Habían pasado toda la noche juntos haciendo el amor en la alfombra de la oficina, era sábado y no había clases en la universidad y Alexander podía darse el lujo de no trabajar, ya la naviera en dos años se había convertido en la más importante de la costa oeste y por supuesto, bajo el mando de Alexander, sus utilidades anuales eran bastante considerables, en tan solo dos años, había logrado hacer una verdadera fortuna, y tenía la ventaja de ser dueño absoluto, así que no tenía que repartir las utilidades, más que con sus colaboradores, que estaban más que satisfechos, ya que desde que él había tomado el mando, sus condiciones laborales, habían mejorado, por lo que trabajaban a gusto y eran leales con la empresa.
— Es fin de semana hermosa — dijo Alex— y justamente van a entregarme una cabaña que acabo de comprar en Aspen, ¿Vienes conmigo? Podemos pasar el fin de semana juntos, y volvemos el domingo por la tarde.
— Me encantaría, amor, pero debo volver el domingo por la mañana, el lunes tengo un examen muy importante en la universidad, y quiero estudiar, no me gusta asistir a los exámenes sin estar preparada.
— Me parece muy bien, entonces vamos ahora y volveremos mañana por la mañana ¿Te parece?
— Por supuesto, gracias por entenderme, en esta etapa de mi vida, lo más importante para mí, es mi preparación profesional, ya tendremos tiempo más adelante para ver hacia dónde va nuestra relación.
— Mmmm, me encanta esta nueva Yannin, sé que volarás muy alto preciosa, como los Albatros.
Se vistieron y salieron de la oficina, Alexander por supuesto, no quiso recibir los dos millones de dólares que Yannin llevaba en la bolsa, pero ella insistió tanto, que no le quedó más remedio que aceptar.
Llegaron al aeropuerto y ya los esperaba el jet privado de Alexander, había pertenecido a Iker Balzareti, y él, logró rescatarlo de los acreedores que lo habían tomado en garantía cuando Iker comenzó a dejar de pagar sus cuentas, no quiso venderlo a pesar de que en aquél momento necesitaba el dinero, pero siempre había pensado que poseer tu propio avión, te brindaba cierto estatus y poder, así que lo conservó para él.
En dos horas estaban aterrizando en Aspen, y en poco tiempo estaban llegando a una hermosa cabaña en Billionaire Mountain, el corredor inmobiliario, ya se encontraba ahí para hacer la entrega, la cabaña se encontraba muy cerca de la cima de la montaña, así que ofrecía un vista espectacular, no era temporada de nieve, pero el paisaje era hermoso, la cabaña, no era muy grande, tan sólo constaba de cuatro habitaciones, una gran sala de estar con chimenea, una biblioteca y una cocina abierta que separaba el comedor con una enorme isla. Alexander disfrutaba el clima y sobre todo esquiar, era uno de sus deportes favoritos, y él no necesitaba una gran mansión, ya que, a diferencia de Christine, su exesposa, el odiaba las fiestas y las reuniones sociales, así que la cabaña era perfecta para él, en una zona exclusiva, solitaria y con el suficiente espacio para invitar solo a sus verdaderos amigos.
Revisaron la casa, estaba totalmente amueblada, con un estilo rústico y bohemio, encajaba perfectamente con la personalidad solitaria de Alex, revisaron todo y se dieron cuenta que hacían falta enseres menores, como sábanas, toallas, utensilios de cocina, y por supuesto comida, además ellos tenían puesta la misma ropa del día anterior, así que decidieron ir de compras.
A Alex, le encantaba la idea de poder comprar todo lo que a Yannin, le gustara para la cabaña, después de todo, ya eran una pareja, y aunque no vivieran juntos por el momento, esa cabaña iba a convertirse en su nido de amor.
Fueron a Downtown, considerado el mejor lugar para ir de compras en Aspen, ya que allí se concentran las tiendas de las marcas más reconocidas, pasaron el día muy divertidos, escogiendo vajillas, sabanas, toallas y todo lo necesario para hacer la cabaña habitable y acogedora.
Entraron en una tienda de ropa, necesitaban ducharse y cambiarse, así que Yannin eligió unos jeans, unos zapatos cómodos, una camiseta y ropa interior y algunos artículos de higiene personal; Alexander, en cambio, pretendía tener varias mudas de ropa en la cabaña, para no preocuparse por tener que hacer una maleta cada que decidiera venir así que compro de todo, Jeans, camisas, camisetas, ropa interior, pijama, coordinados de chándal, zapatos deportivos y artículos de aseo personal.
— ¿Qué pasa preciosa? ¿Sólo vas a llevarte eso? Anda, vamos, elige lo que te guste, debemos dejar ropa en la cabaña para que cuando decidamos venir, no tengamos que preocuparnos por una maleta.
— ¡Oh, no Alex! Yo en este momento no quiero gastar en ropa, tengo suficiente y debo ser organizada con el dinero, aunque recibo una cantidad al mes de utilidades gracias a que Enzo, me ayudó a invertir el dinero, no debo extralimitarme.
— Pero, mi amor, no debes preocuparte por eso, yo no permitiría que tu pagaras, para mí es un placer, darte todo lo que te mereces.
— Alex, yo sé que para ti, el dinero no es problema, estás acostumbrado a comprar lo que se te antoje, porque tienes el poder adquisitivo para hacerlo, pero, necesito que me entiendas, yo no quiero que me compres nada, no quiero depender de nadie, así que sólo compraré, lo que yo pueda pagar, si no entiendes mi postura, nuestra relación no va a funcionar.
— Entiendo, lo que me quieres decir, pero ¿Acaso, no puedo hacerle un obsequio a mi novia?
— ¡Claro que puedes hacerlo! Siempre y cuando, haya algún motivo para el obsequio y no sea nada, excesivamente costoso.
Alex sonrió, le gustaba la actitud de Yannin, le encantaba no que no fuera el dinero lo que la motivara a estar con él, los doce años de diferencia de edad entre ellos, eran bastante considerables, así que se sentía afortunado, de que una mujer joven y hermosa como ella, estuviera interesada en él, sin importar su posición económica.
— ¿Le puedo regalar esto a mi novia? — preguntó tomando un baby doll n***o de encaje transparente, con unas diminutas bragas de mesh transparente que no dejaban nada a la imaginación — el motivo es, que vamos a hacer el amor primera vez en nuestro nuevo nidito de amor.
Yannin comenzó a reír y asintió con la cabeza, no quería negarle la ilusión de verle puesto el delicado conjunto, aunque ella sabía que no le iba a durar puesto más de unos segundos.
Almorzaron en un acogedor restaurante, era tarde y ambos morían de hambre puesto que no habían probado bocado desde el día anterior, Alexander se sentía como un adolescente, disfrutaron la deliciosa comida, jugueteando y dándose de comer en la boca mutuamente, Yannin era, tan, espontánea, a pesar de haber madurado tanto emocionalmente, seguía siendo una chica dulce y tierna, su alma, no estaba corrompida por el mundo.
Entraron en un supermercado, compraron víveres, frutas, vinos, y todo lo necesario para cenar en casa, querían disfrutarse mutuamente y no pretendían salir a cenar a un restaurante.
Regresaron a la cabaña y se dieron a la tarea de acomodar en su lugar todo lo que habían comprado, Alexander, tuvo que rentar una camioneta, ya más adelante tendría que comprar un auto para moverse fácilmente.
Yannin puso las sábanas y las toallas en la lavadora, aunque eran nuevas, Lucía le había enseñado que había que lavarlas para que estuvieran suavecitas.
— Muero por una ducha, — dijo él
— Y si mejor preparas la tina y nos bañamos juntos — dijo Yannin con rubor en las mejillas, pero relamiéndose los labios.
— Mmm, qué tentador, me encanta la idea.
Le dio un suave beso y subió a preparar el baño, mientras ella sacaba las sábanas de la secadora.
Alexander llenó la tina del baño, y le puso espuma que habían comprado, encendió el equipo de sonido y puso una música suave; encendió un par de velas que estaban allí como parte de la decoración y se desnudó para meterse en la tina.
Yannin entró en el baño un poco después, se desnudó bailando al compás de la música, ya no era una princesa de cabaret, pero era una mujer con un deseo ardiente de provocar al hombre que amaba, de seducirlo para que no tuviera ojos para nadie, más que para ella.
Alex, estaba fascinado, no se cansaba de mirar su extraordinaria belleza, y ahora era suya, por voluntad propia, sólo ella decidía si quedarse con él o irse para siempre.
Al verla así, bailando desnuda para él, no pudo evitar que sus ganas se pusieran como roca, pero era ella quien tenía el control de la situación, finalmente, entró en la tina y se acomodó de frente a él, inmediatamente sintió el poder de su erección, ella estaba totalmente lubricada, lo deseaba demasiado y tan sólo con mirarlo y saberlo desnudo bajo la espuma, era suficiente para excitarse.
Abrió las piernas acomodándose a horcajadas sobre él y dejó que su hombría se clavara hasta lo más profundo de su centro, y comenzó a moverse lentamente, mientras su pequeña boca era devorada por los besos de Alexander, y las manos de él se apoderaban de sus glúteos para hacer más profunda cada embestida de ella.
— Te amo Alex — dijo ella con su voz entrecortada por su respiración agitada por el movimiento, antes de perderse deliciosamente en su primer orgasmo de la noche.
Esa fue su primera entrega en esa cabaña, en su nido de amor, y a esa, le siguieron otras, hasta que sintieron hambre y bajaron a preparar juntos la cena, la noche apenas comenzaba para ellos.
Cocinaron una pasta con camarones y una ensalada verde con tomates, y bebieron una copa de vino, todavía no comenzaban las primeras nevadas y a pesar de eso el clima era bastante fresco, así que Alexander encendió la chimenea y se acurrucaron en la alfombra.
— Hermosa, yo sé que no quieres depender de mí, pero, Riverside está muy lejos de la universidad, sé que no aceptarás que te compre un departamento, pero al menos déjame obsequiarte un auto, así podrás moverte más fácilmente.
— Alex mi amor, ¿Por qué es tan difícil entender?, Yo… No necesito un millonario