Capítulo 2

1256 Palabras
Llegó a la mansión donde trabaja Antonella, es una casa grande con muchos cuartos donde los clientes van y tienen placer a cambio de muchos dólares, Antonella es una de las más exclusivas, solo me atiende a mi y baila, no me gusta compartir mujer con otro, me gusta que sea exclusiva al menos hasta que me canse, el cuarto que manejo acá es el más grande de la mansión, no escatimó en gastos y me deben dar prioridad a mi ante que a cualquier otro personaje, soy un fiel contribuyente de este lugar así que prácticamente también es mío. Subí las escaleras, Marcus quedó abajo y aunque me he ofrecido las mujeres que desean él simplemente las rechaza, todavía le guarda luto a su ex esposa, la pobre falleció en un accidente de tránsito causado por otro bando. Entró a la habitación y veo que ya está ambientada, no es que sea mucho solo con buen licor y iluminación persistente me gusta observar a la mujer que tengo en frente, tomó la botella de Mirto y me sirvo una copa, "delicioso" está frío, como me gusta, me recuerda mi alma. Me siento sobre el enorme sillón de algo donde lino, color beige y espero que vengan por mi, al minuto llega esta mujer, grandiosa como siempre, ella es realmente bella tiene su cuerpo con las medidas perfectas y su rostro es tallado por los mismos dioses, ella folla como una gata en celo, por eso he conservado sus servicios, me deja realmente satisfecho ¿Por qué no la pongo como mi pareja? Dicen muchos, por más que la miro no tiene ese toque de ser la mujer del hombre más Importante de Italia, sin contar que es una cualquiera. Ella viene completamente desnuda, mostrando el lunar que tiene en su vientre y esa mancha que tiene en la espalda yo la nombre como la marca del deseo, ella eso irradia. Se acerca y toma mi mano para meter un dedo en su boca y darle un beso lujurioso, se ubica tras de mí para desvestirme… me quita mis prendas en un instante, está hambrienta de placer, se ubica frente a mí y con la música a un volumen presentable comienza a menear su trasero dejando una vista magnífica, su baile es uno de los mejores realmente solo verla hace que tengas un orgasmo muy placentero, es tan sexi. Se coloca en cuatro y gatea hacia mí lugar, normalmente dejo que me sorprenda y utilice mi cuerpo a su disposición, es la única forma en la que pueden tener control de mí. Se ubica a horcajadas sobre mi y sin previo aviso toma mi m*****o ya erecto y firme y se penetro haciendo que juntos soltemos un jadeo lleno de satisfacción. Voy a coger con mis manos sus senos gigantes pero ella no me deja, se a lo que quiere jugar, se que quiere ella manejar esto. Agarra mi mano con la suya y comienza a tocar su cuerpo mientras de mi boca una sonrisa lasciva se hace presente. Se mueve como si estuviera cabalgando en una carrera su rostro se transforma con cada salto que da, sus paredes están acopladas a mi m*****o, se contraen de tal forma que mi m*****o queda flácido después de cada faena. Al llegar al clímax espero para recuperarme y sacarla de encima mío, ella intenta besarme pero muevo mi cabeza, solo busco placer y si veo que comienza a encapricharse sencillamente la cambio, nadie es imprescindible. Me levanto y me doy un pequeño baño mientras ella se queda sentada observando cada movimiento. — Deberías invitarme a cenar a tu casa o a tener un fin de semana salvaje, son muchos días que dejó de verte, no quisiera que te vaya a atrapar una arpía por ahí —. Ella habla con voz sensual mientras toca su pezón. — Primeramente yo no llevaría a una mujer a mi casa, nena no te equivoques, no debo porque llevarte a algún lado, este es tu lugar. Si no te gusta esperar sencillamente hay una fila de mujeres esperando ser privilegiadas en tu lugar —. Ella se tensa y niega con la cabeza. Salgo de allí después de despedirme con la mano, que ridiculez que quieran romantizar todo. Llegó al carro y encuentro a Marcus durmiendo, le muevo el brazo y él se levanta exaltado. Me subí al carro y organicé mi agenda. — Señor —, Marcus me llama por el retrovisor. — Conseguí los datos de la chica, los tiene en esta carpeta. Me extiende la carpeta y la abro gustoso, mis ojos se abren cuando veo… Fiorella tiene 25 años, es novia y prometida de Dante Lombardi, es hija de uno de los hombres más poderosos de la región. Que gusto saber que con Dante aparte de hacer negocios podamos tener algo más en común. — Señor ella siempre almuerza en el restaurante Francés de la Colonia, normalmente llega a la una y media, llega con su amigo Valentino Santoro quien es diseñador. — Perfecto, vamos a ese restaurante y llegamos casualmente. Marcus asintió y comenzó a manejar por la carretera, mientras yo seguía observando la carpeta, sus estudios, sus logros… Me detengo en sus fotos, es realmente bella pelirroja con ojos color verde, su pequeño cuerpo sería cubierto con mis enormes manos, no es la típica mujer de las que estoy acostumbrado. Llegamos al restaurante y ahí la veo, tiene un vestido floral corto y unas zapatillas del color de sus ojos, la observó mientras con Marcus nos sentamos perpendicularmente a ella, es tan sencilla a pesar de tener la cantidad de dinero que tiene, estas ganas que tengo de acercarme me ganan, llamo al mesero y le pido la botella de vino más costosa que tenga, le pido que se la lleve con una nota de mi puño y letra… "Espero que esto compense el choque con tu auto". Mientras el mesero se acerca yo quedo ahí observando cada movimiento que ella realiza, es tan espontánea. El mesero le hace entrega y ella me busca con la mirada, se levanta con la botella en la mano y llega hasta donde yo estoy. — Señor, no necesito sus botellas para compensar nada. No me dejo comprar de esa forma y no me interesa en lo más mínimo sus "detalles" —. Termina de hablar y pone en su rostro una sonrisa triunfadora. — No te estoy comprando, pero quise tener un detalle contigo. No debiste ser grosera, esa no es la forma que una dama se debe comportar. Sí no quieres la botella te invito a almorzar —. Le señalé con mi mano la silla vacía, mientras ella suelta una sonora carcajada. — No te creas tan importante, no me sentaría contigo ni aunque me pagarán. Hagamos algo, mi auto ya está bien, imaginemos que no pasó nada y solo espero no volverme a encontrar con alguien tan petulante como tú — dice eso y se va meneando su cuerpito. Marcus me mira asombrado mientras que yo siento en mi cuerpo correr la adrenalina, ¡Ay pequeña! Que sorpresa te llevarás el día de mi fiesta, a mi si me dará un placer verte. — Señor con todo respeto, nunca nadie le ha hablado a usted así antes — dice mientras vamos camino a la salida. — De vez en cuando hay que jugar ¿no?, ella me está haciendo pasar un rato divertido. Mejor vámonos que llegaremos tarde a encontrarnos con Mica
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