Me encontraba ansiosa por demostrar su verdadera cara, a pesar del dolor que sentía por su traición. Los que eran asignados como padrinos para nuestra boda, eran los mejores amigos de mi prometo, las madrinas eran mis amigas.
Ellos estaban contando anécdotas de cuando se hicieron amigos, de las veces en las que estuvieron de fiesta y perdieron el conocimiento, las veces en que tuvieron que seguir las ordenes de Rodrigo para ayudarlo a “conquistarme” y muchas otras cosas más.
Todos los presentes estaban felices al escuchar aquellas anécdotas al igual que Rodrigo, fingí sonreír en toda la cena, pero llevaba observando a su amante, pude darme cuenta que la descarada de su secretaria, no dejaba de verlo a escondidas, él por su parte fingía no tener nada con ella ni con nadie más, no la vio en todo el tiempo que llegábamos de la cena, solo prestaba atención en aquellos que daban el brindis y en mí.
Cuando era hora de que las madrinas hicieran su discurso, sentí mi corazón latir con mucha fuerza y escuché atentamente cada una de sus palabras.
- Bueno, ha sido muy interesante escuchar las anécdotas de tus amigos Rodrigo. Como es la tradición, es nuestro turno – dice Lupita fingiendo una sonrisa.
- Esta noche tenemos una sorpresa para todos, especialmente para el novio. Se supone que debería ser más para la novia, ya que somos sus madrinas de honor, además, de por supuesto sus mejores amigas. Debo aclarar, que ella ya tiene conocimiento sobre este obsequio, pero nuestro querido y amoroso Rodrigo no – dice Jenny.
- ¿Enseñen la sorpresa? – grita uno de los invitados.
- No debemos apurarnos, pronto la verán – dice Jenny – bueno como decía, Deisy… Eres nuestra mejor amiga, siempre te hemos apoyado en cada una de las decisiones que has tomado en tu vida desde que llegaste para convertirte en nuestra mejor amiga. Hemos sido inseparables las tres y espero que siga siendo así, aunque estoy más que segura que será así – mis ojos se llenan de lágrimas al escuchar, que ellas siempre estarán para mí.
- Así es, eres nuestra mejor amiga. Te queremos demasiado y siempre estaremos para ti, de eso no lo dudes – dice Lupita y más lágrimas caen de mi rostro.
- No queremos hacer este discurso tan largo, porque nuestra sorpresa mostrará algunas de nuestras anécdotas juntas, al igual que algunos de los bellos momentos que viviste con tu prometido – dice Jenny, veo como trata de ocultar su voz venenosa, la que solo usa cuando quiere matar a alguien por ofender algo que ella ama.
- No siendo más, esperamos que les guste nuestro regalo para todos ustedes, en especial Rodrigo – dice Lupita muy seria.
El vídeo que fue hecho por Lupita, estaba siendo reproducido. Todos reían cuando vieron imágenes de nosotras cuando hicimos nuestro primer viaje juntas. Otras imágenes eran de cuando fuimos a fiestas, luego empezaron a mostrar imágenes de Rodrigo y yo de cuando teníamos citas, de cuando pidió mi mano, fotos de nosotros besándonos.
También había unas donde habíamos compartido con su familia y la mía, de cuando celebramos nuestro primer aniversario y los que vinieron después de ese primero. En aquellas imágenes se veía el amor que existió entre nosotros. Todos los presentes hacían ruidos de felicidad al ver el vídeo, mientras veían esas imágenes, me levanté de la mesa y antes de irme, dije que tenía una sorpresa para él.
Fui hasta donde estaban mis amigas, tomó el micrófono y esperé a que llegara el momento indicado para desenmascararlo y que todos supieran su verdadera cara. Todos reflejan felicidad en su rostro, reían de aquellas imágenes que eran graciosas. Pero en cuanto vieron las fotos de Rodrigo teniendo sexo con su secretaria, el silencio se hizo presente. Rodrigo tenía su rostro pálido, sus padres y los míos estaban sentados con él en la misma mesa. Estaban estupefacto con lo que veían, no alejaba mi mirada de él y cuando creí tener el valor, decidí hablar.
- Ahora todos saben quién eres realmente, ¿creíste que no me enteraría de tu infidelidad? – el silencio era grande – quiero que todos sepan quien es verdaderamente Rodrigo García, señoras y señores, les presento a Rodrigo García y su amante Lisbeth Herrera, su secretaria – dije.
- ¿Qué significa esto? – le pregunta mi madre a Rodrigo.
- Cariño puedo explicarlo – dice acercándose a mí.
- ¿Qué vas a explicar?, ¡¿que no eres tú el de las fotos fallándose a tu secretaria en tu oficina?! – le grito - ¡Eres un maldito infeliz!... La boda se cancela – digo y trato de huir de aquel sitio.
Sentía que me estaba asfixiando, él me persigue e insiste en que no es él. Me suplica que le deje hablar, pero no quiero hacerlo.
- Por favor amor, déjame explicarte – dice.
- No tengo nada que escucharte, ¡nada! – grito.
Salgo corriendo de aquel sitio, me dolía el alma por lo que había pasado. ¿Cómo fue posible que me hiciera esto?
No lo entiendo, siempre fui leal a él, siempre me propuse en ser una buena novia y prometida para él. Me entregué a él, le he demostrado mi amor y fidelidad, ¿por qué me ha hecho eso?
No sabía en donde estaba, había salido como una loca que no caí en cuenta de traer conmigo mi teléfono y cartera, decido caminar un poco más. Me senté en una parada de buses, las personas pasaban de un lado a otro, todos trataban de ignorarme. Pensaba en qué hacer, no quería volver a verlo nunca más, quiero irme lejos, no quiero estar aquí.
Tomo un taxi y le doy la dirección de la casa de la abuela Mary, de seguro ella, mis padres y mis amigas estarán esperándome en casa. Cuando llego, veo que efectivamente las luces estaban prendidas, le digo al taxista que espere, iría por el dinero para pagarle. Camino a la casa, toco el timbre y mi padre abre la puerta.
- Papá, podrías prestarme algo de dinero por favor – dije con voz débil.
- Entra a la casa, yo pagaré – me besa la frente y va hasta el auto para cancelar la carrera, mientras yo entraba en casa.
- Cariño – dice mi madre.
- Mamá… - necesitaba refugiarme en ella, así que corrí a sus brazos.
- Lo siento tanto – dice para luego consolarme.
- Quiero irme lejos de aquí, por favor… - sollozo.
- Lo haremos – dice.
Mi madre me permite llorar en sus brazos, como cuando era una niña. Mi padre se acerca a nosotras y nos infundimos en un abrazo familiar. Un abrazo de oso como lo digo yo. Mi abuela Mary y mis amigas nos estaban sentadas observándonos en silencio, respetaban nuestro espacio.
Una vez que me he calmado, voy a mi habitación a descansar, mis amigas vienen conmigo para asesorarse que todo iba a estar bien. Vi preocupación en sus miradas, no quería que se sintieran mal, así que cuando entramos en la habitación decido romper el incómodo silencio que había entre nosotras.
- Gracias – digo – sin ayuda de ustedes, no podría demostrar la verdadera cara de Rodrigo.
- Somos amigas, siempre estaremos para ti – dice Jenny.
- Lo que dice Jenny es verdad, siempre nos vamos a apoyar, por eso somos amigas – dice Lupita.
- De verdad, muchas gracias. Son las mejores – digo y las abrazo.
- ¿Vas a estar bien? – pregunta Lupita.
- Si, no se preocupen. Superaré esto, soy muy fuerte, lo saben – dije.
- ¿Segura que estarás bien? – pregunta Jenny con dudas.
- Si, tranquilas. Vayan a descansar, mañana será un nuevo día. Voy a estar bien, lo prometo – dije.
- Llámanos por si necesitas algo – dice Lupita.
- Te queremos – dice Jenny.
- También las quiero, nos vemos mañana – dije.
Me despido de mis amigas, tenía un sabor amargo en la boca. Recordaba todos los bellos momentos que viví a su lado, lágrimas caían de nuevo de mi rostro. Cuando escucho que tocan la puerta de mi habitación, seco las lágrimas que había derramado antes de que entraran.
- Adelante – dije.
- Hola mi niña – dice la abuela Mary.
- Hola abuela – dije.
- ¿Cómo te sientes? – pregunta sentándose a mi lado.
- Mal, pero estaré bien en unos días. Ya lo verás – dije tratando de sonreír.
- Llora cariño, libera todo ese dolor. Llorar te hará bien, pero debes ser fuerte. No permitas que te menosprecien – dice.
- No lo permitiré abuela, seré fuerte – digo.
- Esta bien – dice.
- Descansa abuela – dije.
- Descansa mi niña – dice.
Ella me da un beso en la frente y un abrazo antes de salir de la habitación, necesitaba estar a solas. Necesitaba liberar este dolor, así que me permití llorar toda la noche. Cuando estaba más calmada, fui al baño, me quité el maquillaje que tenía regado por la cara. Me di un baño, me puse un pijama y me fui a la cama.
-No volveré a llorar, lo prometo – me digo a mi misma, mientras veía el techo.
Estaba tan cansada, que no tarde en quedarme dormida. Al otro día, me desperté cuando era hora del almuerzo. No quería levantarme de la cama, pero me había hecho una promesa, no volvería a llorar y para eso debía cambiar. No volveré a ser la débil y frágil Deisy Monserrat, a partir de ahora, no volveré a llorar por ningún hombre, no dependeré de uno. Lograré todas mis metas, seré fuerte y una mujer independiente.
Me levanto de la cama, me doy una ducha, me arreglo y bajo en busca de mi familia, necesitaba contarles la dedición que había tomado, quería su opinión al respecto. Esperaba que me apoyarán, en esta decisión. Voy a la sala y no veo a nadie, camino a la cocina y los veo. La abuela Mary y padre estaban sentados en la mesa, mientras mamá hacía la comida. Respiro profundo y entro.
- Hola – saludo dándoles un beso a cada uno.
- Hola cariño, ¿cómo te sientes? – pregunta mi madre con precaución.
- Estoy bien – dije.
- ¿Segura? – pregunta.
- Si mamá, no te preocupes – digo.
- Siéntate, te daré algo para comer – dice.
Me siento junto a mi padre y la abuela Mary, ellos me observan en silencio. Ninguno dice nada, solo me observan y eso me hace sentir incomoda.
- Tengo algo que decirles – digo nerviosa.
- ¿De qué se trata? – pregunta la abuela Mary.
- He decido volver con ustedes – digo viendo a mis padres – el próximo semestre tendré mis pasantías, así que decidí hacerlas en nuestra ciudad natal. ¿Qué opinan? – dije.
- ¿Estás segura? – pregunta mi padre.
- Si, de todas formas. Es mi último semestre, no importa en donde las haga, solo quiero irme lejos para tener tiempo para mí y mejorar como profesional. Pero no puedo hacerlo sin su apoyo – digo.
- Está bien – dice mi padre.
- Te apoyamos – dice mi madre.
- Es tu decisión – dice la abuela Mary.
- Gracias – digo.
Sabía que me apoyarían, siempre lo hacen. Solo me falta decirles a mis amigas sobre mi decisión, presiento que Jenny se pondrá como loca, pero sé que me apoyará. Tomo mi teléfono y envío un mensaje a nuestro grupo.
- He tomado una decisión, ¿podemos vernos? – pregunto.
- Claro, ¿nos vemos donde siempre? – pregunta Lupita.
- De acuerdo – respondemos Jenny y yo.
Dejo mi teléfono a un lado, acabo con la comida que me ha dejado mi madre frente a mí. Todo estaba delicioso, pero sentía un vacío, uno muy grande.