta me di
¡No puedo Marcos!, ¡no puedo! –la voz de Gabi resonaba en mi mente, su risa peculiar me hizo buscarla por la casa, fui corriendo a su habitación y no la encontré, caí rendida a un costado de su cama imaginándola.
Sin saber que hacer Marcos procuraba calmarme, se hizo el fuerte, pero su rostro mostraba que también estuvo llorando -Va a amanecer, seguro tendremos noticias en unas horas
-Me levanté y me senté en la cama -¿Cómo puedes estar tan seguro? -Dios escucha tus oraciones y concederá el deseo de tu corazón -Un frio recorrió mi cuerpo y una paz se apodero de mi ser. Así como sentí que algo iba mal, ahora era lo contrario. Con esa tranquilidad me dormí, en que instante no lo sé. Mis ojos se cerraron lentamente hasta proporcionarme la placidez del sueño.
-Un Marcos alborotado entró en la habitación -¡Despierta Caro!, ¡despierta!
-¿Qué pasa?, grite asustada
-¡La han encontrado! ¡Gabi apareció!, sus ojos azules se iluminaron diciendo las palabras mágicas
-Me tire de la cama, caí al piso lastimándome las manos al intentar amortiguar el golpe. Marcos me levantó con cuidado -No puedes hacerte daño, tenemos que ir a buscarla
-¿Dónde está? Pregunté con voz temblante
-En la comisaria, -una pausa acompañada de una mirada recelosa me dieron la razón -la encontraron en casa de los padres de Daniel
-Llena de rabia y odio lancé la almohada contra la pared -Son unos malvados, sobre todo esa vieja bruja –visualicé su asqueroso rostro y me dieron ganas de vomitar
-La tuvo todo el tiempo y no pensó en mi dolor
-Me abrazó aplacando mi rabia -Olvida eso. Alístate, Gabi nos espera
Al llegar a la comisaria me pidieron proporcionar ciertos datos, no podía seguir sin ver a mi nena.
-¿Dónde está? –Desesperada miraba alrededor buscando su lindo rostro -Necesito verla le dije al agente que nos recibió
-¿Cómo dieron con ella? Preguntó Marcos sentándome en frente de él
-El agente comenzó a teclear en el ordenador, iniciamos la diligencia de los documentos que nos comentó al principio -Allanamos su casa, parece que no vive allí desde hace mucho tiempo. Sus padres no dieron ninguna información de su paradero.
–De vez en cuando nos miraba, hacia una que otra pausa y continuaba con el relato -Le informamos de la orden de captura en su contra y de los cargos que podría acarrear la complicidad en el secuestro.
–Yo deseaba ponerme al control del teclado y escribir rápido, necesitaba que terminara -Al no recibir respuesta contactamos con su hermana. Ella se mostró más colaboradora y fue quien nos llamó esta mañana diciendo que su hermano dejó a la niña en casa de sus padres y se marchó.
–Movía las manos, crujía los nudillos y respiraba profundo, la maldad de esa señora no tiene límites, mi odio crecía más y más -Que ella sentía mucho lo ocurrido, pero que su madre no era capaz de entregarlo a la justicia. –unas ganas descontroladas de ponerla en su sitio emergieron de mi interior, tuve ganas de poner mis manos alrededor de su cuello y acabar con su miserable vida
Sacudí la cabeza alejando esos pensamientos asesinos, el policía giró y me miró desconcertado -¿La puedo ver? por favor repetí
-Tomó el teléfono, marcó un número y pidió que la trajesen -Mi compañera llegará en un momento.
-Estamos muy agradecidos con ustedes, expresó Marcos
-Los finales felices son nuestros preferidos. –Señaló a nuestras espaldas -Ahí viene su hija
-Un largo pasillo nos separaba, corrí hacia ella al visualizarla a lo lejos. Sonrió al verme. La levanté inmediatamente y la apreté contra mí.
-No llores mami, no estés triste.
-Estoy feliz de verte, no estoy triste mi nena. –su pelo acarició mis mejillas y secó las lágrimas de felicidad -Te quiero mucho no lo olvides nunca
-Yo también te quiero mami. Parecía tranquila, no lloró ni estuvo alarmada -Vamos a la casa
-Marcos se apresuró a alcanzarnos, estiró sus brazos emocionado -Ven acá mi princesa, déjame verte
-Gabi, se le abalanzó -Quiero ir a tu casa, le suplicó
-Si nenita, desde hoy viviremos juntos –la llenó de besos y cosquillas que le devolvieron la sonrisa –Iremos a la casa de mis padres por esta noche y viviremos juntos a partir de este preciso momento -Mañana se mudaran a mi casa dijo con seguridad. Richard y Sebastián llegaran temprano para ayudar con la mudanza agregó
Tengo que llamar a Paty, no sé cómo esta, dije en voz alta. -Me olvidé de ella por completo, mi cabeza no daba para tantas emociones juntas -Soy muy mala amiga le dije a Marcos.
-Salió del hospital esta mañana. Hablé con Richard, de hecho lo he llamado varias veces para saber cómo evolucionaba
-Eres adorable, no sé qué haría sin ti –me recosté al cabezal del asiento del coche, un mareo repentino me sobrevino
-Me observó, acomodo el asiento y mis pies a lo largo
-No tenías cabeza para hacerlo, casi no pude dormir me confesó, tuve pesadillas, en una Paty estaba rodeada por serpientes. -Se sentó y puso su mano en mi frente -En tu interior la tenías presente
-Tomé el teléfono y le llamé. Le pedí perdón por tener que pasar ese momento tan desagradable y peligroso. La escuche contenta cuando le conté que Gabi volvió a mi lado. Sollozando me pidió que la cuidara, que si ella tuviese que pasar por todo de nuevo lo haría, si eso significaba proteger a Gabi.
Marcos llevó cargada a Gabi hasta el apartamento y yo me quede recogiendo algunas cosas en el coche. Es un padre ideal, los contemplaba mientras se alejaban. Ella no lo soltó ni por un segundo. En el camino de vuelta, no habló de lo sucedido, la psicóloga que la atendió nos recomendó no presionarla, que ella se encontraba en perfecta condiciones. Estaba asustada, repetía que nos fuéramos con Marcos a su casa o donde sus abuelos. Nunca mencionó a Daniel o a su familia, pero era obvio que tenía miedo.
Tomé las cosas y emprendí mi camino hacia el portal. Sentí que la cabeza me explotaba y todo se tornó oscuro. Dos serpientes azules me miraban fijamente, el miedo me inmovilizó, espere que se alejaran, pero venían hacia mí, grité fuerte con la esperanza que alguien viniera en mi ayuda. Comenzaron a arrastrarse a mí lado tocando mis pies, no sabía qué hacer, ellas parecían divertirse con mi sufrimiento, era amenazante la forma como se movían a mí alrededor. No me atacaban, pero tampoco se alejaban. Merodeaban de un lado al otro mirándome.
Deseaba salir corriendo, si lo hacía seguro me mordían, no les quité los ojos de encima, seguían dando vueltas como pensando que hacer conmigo, si seguir divirtiéndose o atacarme.
Escuche un ruido y al mirar a mi lado derecho vi otra serpiente de color rojo oscuro, su apariencia era aún más intimidante, del doble de tamaño y se veía imponente, me recordaba a una cobra. La miré, pero no sentí miedo, ella se acercó a las otras dos, se arrastraba sutilmente, la cabeza erguida en posición de pelea. Me encontré en medio de estas tres asquerosas criaturas para mí. Las azules se fueron rápidamente temiéndole a la otra. Esa última me rescató, no lo entendía, me miró y en ese preciso momento volví en mí.
Asustada, con dolor de cabeza y sin entender lo ocurrido, intenté incorporarme. Mareada me vi en una habitación tirada en el piso, amarrada a las patas de una cama, algo frio me corría por el cuello, bajaba por la espalda y el pecho, mire y era sangre. ¿Una pesadilla dentro de otra?, tranquilizarme era imposible.
El miedo se apropió de mí, busqué a las serpientes por todos lados, sabía que me atacarían. Con los brazos y manos atadas, era difícil moverme, la cabeza parecía que me explotaría en cualquier momento. Volví a gritar, esperando que Marcos viera mi sufrimiento y me levantara, era obvio que las pesadillas no me dejarían en paz, necesitaba que él me llevara de vuelta a la realidad. No entendía que pasaba, ¿por qué no podía salir por mí misma?, al final el agotamiento pudo más que yo, era muy real lo que sentía.
Cerré los ojos buscando calmarme y así despertarme. Volví a caer presa del sueño, la cabeza me dolía una barbaridad, apenas y podía tocármela, las manos atadas no me dejaban. Mis manos ensangrentadas me causaron una gran conmoción, grite con más fuerza, ¡despiértate!, no quiero seguir aquí.
¡Levántate! escuche a lo lejos, era imposible reincorporarme, por mucho que lo intentara. ¡Levántate!, ¡levántate! gritaban una y otra vez, la voz se alejaba poco a poco.
Algo húmedo y frio corrió por mi cuerpo, el cambio drástico provocó lo que mi mente no podía. Abrí mis ojos y lo vi, ahí en frente Daniel me gritaba.
-¡Muy cansada perra!, en sus manos sostenía una jarra y comenzó a echarme agua encima.
Me exalté, este sueño empeoraba, peor que las serpientes era verlo a él –tomó mi brazo izquierdo y lo tiro fuertemente. No pude hablar, cerré mis ojos y repetía, ¡despierta Carolina!, ¡despierta!
¡Despierta! ¿Estás, estúpida? ¿Qué te pasa? ¿Te has vuelto loca?
-Quedé muda, era incapaz de pronunciar palabra. ¿Era una pesadilla o una cruel realidad?
-¿No te alegra volver a verme? –Me echó más agua encima -¿Te comieron la lengua los ratones?
-¿Dónde estoy? Pregunté temblando de frio
-Eso no importa, ahora estamos juntos –su aspecto me aterró, sus ojos rojos y llenos de odio me auguraban lo peor -¡no volveremos a separarnos!
-¿De qué hablas? Déjame ir –el agua corría por el suelo mezclada con mi sangre
-Escúchame bien. ¡Noooooo! gritó en mi oído izquierdo
-El dolor de cabeza se me acrecentó -¡Ven aquí!, déjame besarte –apretó mi cabeza con fuerza y sentí unas punzadas cuando presionaba la herida.
-¡No me toques!, ¡suéltame! -Le gritaba, mientras intentaba escapar de sus garras, pero las ataduras me lastimaban
-Querida seremos felices nuevamente. –Me besó a la fuerza, apreté los labios repudiándolo -Si te portas bien te quitaré las cuerdas
-¡Por favor!, deja que me vaya, le supliqué
-¡Cállate!, eres peor que un dolor de muela dijo acompañándolo de una fuerte bofetada
-Mi rostro salió disparado para un lado, cerré los ojos intentando traer a la memoria que había pasado. Lo último que recuerdo es estar camino al portal para ir al encuentro de Gabi y Marcos. ¿Cómo encaja Daniel en mi presente? Si es que estoy en un sueño debo despertarme, Daniel es mi peor pesadilla, verlo en ellas empeora mi condición mental.
El tiempo pasaba y yo continuaba en esa misma habitación, tirada en el piso, en las condiciones más inhumanas posibles. Comencé a sentir hambre y ganas de ir al baño, no era buena señal, eso nunca ocurría en mis sueños. ¿Era cierto lo que vivía?, en verdad estaba en poder de Daniel, a su merced de hacer lo que quisiera conmigo. El miedo invadió todo mi ser, si yo estoy aquí, ¿dónde está Gabi? ¿También la tiene? La preocupación por mí pasó a segundo plano al pensar en mi niña
La puerta se abrió, traía en sus manos dos platos de comida y una cerveza. Tendrás hambre, comeremos en familia, dijo
-¡No quiero comer, me quiero ir! – grité
-¡No te irás a ningún lado!, de aquí sales muerta, me escuchas, ¡muerta! -tiró los platos al piso y se marchó dando portazos
Me di cuenta que el sueño era pensar que lo era, volvía a vivir la pesadilla de la presencia de Daniel en su peor estado. Estaba drogado, ya no era simplemente un alcohólico, sus ojos rojos quemaban al mirarlo.
Su extremada delgadez me asustó, pero más aún su agresividad, tenía que buscar la forma de escapar, si no aceptaba lo que decía se enfadaba y me daba menos posibilidades de lograr que confiará en mí y me quitara los amarres. No dejé de pensar en Gabi, confiaba que Marcos la protegería
-Volvió al cuarto, me quedé dormida y no lo vi llegar, su apestoso olor me despertó -ven aquí amor mío, decía mientras se me acercaba
-Estás borracho, vuelve más tarde le dije en voz baja
-Tú no mandas aquí, -sentado en el piso me recordó - soy yo quien lo hace, dame un beso
-Pensar cumplir con sus deseos era fácil, ponerlos en prácticas era impensable. No podía dejar que me tocara, mucho menos besarlo
-¡Que me des un beso! –Puso sus horrendas manos en mi cara y su boca se acercaba a la mía
-Estoy cansada, deja que duerma y vuelves mañana –con temor intente que desistiera de buscarme
-¡Noooo! Tú eres mi esclava y harás lo que yo diga, a las buenas o a las malas -Sus palabras hicieron eco en mis oídos.
El miedo fue inmediato, me levantó del suelo de un tirón, su fuerza y agresividad eran impresionante, un desgarro en la parte superior de los pies me impedía estar sobre ellos. Fue imposible soltarme, por mucho que lo intente. Llorando le suplique que me dejara.
-¡Qué patética! Eres una puta y como tal te trataré. –Su mirada aniquiladora atravesó mi corazón adolorido -Intenté hacerlo bien, pero tú no vales la pena
-Esperé lo peor al escucharlo, era un monstruo sin corazón.
Me dio un puñetazo en la cara, volvió a lanzarme al piso y quitó la cuerda de mis pies. Supliqué desesperada, me golpeó una y otra vez hasta dejarme imposibilitada. Me despojó de la ropa y me violó, sentí que la vida misma se me iba. La violencia con la que abusó de mí fue espantosa. Experimenté un dolor físico indescriptible, creo que en un momento las lágrimas se me secaron.
Miré su rostro y vi la cara de un ser despiadado, ojos muy abiertos con facciones desfiguradas. Percibía el desgarro de mis partes íntimas, el ardor y el dolor eran cada vez más fuerte, no sé cuánto tiempo tardó, pero para mí fue una eternidad.
No era un hombre, era el más vil de los seres, se apartó dejándome tirada, morirme era lo que deseaba en ese momento, mi cuerpo y mi espíritu fueron magullados.
Me iba por momentos, noté sangre al bajar la mirada, su fuerza descontrolada me destrozó pensé. ¿Cómo saldré de aquí?, nadie conoce mi paradero, moriré en sus manos, si antes las ganas de vivir no me abandonan. El recuerdo de Gabi me mantenía con fuerzas, no podía dejarla a merced de Daniel y su familia. Las horas y los días pasaban y la situación empeoraba, dejó de alimentarme y abusaba de mi continuamente, estuviese o no bajo los efectos del alcohol y las drogas, aún en sus cabales, era un ser repugnante y sin piedad.